Noticias desde la cara oculta de la Luna

En la cara oculta de la Luna, al este del Edén, hace frío, mucho frío. Tanto frío que ser capaz de distinguir un león de un dromedario vale de poco.

18 de Enero.- Vivimos en tiempos cada vez más líquidos. Antes, bastaba que una instancia suficientemente reconocida (por ejemplo, una emisora de radio) anunciase que los extraterrestres estaban invadiendo los Estados Unidos (naturalmente, los extraterrestres nunca se rebajarían a invadir Valdemorillo o Villanueva de la Serena) para que todo el mundo lo creyera. Hoy en día, sin embargo, sale un pedazo de médico vestido, para más inri, de militroncho y dice, en el mismo tono de seriedad que si estuviera comentando las últimas disputas entre árabes e israelíes, que Viejo Chocho de la Casa Blanca puede distinguir un león de un dromedario y que, por eso, goza de una perfecta salud mental y la gente poco menos que se le pitorrea en la cara. No „semos“ náiden, señora.

La credibilidad se vende carísima en estos tiempos.

Y si no, que se lo digan a Christian Kern (el pobre). El Gobierno ha cumplido estos días un mes y quizá sea el momento de ver qué sucede en „el principal partido de la oposición“, que es tanto como decir en la cara oculta de la Luna o al este del edén, o sea, sitios en donde no pasa nada interesante y hace mucho, pero que mucho frío.

Recordará el curioso lector que cuando se conocieron los resultados de las elecciones y estuvo claro que Sebastian Kurz formaría Gobierno (y estuvo claro que no lo formaría con el Partido Socialista), Christian Kern hizo pública su intención de ejercer una oposición elegante, slim fit, como si dijéramos. Un poco como es él. Durante la campaña electoral (con su lío de espionajes incluido) quedó bastante claro que Christian Kern era, probablemente, el mejor político que se presentaba. El más completo, el que tenía una auténtica experiencia de gestión, el que proponía cosas sensatas, el que nunca levantaba la voz, etcétera, etcétera. Sin embargo, como candidato tenía un defecto. Y un defecto además insalvable: Christian Kern representaba a una organización que estaba viviendo sus horas más bajas (por decirlo de una manera suave y no utilizar la palabra mierda, que siempre queda ordinario).

Cuando se conocieron los resultados de las elecciones, muchos pensaron que la caducidad de Christian Kern también había llegado y que sus horas al frente del partido socialista estaban contadas. No ha sido así (por lo menos no ha sido así de momento). El Partido Socialista sigue siendo la misma organización que era hace dos meses, lo que pasa es que ahora, alejada de los focos, parece que se nota un poco menos. Entretanto, Christian Kern, fiel a su costumbre, parece llevar lo de bailar con la más fea con una voluntariosa resignación. Como un disciplinado soldado socialdemócrata, Kern hace oposición de la forma en que los estrategas de su partido disponen y se esfuerza en recolocar su marca como va pudiendo (la criatura).

Ayer, por ejemplo, estuvo en el plató del informativo de Armin Wolf y el presentador, fiel también a su costumbre, repreguntó. Y repreguntó. Y repreguntó. Y el pobre Christian Kern siguió demostrando que es un bailarín disciplinado, aunque su pareja no sea, como decíamos más arriba, la más agraciada.

El motivo de la visita de Kern al dentista Wolf no fue, naturalmente, demostrar que puede distinguir un león de un dromedario, sino tener la oportunidad de explicarse a propósito de una acusación que el jefe del „principal partido de la oposición“ lleva días haciendo al Gobierno. A través de una modificación en la llamada lista de oficios con escasez de personal, que pasa porque esta lista se haga por regiones y no, como hasta ahora para el conjunto del país, el Gobierno quiere dar entrada en los próximos años a 150.000 extranjeros no comunitarios al mercado de trabajo austriaco. Antes, sostiene el Partido Socialista, Austria importaba obreros especializados, pero ahora va a importar panaderos, peluqueros, personal de limpieza, produciendo una presión sobre los sueldos y las condiciones de trabajo de los trabajadores autóctonos que va en contra de la paz social.

La clave de bóveda de esta afirmación está en los 150.000 (cifra que considerando que Austria no llega a los ocho millones de habitantes resulta más que respetable).

A pesar de las preguntas de Wolf, el excanciller no llegó a dar una respuesta satisfactoria a cómo los expertos de su partido habían llegado a la cifra de los ciento cincuentamil y, sobre todo, no llegó a explicar qué tenía que ver con la socialdemocracia el nuevo curso del partido, oficialmente a la búsqueda de la recuperación de la clase trabajadora y que muchos observadores piensan que es un intento de reeditar la estrategia que tantos y tan buenos réditos le ha dado a la ultraderecha.

Al ver al pobre Kern y pensar en su papel en el nuevo socialismo austriaco, daban ganas de exclamar lo que del Cid: qué buen vasallo, si tuviera buen señor.

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Ya queda menos para que salga el nuevo vídeo de 360 around Vienna. En inglés, video inmersivo para ver cómodamente con gafas o en la pantalla de tu ordenador. El futuro, ya está aquí. Para ti.


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