Manzano (dos)

Parece el nombre de una urbanización, pero no: es la demostración de que en Austria, cuando se ponen a meter la pata, casi nos igualan a los españoles.

13 de Julio.- Los españoles que sabemos que otro mundo es posible (porque vivimos en él, mayormente) somos muy de flagelarnos.

Si uno mira nuestra Historia con ojos un poquito imparciales, la verdad es que, si bien hay pueblos en el planeta terráqueo que nos ganan a cafres, lo cierto es que podemos enorgullecernos de haber perpetrado unas cuantas meteduras de pata de tamaño familiar. Y esto no es leyenda negra, es una simple y llana descripción de la realidad. O sea, que a la hora de hacer el tonto, nunca nos ha temblado el pulso.

Es cierto también que, como si alguna entidad hubiera querido compensar esta tendencia nuestra a hacer lo que normalmente se atribuye a Burt Lancaster, esa misma entidad nos dotó de humor y de un cierto estoicismo que, hasta ahora, ha podido con reyes medio lelos de mandíbula colgante, políticos que meten la mano en el erario público y se hacen trajes pagados con nuestros cuartos, curas cejijuntos que no nos dejaban leer amenazándonos con las penas del infierno (esto ha sido lo peor)y mentándonos a nuestros primeros padres, Adán y Eva, los cuales, según ellos, a fuer de haber consumido el fruto del árbol de la ciencia, fueron desalojados como okupas de lo que, hasta hoy, representa el sueño de todo celtíbero: el de vivir sin trabajar (no hay manera mejor para asustar a un celtíbero que el amenazarle con que se le va a acabar el chollo).

Nuestra historia podría ser resumida con frases de esas que demuestran que, cuando la pifiamos, no solo lo hacemos a escala regia, sino que lo hacemos sentados sobre un orgullo bobalicón inmune a cualquier crítica sensata: „muera la inteligencia“ (viva la muerte, que ya hay que estar mal de la cabeza), „vivan las caenas“, „que inventen ellos“, „los jóvenes españoles son la generación mejor preparada de la historia“…En fin.

Para consolarnos despues de echarle un vistazo a los muros de la patria nuestra nos queda que en todas partes cuecen habas. En Austria, también, como contaré hoy.

La manera más austriaca de meter la pata se puede resumir en tres cifras de infarto: 80 por ochenta y treinta. Ochenta centímetros por ochenta centímentros también y, atención: treinta millones de Euros.

En este triángulo de números cabe el cuadro de Klimt Manzano II, obra que tiene nombre como de urbanización situada en algún punto árido de la meseta castellana. La tela fue pintada en 1916 por Gustav Klimt y, como pasaba con las obras del mejor decorador austriaco de la Viena de entresiglos, vendida rápidamente.

En Austria pasó el siglo XX como saben mis lectores. O sea, hasta 1945 de mal en peor y luego, pues más tranquilamente y Manzano II no fue inmune a estos lios.

La historia del cuadro, incluyendo la de su primera venta, resulta bastante confusa hasta que, en 2001 y amparándose en la llamada „Ley de Restitución“, una legislación que tenía y tiene como objetivo devolver las obras de arte robadas por los nazis a sus legítimos dueños, el Gobierno austriaco le „devolvió“ la obra a los herederos de una señora llamada Nora Stiasny, la cual fue asesinada en un campo de exterminio junto a otros miembros de su familia.

Los herederos de la señora Stiasny, vieron en el Klimt el premio gordo de la lotería y lo vendieron por una cifra desconocida pero que algunos sitúan en el entorno de los treinta millones de eurazos.

Pues bien: hoy, dieciséis años más tarde, el Gobierno austriaco, a través de su ministro de cultura, ha admitido que (ups, I did it again) Manzano II no fue „devuelto“ a la familia Stiasny, porque para haber podido devolverlo antes le tenía que haber pertenecido y no es el caso.

Ostras: qué marrón.

Parece ser que el motivo fundamental para que los Stiasny recibieran Manzano II fueron las investigaciones de un tal Hubertus Czernin, el cual reconstruyó la historia de un cuadro de Klimt que se llamaba „Manzano“ y que la señora Stiasny se había visto forzada a vender por los nazis antes de que los nazis la mataran a ella y a su familia. Después, el cuadro cambió de manos otras dos veces hasta que, en algún momento de los años cincuenta del siglo pasado, terminó en el Belvedere junto con otras obras del mismo pintor. Parece ser que el bueno de Czernin, con toda su buena fe, se estaba refiriendo a otro Manzano (Klimt, el hombre, que tenía la mano suelta, debía de producir cuadros con manzanos como churros).

¿Qué va a pasar ahora? Pues de momento, el cuadro está en paradero desconocido, y el Estado austriaco en un problemón. Es poco esperable que los nuevos propietarios decidan devolver el cuadro „espontáneamente“ y la batalla jurídica por recuperarlo y restituirselo a quien sí parece que son sus auténticos dueños (los herederos de la familia Lederer) puede ser larga y sucia, además de complicadísima legalmente.

En fin: lo dicho: que en todas partes cuecen hablas.

POSDATA: Quisiera agradecer públicamente todos los mensajes públicos y privados deseándome que me mejore. Tengo unos lectores que no me los merezco, como lo siento lo digo. El ácido acetil salicílico está haciéndome efecto y, aunque aún estoy tocado, ya no soy la ruina humana de estos días atrás.


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Comentarios

2 respuestas a «Manzano (dos)»

  1. Avatar de Martín
    Martín

    Buenos días.

    Descubrí este blog hace unas semanas y desde entonces lo leo todos los días.
    El estilo que tienes de contar las cosas es de los que más me gustan, con buena dosis de humor un punto de ironía ácidilla y una buena porción de realidad como la vida misma.
    Espero que las fuerzas no te abandonen y sigas escribiendo todos los días hasta la jubilación final que será……65…..68….72….o hasta que el cuerpo aguante que será lo mejor.
    Suelo ir de vez en cuando por Viena y es interesante leer tus artículos para estar un tanto al día de los asuntos de la ciudad y del país.
    Saludos y gracias por todos tus artículos.

    1. Avatar de Paco Bernal
      Paco Bernal

      Hola Martín! Muchísimas gracias. Una de las veces que vengas por Viena, no lo dudes y escríbeme un mensaje. Será un placer tomarme un café (o algo) contigo. 🙂 Saludos muy cordiales, Paco

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