Strakurz empuña la tijera

Tras dos días de reunión, el nuevo Gobierno austriaco ha anunciado varias medidas nuevas. Conclusión: Austria va a apretarse el cinturón. Y mucho.

5 de Enero.- El nuevo Gobierno austriaco llevaba dos días enclaustrado, piensa que te piensa y hoy, vísperas de los reyes, el Gobierno austriaco ha salido de su retiro para anunciar el fruto de sus deliberaciones. Strakurz ha dado una rueda de prensa conjunta para anunciar una serie de medidas, algunas de las cuales, como ha dicho el canciller más mozo de la Unión, no hubieran podido ser aprobadas de haber estado el SPÖ en el Gobierno.

Nada de caras largas, como solía haber en las ruedas de prensa de Kern con Michelena primero y con Kurz, más tarde; sino, es el signo de los tiempos, sonrisas por doquier. De hecho, el vicecanciller Strache ha resaltado que, a diferencia de lo que sucedía en otros tiempos, hoy por hoy, los dos mandatarios que „mandatan“ en Austria se llevan un horror de bien y que de esta sintonía personal fluye, como un karma misterioso, toda la capacidad reformadora del Gobierno.

Pero entremos en materia ¿En qué han consistido las medidas anunciadas por Strakurz? Pues si hacemos un resumen más allá de los titulares en una mezcla de sensatez, eufemismos y populismo duro. Parecen elementos difíciles de conciliar, pero el nuevo ejecutivo austriaco ha demostrado hoy que se puede perfectamente hacerlo.

En primer lugar, en lo que todos los medios austriacos ponen el énfasis es en el deseo del Gobierno de ahorrar. Lo cual no deja de ser lógico. Al fin y al cabo, el presupuesto de un Gobierno es como el presupuesto de la casa de todos nosotros, si entra menos, hay que gastar menos y, naturalmente, el Gobierno de Strakurz (más la parte de Kurz que de Strache, seamos también sinceros) lo que ha vendido todo el rato, muy dentro de la lógica neoliberal, es que los austriacos están muy presionados fiscalmente. Una bajada de los impuestos se traduce automaticamente en que hay menos entrada de dinero en las arcas públicas (son panes prestados) de manera que el Estado tiene que apretarse el cinturón.

Naturalmente, ni Kurz ni Strache, ni los que les escriben los discursos tienen ni un pelo de tontos y a ellos les gustaría, si es posible, ganar las próximas elecciones (heilige Madonna, otra vez). Esto implica, naturalmente, que deben conciliar el ahorro con el no tocarle los bowlings al votante medio austriaco. De manera que, tras pregonar a los cuatro vientos su intención de ahorrar en la administración general del Estado (deshaciéndose, por ejemplo, de contratos de alquiler obsoletos y eliminando duplicidades entre las administraciones), Strakurz ha ido directamente a contentar a los lectores del Kronen Zeitung y ha anunciado una medida que entra dentro del populismo duro. O sea: para poder recortar (llamemos a las cosas por su nombre) y no tocarle los perenguendengues al votante austriaco, qué mejor solución que recortar gastos en aquellas personas que no pueden votar y que, por lo tanto, están incapacitados para la protesta.

Así pues, Strakurz ha anunciado que va a recortar drásticamente las ayudas familiares que reciben los trabajadores extranjeros y que, en muchos casos, van a parar fuera de las fronteras de Austria (ese viejo mito, tan caro a la ultraderecha, de las aldeas de Rumanía viviendo a costa del sufrido contribuyente austriaco). Quizá alguno de mis lectores recuerde que ya se habló de esto en el pasado pero que la cosa no prosperó precisamente por la oposición del Partido Socialista y porque voces sensatas indicaron que, como el aleteo de la mariposa que produce un huracán al otro lado del planeta, el recortar las ayudas familiares podía tener consecuencias imprevistas e indeseadas en un sector radicalmente distinto: el de la asistencia de personas dependientes.

Veamos: en Austria -país rico- la mayoría de las personas que se dedican a asistir a mayores y enfermos son trabajadores extranjeros, provenientes de países pobres. Estos trabajadores son, en su mayor parte, trabajadoras. Son trabajos que se hacen por un sueldo modesto, porque son trabajos que, en general, los nacionales no desempeñan con agrado. A estas mujeres el trabajo les merece la pena porque redondean el sueldo con las ayudas familiares. De manera que si, como el Gobierno austriaco se propone, estas ayudas se adaptan al coste de la vida de los países receptores, puede ser que a estas señoras no les tenga ya cuenta más desplazarse desde Eslovaquia o Chequia y cuidar a los mayores austriacos, de manera que, de aquí a pocos meses el sector asistencial puede encontrarse en una crisis grave de mano de obra.

Por supuesto, los lectores del Kronen Zeitung es poco probable que paren mientes en estas cosas y saludarán con alegría esta medida del Gobierno (¿Por qué los austriacos tenemos que mantener a los niños en Rumanía, Chequia o Eslovaquia? Que se busquen la vida) pero quizá la cosa no sea tan fácil. Tiempo habrá para ver lo que sucede.


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