Polvo de estrellas

Estos días empieza en Austria un periodo e tensión creciente, hasta la relajación final: el 15 de octubre.

11 de Septiembre.- Cuando yo era un chaval (más) joven (que ahora), o sea, en los años noventa del siglo pasado, escuchaba todas las noches, particularmente las de los viernes, y las de verano (como es natural, estudiaba) un programa de radio que se llamaba Polvo de Estrellas.

El chiste decía que Antena 3 Radio, la emisora que lo emitía, en aquellos años, era la emisora más erótica, porque empezaba con „El primero de la mañana“ y terminaba con „Polvo de estrellas“.

PdE lo presentaba el ínclito Carlos Pumares, un señor más listo que el hambre que se dio cuenta de que, para hacerse un sitio en las ondas tenía que inventarse un personaje (luego se le fue la mano y Pumares se ha convertido un poco en una caricatura de sí mismo, pero eso fue más tarde). Yo era muy fan de Pumares porque gracias a él aprendí un montón, no solo de cine, sino también de la naturaleza humana.

Creo que Pumares fue el primer ejemplar de „todólogo“ con el que me vi enfrentado y verle en acción (bueno, escucharle) me llevó a vacunarme contra esas personas que, destacando en un aspecto determinado, son forzadas por sus fanes y sus fanas a que opinen de otras muchas cosas en las que pueden ser completos zotes y, por el camino, decir auténticas gilipolleces. Un ejemplo cercano lo estamos teniendo estos días, por ejemplo, con la controversia que están teniendo el todólogo Julian Asange con otro todólogo, el escritor Arturo Pérez Reverte, a propósito del „prusés“ catalán. En España, el todólogo por antonomasia es Carlos Boyero, que lo mismo opina del palmarés del festival de Cannes, que de la calidad media de las patatas alioli en los bares de Madrid que de la crisis (eterna, me temo) de la Balompédica Conquense.

Otro que también ejerce mucho de todólogo es Yanis Varufakis, el ex ministro de economía griego que escribe sus artículos de prensa, en los que utiliza una gama de conceptos que para Amancio Ortega debe de ser incendiaria, desde un pedazo de ático con vistas a la Acrópolis y no ve la contradicción, el hombre.

Como nos decía mi madre cuando éramos pequeños:

-!Yo no sé de qué coño os sirven a tu hermano y a ti tantos sobresalientes, de verdad, si luego en las cosas más simples no dáis una! -pues eso.

En su descargo, hay que decir que Carlos Pumares (volvemos a él) decía que de los críticos de cine hay que fiarse lo justo, porque si uno ve una película después de echado el primero de la mañana, o el de la siesta (que sabe mejor todavía) o un polvo de estrellas, pues a uno, Gremlins 2, le puede parecer una obra maestra. Y si uno, en cambio, va al cine con un dolor de muelas, o estresado, como le pasó a mi amigo Daniel Utrilla, entre los diseñadores de cosas la octava maravilla, pues a uno le puede suceder que Manchester By The Sea, que es un peliculón, le siente como un puñetazo en el hígado.

¿Qué quiero decir con todo esto? Pues aquí va: dado que la plantilla de escritores de este blog tan bonito sobre Austria se reduce a servidora, que hace de redactor jefe y que también curra lo suyo escribiendo los artículos, pues es inevitable que uno tenga que opinar (o documentarse) sobre los asuntos más dispares. Como „disclaimer“ uno quisiera decir (aunque ya lo dice) que no aspira a sentar cátedra en ningún caso, y que para quitarse de escrúpulos morales hace lo mismo que él cree que hacía Carlos Pumares: esto es, contar las cosas como honradamente cree que son y, cuando uno va a decir algo en lo que pese la opinión personal, trata de avisar (aunque claro, hay gente que aunque le dés un garrotazo en la cabeza, no entienden los avisos).

En estos días ha empezado a calentarse la campaña electoral austriaca, que llevará lo más probable a que Austria se acueste, el día 15 del mes que viene con un canciller al que todavía no le ha dado tiempo de que le pase nada irreparable en la vida (por suerte para él pero creo que por desgracia para todos nosotros, porque el que te pasen cosas irreparables jode, francamente, pero te forma mucho como persona, y te ayuda a comprender el sufrimiento ajeno y a ser algo más humano y a no lanzar por tu boquita opiniones absolutas de todólogo -en el caso de Kurz, es igual, porque de todas maneras se las escribe un equip de buenos guionistas).

A partir de este momento, pues, Viena Directo se va a ocupar, como siempre, de las quisicosas de la campaña. Trataré de contar las cosas lo más honradamente que sepa pero dado que no aspiro al título de todólogo, es mi propósito esta vez contar la campaña electoral austriaca más allá de los programas (que, de todas formas, no los lee nadie) por ejemplo a través de la propaganda electoral, de cómo está hecha en cada partido, que es un tema que a mí me parece interesantísimo, porque cuando sea mayor quiero estudiar semiótica.

Quedan avisados los lectores de Viena Directo porque a partir de ahora empiezan unas semanas muy emocionantes, que la mayoría de los lectores de este blog, me temo, podremos presenciar solo como espectadores (o bien influiremos en nuestros santitos y santitas para que no voten a quien no deben, so pena de dejarles sin el primero de la mañana y, por supuesto, sin el polvo de estrellas, despues del cual se duerme tan ricamente).

NOTA: de aquí a un mes, será mi cumpleaños y he pensado que quizá habrá lectores de Viena Directo a los que les provoque alegrarme el trance de entrar en otro año de mi vida ¿Y cómo? Pues la página de Féisbul de Viena Directo tiene, en estos momentos 901 me gusta ¿No sería chulo que, antes del ocho de octubre llegáramos a los mil (sería la leche) o nos acercáramos mucho? Anda, dadle al like, qué os cuesta. Si me queréis, quedarse 🙂

Una hora de aquel programa:


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