El hombre más poderoso de Austria

Como amigo es bueno, como enemigo, debe de ser peligroso ¿Es el hombre más poderoso de Austria? Probablemente, sí.

27 de Noviembre.- Aunque probablemente lo que voy a decir irritaría bastante a cualquiera de nuestros profesores de literatura, se puede decir que los escritores pueden dividirse cómodamente en dos grupos: por un lado, los que tienen biografía y por otro los que tienen obra.

Entre los escritores con biografía, por tomar un ejemplo muy conocido de lo que quiero decir, estaría Hemingway.

Don Ernesto, incluso cuando estaba escribiendo, estaba viviendo peligrosamente. Es famoso su método para escribir las crónicas que mandaba desde el Madrid republicano. Las escribía a lápiz y de pie, para no detenerse -eso decía él- en ningún detalle que no fuera imprescindible (milagro fue que no se partiera nunca la tibia ni el peroné). En cuanto a los escritores que solo tienen (o casi solo) obra, quizá el más famoso sea Borges. De la vida de Borges, fuera de que al final no veía tres en un burro y que una vez se encontró por la calle a la que había sido su mujer y, de tan despistado que era, no la reconoció, poco más se puede decir. Todo lo que Borges da de sí (y da mucho de sí, entre las genialidades y las auténticas idioteces que también dijo) está en sus libros.

Lo que se puede decir de los escritores también vale para los periodistas, sobre todo si nos centramos en lo que podriamos llamar „periodista/personaje“ o periodista compulsivo, o sea, ese que vive el periodismo, el sentirse él mismo en el centro de la noticia y ser él mismo el centro de la noticia, del mismo modo que el yonki vive el frenesí de su drogadicción. Son personas, son personajes, que como cantaba Ana Torroja en inmortal tonadilla de Mecano se parecen „a polillas que de tanto dar contra el cristal se han colado en la bombilla“ (Jose María Cano, ese rapsoda). Así es el hombre del que hablaremos hoy. Uno sin duda de los más influyentes en Austria, sobre todo entre el segmento de población de clase media-baja/ baja a secas.

(Entre la otra también, lo que pasa es que la clase media y media-alta no lo sabe).

Habrá quien diga que llamarle periodista es excesivo, habrá. Pero qué quieren mis lectores que yo les diga, también el Joker y Lex Luthor tienen derecho a la vida.

Fellner, que así se llama nuestro hombre es, según sus críticos (y los tiene acérrimos) el Joker y el Lex Luthor del panorama mediático austriaco. Una especie de contrafigura de Armin Wolf. Un tipo socarrón que solo parece tener una prioridad: que la verdad no le estropee un buen titular. Si uno mira en internet buscando su biografía se da cuenta de que no la tiene: los hitos más importantes que jalonan su vida son los medios que ha ido fundando a lo largo de sus sesenta y tantos años de existencia.

Fellner es el creador incluso de un estilo „el Fellnerismo“ o „la Fellnería“ (lo cual, aplicándolo a la prensa, le deja a la altura del landismo nuestro) y, desde que el Gobierno austriaco le concedió una frecuencia de televisión vive feliz en el plató de Oe24, la emisora adosada al „Österreich“ (gran periódico, pero mejor instrumento de higiene íntima) atalaya desde la cual ejerce de portavoz entre „el pueblo“ y los personajes que quieren comunicarse con él. Él es el medio. Él es el mensaje.

Wolfgang Fellner nació en Salzburgo en 1954 y se puede decir que por las venas le corría ya desde la maternidad tinta de rotativa. Ya con catorce fundó su primer medio (fue precoz), el cual por cierto, después de pasar por diferentes manos (dio un pelotazo vendiéndoselo al Kurier) ha terminado perteneciéndole de nuevo.

Aunque sin duda el puntal del Fellnerismo, el medio en el que encontró un estilo que ahora se prolonga en el Österreich es el semanario News, que fundó en 1990. En él, se fraguó el estilo que, hoy en día, pone y quita gobiernos en este país (o por lo menos aspira a hacerlo). Un estilo hecho de tablas, de gráficos y de rankings (muy poco texto), de emoción, de sangre, de tripas, de sexo mainstream (chicas medio desnudas, porno softcore y famoseo), portadas hechas con collages fotográficos y, sobre todo, una política comercial muy agresiva que hace que entre dinero en las cajas y con él, el poder. Dicha política comercial agresiva se manifiesta en la delgada y confusa línea que en los medios más directamente controlados por Fellner separa la publicidad de la información, hasta el punto de que hay muchos críticos del Fellnerismo que sostienen que en realidad la publicidad y la información están tan inextricablemente unidas que son muy difíciles de separar.

A pesar de que sus métodos no son nada sutiles y de lo que podríamos llamar esa adrenalina del poder que el cuerpo le pide, Fellner, quizá por ser un personaje cuya influencia está muy circunscrita a Austria, está muy lejos de ser un tipo a lo Donald Trump. De hecho, gran parte del poder del que goza se debe a que es un águila que ha sabido diversificar muy bien sus inversiones. Fellner, a través del grupo News Media no solo controla la industria austriaca del periodismo-basura (el Österreich y los tentáculos que le cuelgan, de los que hablábamos) sino también el muy correcto y sesudo semanario Profil; asimismo el grupo News tiene participación en Mediaprint, el grupo que edita el Kurier y el Kronen Zeitung.

¿Es Fellner el hombre más poderoso de Austria? Si no lo es, por lo menos es muy posible que él esté persuadido de que sí.


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