Modernismo y tocinillo de jamón

Uno de los edificios más famosos de Viena va a perder durante un tiempo su apareincia original. A ver cuál es.

19 de –Agosto.-Lo de no saber conducir tiene la venaja fundamental de que uno tiene más vida interior. Contemplen si no mis lectores a ese bloguero que, como en la canción de la Piquer va de andén en andén (en la copla era de mostrador en mostrador, pero uno es un caballero de una cierta edad y el alcohol, sobre todo en horas de servicio, le sienta fatal), contémplenle tratando de adaptar sus horarios a los de llegada y salida de los trenes, aprovechando los momentos muertos para retrotraerse.

Pues bien: el otro día, el bloguero, servidor diario de todos sus lectores encontró un paralelismo entre el tocinillo del jamón y uno de los monumentos más famosos de Viena, y uno de los monumentos, por cierto, al que más mania le tiene el bloguero. Paso a desarrollar.

Mientras esperaba el tren, pensaba yo el otro día que una experiencia común que tenemos todos los crios que hemos nacido en la piel de toro es que a ninguno, de chico, nos gustaba el tocinillo del jamón. En todas las casas se ha producido alguna vez este diáogo:

-Te hago un bocadillo?

-Sí, venga.

-De qué.

-De jamón.

-!Pero le quitas el tocinillo!

A lo que el padre le miraba a uno y decía:

-!Pero insensate! Si el tocinillo es lo mejor…

Los críos no cediamos, claro está y el tocinillo se lo acababa comiendo algún adulto. Luego, más tarde en la vida, cuando el tocino te empieza a engordar y, por lo tanto, se convierte en anatema, pues uno empieza, misteriosamente, a ver lo que podríamos llamar el discrete encanto del tocinillo el jamón, y acaba conviriéndolo, como hubiera dicho el director de Calanda, en su oscuro objeto del deseo.

Pues bien, pensaba yo si con el moderismo, conocido en estas tierras que el Danubio riega con sus cantarinas aguas,como Jugendstil no me pasaría lo mismo. Yo es al modernismo le tengo muchísima mania. Me parece una cosa finústica, relamida, una cosa como para damas tuberculosas y poetas en trance de morir atragantados con un trago de absenta. Un estilo en donde el sentido del humor no cabe (y más ese sentido del humor , el major, que es como la caridad bien entendida, que empieza por uno mismo). Como saben todos mis lectores, Viena fue la capital del moernismo o art nouveau. En esta ciudad, se produjo por toneladas ese kitsch de tapa de caja bombones que vuelve locos a todos los japoneses que se gastan dosmil euros en un objetivo para luego ir con la cámara en modo automático.

Y esto ,Qué tiene que ver con el tocinillo del jamón? Pues pensaba yo si no serán cosas de la edad y si, cuando yo me haga viejecito, me gustarán las formas de la naturaleza,  las mujeres con el pelo largo y vestidas con túnicas, y las libélulas que sobrevuelan invariablemente todos los paisajes modernistas.

Y, sobre todo, si me gustará alguna vez el monumento, en mi opinion, más feo de Viena. O sea, la Sezession, que como mis lectores saben (sobre todo los que viven en Viena) está situado en el principio del Naschmarkt.

La parte más icónica del edificio (en la actualidad mortecina sala de exposiciones) es una esfera dorada hecha de hojas de laurel que todo el mundo llama “el Ferrero Rocher” y los vienes viejos, el repollo dorado (por algo será).

Los japoneses van a perder próximamente un objetivo para sus fotos,ya que el famoso repollo de la no menos famosa Secesón va a ser restaurado. En octubre las piezas que component la cúpula serán el monumento desmochado no recuperará su aspect original hasta el 2019. Como en Austria no damos puntada sin hilo, la ciudad de Viena busca mecenas, a razón de cien euros por cabeza. Aquellos que pongan 100 machacantes para contribuir a la restauración verán su nombre eternizado (Bueno, no lo verán, pero sabrán que está) en una de las hojas de laurel de la cúpula.

No sé, igual alguno de mis lectores se anima.


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