Desayunando con Nina

La actriz austriaca Nina Proll ha explicado hoy muy claramente por qué le parece que la campaña contra el acoso sexual es más machista que otra cosa.

5 de Noviembre.- Personalmente, Mariah Carey me parece una persona con bastante poco fundamento, pero el otro día leí que había dicho una cosa con la que me identifico totalmente: „La felicidad es dormir todo lo que te haga falta“.

No hace falta más.

A pesar de los pesares, a pesar de que sea una mujer que va vestida siempre con cosas que parece que van a explotar, a pesar de los gorgoritos que hemos tenido que soportarle, a pesar del photoshop, a pesar de „all I want for christmas is you“ (leider geil, que dicen por aquí) todos los que estamos muy ocupados no tenemos más remedio que decir „Mariah, chiqui, gif mi fáif“, o sea, choca esos cinco.

Porque claro: hasta que no inventen los días de treinta y seis horas (y el cuerpo se adapte a ellos) uno no tiene más remedio que robarle horas al sueño para llevar a cabo todas las tareas que tiene que hacer. Por eso, para mí, viernes y sábados noche son sagrados. O sea, son mis días de dormir hasta que el cuerpo me dice basta.

Los sábados por la mañana suelen ser igual de felices que los domingos, porque estoy de buen humor, pienso con una claridad meridiana y, modestia aparte, se me ocurren las mejores ideas. También tengo pequeñas tradiciones domésticas, que me ayudan a que la felicidad sea de una calidad mejor. Hoy, por ejemplo, mientras me preparaba para ducharme he puesto, como siempre hago, la radio y ha salido Nina Proll, la cual estaba participando en la emisión „Frühstück bei mir“ (o sea, Desayuna Conmigo).

Normalmente, Frühstück bei mir suele ser un programa tranquilo, en donde van los invitados a hablar de sus cosas en un tono amable y relajado (dominguero en el mejor sentido de la palabra). Eso no significa que no se digan cosas de mucha importancia, incluso se dicen cosas de mucho calado, porque los invitados, como están tranquilos, hablan de sí mismos con una sinceridad que quizá no usarían en otros momentos. Por ejemplo, el domingo pasado, una presentadora austriaca muy famosa admitió que no ha tenido nunca ningún deseo de ser madre y explicó su (hasta ese momento poco conocida) dura peripecia familiar y el modo en el que la había superado. Sin dramatismos, sin alharacas, como si se lo hubiera contado a una amiga.

Quizá alguno de mis lectores recuerde que, cuando hablé de Kevin Spacey hablé también de Nina Proll.

Ella decía (y dice) que no estaba de acuerdo con la campaña esta del „ yo también“ por el que muchas mujeres famosas han denunciado haber sido víctimas de acoso sexual. Naturalmente, el punto de vista de Nina Proll no es el más popular en estos momentos, básicamente porque, como es inevitable, algunos mastuerzos machistas (no digamos nombres, pero todo el mundo sabe quiénes son) pueden sentir que sus posiciones australopitecas son defendidas. Y además por una mujer, que es un poco como si una persona de color se metiera a skinhead.

Lejos de retractarse, y a pesar de haber recibido algunos apoyos de esos que llevan a pensar que hay amores que matan y adhesiones que mejor que no, que mira, que no, Nina Proll ha continuado defendiendo su postura en diferentes foros. Naturalmente, también le han preguntado por el tema en Frühstück bei Mir. Y allí estaba yo, con mi toalla alrededor de la cintura (no quiero que mis lectores me imaginen como de verdad estaba, o sea, en bowlings for columbine dispuesto a meterme en la ducha) cuando ha surgido la pregunta.

Nada más la he escuchado, he suspendido la tarea de abrir el grifo del agua caliente y he cerrado el del agua fría y me he dicho:

Vamos a ver cómo defiende su postura“

Y lo que ha dicho me ha parecido no solo muy razonable, sino mucho más feminista en muchos aspectos que la campaña famosa (la cual, y lo digo entre paréntesis y sin querer quitarle ni un gramo de gravedad al serio problema del acoso sexual, me parece que es una cosa que es inseparable de una cierta histeria con la que los americanos miran todo lo relacionado con el sexo y el contacto físico).

De manera muy elocuente y demostrando que tiene la cabeza muy bien amueblada, Nina Proll ha dicho que, naturalmente, los casos de acoso en donde, además, interviene una relación de poder, como es el caso de aquellos en que se producen en el entorno laboral, le parecen asquerosos pero que, evidentemente, estamos llegando a unos grados (la histeria americana de la que yo hablaba más arriba) en los que culalquier aproximación de índole sexual que no sea deseada de antemano por la persona que la recibe, sea hombre o mujer, ya son vistos con indignación como acoso sexual.

Para mí, ha declarado, el acoso sexual cuando un hombre le hace una proposición a una mujer, la mujer dice que no, y el hombre sigue como si nada“ -ha dicho.

En Frühstück bei Mir ha explicado mejor su postura:

– Claro, el acoso no es exclusivo de las mujeres también a mi marido puede llegar alguna -pelandrusca- y preguntarle si le hace una felación. Probar suerte, claro que la puede probar. Mi marido le dice que no, y asunto arreglado –y ha continuado: yo no estoy de acuerdo con la campaña esta del „yo también“ porque me parece que es perpetuar el reparto de roles del machismo. O sea: el de la mujercita indefensa que no tiene más remedio que rendirse ante el hombre que es mucho más fuerte que ella y, naturalmente, está en una posición superior. Y no. No es así. Hasta el momento en que nosotras no nos demos cuenta del auténtico poder que tenemos – quizá el poder de decir que no a según qué situaciones, añado yo para que se entienda- no tendremos auténtica igualdad de trato. Y no retiro lo de que me parece que muchas van por ahí „mendigando“ reconocimiento (hausieren gehen, fue la expresión que ella utilizó originalmente) por haberse negado a, o haber recibido proposiciones de.

Y ha continuado:

-Si a mí un productor me pide sexo a cambio de darme un papel, me parece zafio, me parece asqueroso, el tipo me parece un gilipollas (Trottel) pero no es un criminal. Es más: yo es que con gente así no quiero trabajar. En un caso así yo renunciaría a un papel.

Quizá porque yo siempre me pongo del lado del que echa el mítin (ese defectillo tiene uno) el punto de vista de Proll me ha parecido de lo más sensato (aunque soy consciente de que quizá no todo el mundo es tan valiente como ella o tiene las mismas posibilidades de decir que no).

Después de escucharla y comprobarlo, me he metido en la ducha, a seguir disfrutando del domingo.


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