Francisco Boix: el fotógrafo de Mauthausen

En unos años oscuros, el heroismo de un español fue definitivo a la hora de condenar a los criminales jerarcas nazis. Esta es su historia.

24 de Noviembre.- Ernst Kaltenbrunner era un tipo de esos que no te gustaría encontrarte en una calle oscura. Era muy alto (medía casi dos metros, lo cual, para la primera mitad del siglo pasado, era una cosa bastante fuera de lo normal incluso en Centroeuropa), tenía la cara alargada y lobuna, los ojos fríos y, para más inri, una cicatriz, fruto probablemente de los duelos rituales a los que, todavía hoy, se someten los llamados Burschenschafter, le corría por la mitad de la cara. Se había licenciado en derecho en la Universidad de Graz, y era conocido por ser extremadamente tenaz, particularmente en la práctica del mal, cosa que, para el régimen nazi, le convertiría en un talento inapreciable. Poco después de la anexión de Austria a la Alemania nazi, Kaltenbrunner fue ascendido a jefe en Viena de la Gestapo, la policía política nazi, cuyos tentáculos asquerosos abarcaban casi todo lo que hoy es territorio austriaco.

Hay una foto que sirvió entre otras de prueba en el juicio que, en fechas como las de hoy del año 1946, se celebró en Nüremberg y en el que Kaltenbrunner fue condenado a morir en la horca. La foto fue tomada probablemente en un día nublado (a pesar de ser en blanco y negro, la ausencia de sombras hace sospecharlo). Está ligerísimamente desenfocada, particularmente en el primer término, pero el rostro de Kaltenbrunner y de uno de los hombres que le acompaña es perfectamente reconocible. El que está con él es Heinrich Himler. Kaltenbrunner mira a Himler, no se sabe si con cierto desprecio, mientras este está hablando con otro soldado. De fondo les sirven unos barracones nuevos, edificados sobre unas plataformas de granito. Son los del campo de exterminio de Mauthausen-Gusen, que aún hoy está situado en las cercanías de Linz.

La foto la tomó un español. Se llamaba Francisco Boix y vivió lo suficiente como para poder llevarse la alegría de haber entregado a la justicia a sus torturadores y a los de varios miles de españoles presos que murieron en el campo de Mauthausen. Se le conoce como „el fotógrafo de Mauthausen“ y esta es su historia.

Boix nació en Barcelona el penúltimo día de agosto de 1920. Fue militante de las Juventudes Socialistas Unificadas de Cataluña y durante la guerra civil fue fotógrafo de prensa en la revista Juliol. En el 38, ya avanzada una guerra civil que la República tenía perdida, se alistó para combatir en el Ejército, en la batalla de Teruel, de horrible recuerdo no solo para los que lucharon en ella (en los dos bandos) sino para las generaciones venideras, que no podemos sino espantarnos de tanta sangre derramada y por razones tan brutales.

Cuando se terminó la guerra, Boix se exilió como muchos compañeros de bando a Francia en donde empezó su cadena de cautiverios. Las autoridades francesas, por un lado porque no se decidían a enemistarse con el naciente estado franquista y por otro lado porque les resultaba difícil administrar aquella tremenda cantidad de refugiados, internaron a Boix y a muchos miles de españoles en campos de concentración en donde lo que más había era miseria y enfermedades. En 1940, cuando los alemanes ocupan Francia, la parte de ese país que se había negado a colaborar con los nazis, puso a Boix y a otros españoles a combatir. En estas estaban cuando cayeron prisioneros y los mandaron a Mauthausen.

En el campo austriaco, Boix trabajó en el departamento fotográfico, que servía principalmente para usos policiales. Tenaz, hombre de ideas progresistas, acometió la hazaña de utilizar el equipo del que disponía para documentar las duras condiciones de vida en el campo de concentración, y hasta la liberación de Mauthausen consiguió ocultar una buena cantidad de fotos como la que describía al principio de este post.

Cuando terminó la guerra su heroicidad tuvo su recompensa y los criminales nazis pudieron ser condenados en gran parte con la prueba irrefutable de sus fotografias. A partir de entonces Boix trabajó como fotógrafo de prensa para medios cercanos al parido comunista, como L´Humanité. No le dio mucho tiempo a disfrutar de la libertad, ya que murió en 1950, como consecuencia de una enfermedad renal que probablemente era consecuencia de su cautiverio en el matadero de Mauthausen. El día 16 de Junio de este año sus restos fueron transladados con todos los honores al cementerio parisino de Pere Lechaise, en donde descansan en una tumba de honor.


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