Locas por el fútbol

Austria ha vivido estos días su pequeño milagro futbolístico que ha venido de un lugar inesperado.

6 de Agosto.- Los austriacos tienen con el fútbol una relación complicada. Por suerte para nosotros, aquellos a los que el llamado deporte del balón redondo ha sido un fastidio recurrente durante toda nuestra vida, los austriacos son, parece ser, bastante mediocres en los dominios que son competencia de la FIFA (todo lo contrario de lo que sucede con el negociado que administra la Federación Internacional de Esquí).

Debido a esto, Austria es un país en el que da gusto vivir refugiado y en el que solo tenemos que responder muy de vez en cuando a la fatídica pregunta:

-¿Español? ¿Y de qué equipo? ¿Del Madrid o del Barsa?

Con un carraspeo algo avergonzado y un:

-No, es que a mí…No me gusta el fútbol.

Siguen normalmente bromas a propósito de nuestra „españolidad“ (ya que hacer bromas a propósito de nuestro nivel de testosterona en sangre ha dejado de ser políticamente correcto, gracias a Dios) y uno dice aquello de que es la oveja negra de España y que por eso se tuvo que ir, y que no quiere ser torero y que de Cristiano Ronaldo lo único que sabe es que es un tío que no paga impuestos, que algún día saldrá del armario y dejará de sufrir innecesariamente y que le gusta hacerse las cejas a lo travesti.

A pesar de esto, de lo afortunadamente mediocres que son jugando al fútbol, los austriacos sienten una atracción irresistible por el llamado rey de los deportes y se morirían, pero es que se morirían, porque les surgiese por milagro una naranja mecánica, o una Roja, o un Dinamo de Kiev, para poder estar toooooooooooooooooooooooodo el santo día dando porsaco como sucede en mi país de origen, en donde a falta de otras alegrías, al paisanaje no le queda otra que estar todo el día decidiéndose entre Neymar y el otro.

Estos últimos días, sin embargo, los austriacos, como la princesa de Rubén Darío, han estado asidos a la libélula vaga de la vaga ilusión de convertirse en una potencia futbolística, a través de su selección femenina de fútbol, que están jugando el campeonato europeo de fútbol y que puede quedar tercera o cuarta, despues de haber perdido en semifinales contra Dinamarca.

Este partido congregó el otro día a casi docemil espectadores en la plaza del ayuntamiento de Viena, los cuales siguieron el partido (que terminó mal para la selección austriaca) a través de una pantalla gigante. Encuentro cuya evolución les sirvió de antídoto contra la grisura en la que, normalmente, se desarrollan las participaciones de la selección masculina austriaca en los campeonatos, copas de la vida y su santa abuela en bicicleta en las que participan.

Las muchachas futbolistas han desatado en Austria un pequeño frenesí que han provocado incluso cortos estados de enajenación mental transitoria en personas que tienen ideas tan firmes sobre la posición de la mujer en la sociedad como el cantante Andreas Gabalier (si es que los minions estarían encantados de servirle).

Gabalier que es muy activo en las redes sociales y que lleva toda su vida manifestándose en contra de lo que las chicas futboleras representan (o sea, mujeres que -oh, sorpresa- no se dedican a ser monas, a criar a los niños y a darle a la balleta para tener la casa hecha un florido pensil) puso en su féisbul vídeos y mensajes en los que animaba a las jugadoras austriacas.

Los mensajes entraron, naturalmente, en la tónica paternalista que distingue a la visión de Gabalier del sexo femenino, y que le llevó a negarse a cantar un verso (nuevo) del himno nacional austriaco en el que se dice que Austria es patria no solo de „grandes hijos“, sino también de „grandes hijas“ en la ceremonia de apertura de un campeonato automovilístico en el circuito de Spielberg.

Por suerte para todos -!Qué haríamos los comentaristas de la actualidad austriaca sin él!- una vez recuperado de la enajenación mental transitoria que le llevó a ser por unos días una persona de 2017 en vez de la persona de 1950 que es normalmente, Gabalier borró todos los mensajes de apoyo a la selección femenina austriaca.

Las chicas habían conseguido muchos milagros, pero este se les resitió.


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