Mírala cara a cara que es la primera

Ayer una masiva manifestación contra el nuevo Gobierno tomó el centro de Viena. Al mismo tiempo, al otro lado de la ciudad, se reunían aquellos contra los que se protestaba.

14 de Enero.- Una de las cosas más llamativas del último cambio de Gobierno en Austria ha sido la inusitada ausencia de reacción internacional, sobre todo considerando los precedentes. O sea, la última vez que la ultraderecha entró en el Gobierno de EPR. En aquel momento, se habló incluso de sanciones internacionales contra Austria.

Esta vez, salvo algún que otro manifiesto aislado, la verdad es que a nadie ha parecido importarle un pimiento que un partido como el FPÖ, cuyos vínculos con la ultraderecha y, sobre todo, con la roña ideológica que conlleva (el patrioterismo, el fundamentalismo religioso, la xenofobia, la homofobia, el racismo) son tan evidentes, haya conseguido llegar a dirigir los destinos de un país que, si bien es pequeño y de importancia modesta a nivel europeo, sí que tiene un peso simbólico importante.

Por supuesto, la Europa de últimos de los noventa y de principios de este siglo no era la de hoy.

La crisis del año ocho, como sucedió con la del veintinueve, ha arrasado con muchos de los tabúes que eran indiscutibles antes. La parte oriental del continente, la Europa pobre, es cada vez más reaccionaria y preocupa, por ejemplo en Hungría (aunque no solo) la deriva autoritaria, que lleva incluso a lo paramilitar, del Gobierno de Orban (tan admirado, por ejemplo, por el vicecanciller Strache, que ayer se lamentaba ante sus seguidores de no contar con una mayoría absoluta que le permitiera “orbanizar” Austria, perspectiva que a las personas normales les pone los pelos de gallina). O la influencia cada vez mayor en Francia del Front National de Marine le Pen. También era una Europa sin Brexit ni sin “pelodetormenta” Farage, el cual estos días recomendaba a sus seguidores que se preparasen para un segundo referendum a propósito del Brexit, referendum en el que, quizá, está vez, triunfase el sentido común.

Ayer, sin embargo, se produjo en Austria la primera gran reacción contra el nuevo Gobierno y sus políticas (políticas, la verdad, hasta ahora solo esbozadas, porque desde que el año empezó, los ministros, tanto los corticos como los deréchers, no cesan de correr de aquí para allá como pollos sin cabeza, pero sin llegar a nada particular aunque es de temer que algún día las medidas que se están esbozando se hagan oficiales y entonces, como diría Antonio Gala !Ay!).

Varias organizaciones de izquierdas convocaron una manifestación con vocación de ser masiva (para lo que es Austria y, sobre todo, para la tarde que hacía, lo fue). Empezó delante de la Westbahnhof y terminó, ya entrada la tarde, en la Heldenplatz, que es un poco el “manifestódromo” de los vieneses cada vez que quieren cantarle las cuarenta a quien sea.

Según la policía, asistieron a la marcha veintemil personas y según los convocantes, setentamil sobre poco más o menos. Fiémonos más de las fuerzas del orden, porque ya se sabe que los que convocan las manifestaciones tienden a ver triple. En cualquier caso, la protesta fue muy exitosa y las fotos publicadas por los medios austriacos muestran que la plaza, como decía el dúo sacapuntas, estaba “abarrotá”.

Mientras tanto, al otro lado de Viena, en las cercanías del Shopping City Süd, el FPÖ, partido contra el que se protestaba principalmente, celebraba su tradicional encuentro de año nuevo.

Tradicional en la celebración, pero este año no tradicional en el contenido. Hace un año, Strache era aún una princesa del pop, eterno aspirante a convertirse en gran dama de la canción. Hoy, sin embargo, es vicecanciller. Hubo en sus palabras ante sus seguidores (gente que tiene fama de no pararse en finezas) una encendida defensa de la labor realizada hasta ahora (o sea, de lo de los pollos sin cabeza) aunque también un cierto tono de “excusatio non petita”, sobre todo cuando Strache, que es un gran conocedor de su público, interpretó los rugidos de la multitud como un cierto reproche por no haber dejado este país acomodado al modelo que el FPÖ lleva años defendiendo.

Como decía más arriba, Strache aludió a Viktor Orban y dijo que si él contara con una mayoría absoluta, no le temblaría lo más mínimo el pulso a la hora de “Orbanizar” Austria, pero al no contar con ella, había que conformarse. Naturalmente, el subtexto de esto era: “esto es una situación provisional, pero en unos años, cuando seamos nosotros el principal partido del Gobierno (glubs) ya demostraremos de lo que “semos” capaces”.

Algo me dice que no vamos a ganar para manifestaciones.

Esta semana, excepcionalmente, 360 around Vienna se publica el domingo (normalmente, sale el lunes). Y no es por nada, pero esta semana me ha quedado un vídeo de realidad virtual chulísimo. Mis lectores (ahora también mis “YouTubevidentes”) pueden suscribirse aquí al bonito canal “360 around Vienna” y en este link, demostrar que les encanta, dándole like a la página de Facebook correspondiente.


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