Será el amor (ay será será)

¿Busca usted pareja entre los componentes de este bonito pueblo austriaco? ¿Sí? Quizá le convenga leer este artículo para sacar alguna ideílla.

14 de Abril.- El amor de pareja y sus rituales, aunque pueda parecer lo contrario, son un invento relativamente reciente. Además, representa el testimonio de un gran progreso para la Humanidad, para la inteligencia colectiva, uno de cuyas señales es, lo dicen los psicólogos, lo que se llama la resistencia a la frustración. O sea, el cambiar la satisfacción inmediata por la esperanza del goce futuro (ya se dice en alemán que la mejor Freude es la Vorfreude). O sea, el paso que va del aquí te pillo aquí te mato a las canciones de Maluma.

¿Cómo sucedió esto? En la Edad Media no existía apenas la vida privada. Tampoco se consideraba que fuera necesario. Vasallos y señores vivían en una promiscuidad que hacía que las cosas del cuerpo se vieran con bastante más naturalidad que ahora. Naturalmente, cuando el señor del castillo se disponía a gozar en el dormitorio comunal de las gracias de la señora del castillo, pasaba un poco como en los documentales sobre leones de la BBC, o sea, que todos los miembros de la manada podían estar al cabo de la calle de lo que sucedía. Era natural que algún vasallo quisiera también gozar de lo que el señor gozaba (al fin y al cabo, los seres humanos nos dedicamos mayormente a la imitación). El señor del castillo, por su parte, y como es lógico, no estaba por la labor de que nadie que no fuera él le hiciera la caidita de Constantinopla a su señora. Por supuesto, no solo oponía una vigilancia férrea, sino que también amenazaba con cortarle los perenguendengues al que se atreviera a tocarle un pelo de la ropa a su dama.

De esta insatisfacción de los que se veían obligados a lavar a mano lo que el señor lavaba a máquina, nacían los lógicos suspiros, las lógicas languideces. Oidos que fueron estos suspiros por los que, en aquella época, hacían las funciones de Spotify (o sea, los trovadores, que no eran más que señores ambulantes que se ganaban la vida cantando coplas) vieron una oportunidad de negocio.

-Pierre, esto del amor cortés es un invento.

-No sé, no sé. Donde esté un buen cantar de gesta

-Que no, bobo. Esto le gusta a las hembras de la especie, y en todas las casas las hembras de la especie son las que deciden en qué se gastan los „maravedises“.

El camino a Miguel Bosé,a Justino Biberio, a Luis Miguel, a Julio Iglesias y a Elvis -la pelvis- Presley estaba abierto.

Fue cuestión de poco que se crease todo el aparato conceptual. El amante despechado al que la tunanta cambiaba por otro (el tango, género de cornudos, como todo el mundo sabe); el amante insatisfecho, el que se enamoraba sin esperanza de la mujer inalcanzable; minoritariamente, el que era feliz en el amor, etcétera. Se puede decir que desde hace por lo menos medio milenio, los compositores de canciones no han inventado nada nuevo. Luis Fonsi sigue utilizando más o menos el mismo repertorio de canciones que Jean le trouvadeur allá cuando el mundo era joven e inocente.

La gente piensa que todo esto del cortejo y tal es una cosa natural, cuando el amor es lo menos natural que hay en el mundo y, de hecho, hay culturas que no tienen ni palabra para expresar lo que, según Don Draper, fue inventado por los ejecutivos de las agencias de publicidad para vender medias de naylon (y bragas, y máquinas de taladrar).

El amor es el cimiento de las relaciones entre las parejas pero una encuesta realizada entre el sano pueblo austriaco ha demostrado también que hay otros pegamentos que mantienen a la gente unida cuando se les pasan las ganas de hacer el amor a todas horas. Uno de esos pegamentos son las opiniones políticas. Según un estudio realizado entre personas emparejadas de edades comprendidas entre los 16 y los ochenta, un 86 por ciento declaraban tener las mismas ideas políticas o parecidas que sus parejas aunque, llamativamente, solo un treinta por ciento de los encuestados parecía estar seguro/a de que su pareja hubiera votado lo mismo que él o ella en las últimas elecciones. El setenta por ciento de los encuestados (punto arriba o punto abajo) afirmaban tener los mismos hábitos alimenticios que sus parejas, el mismo gusto musical (esto, sí que es importante, señora, para que una pareja se conserve, nada hay que una tanto como lo que tu santito/a pone en la radio del coche) y las mismas actividades de ocio. En lo que no está la cosa tan igualada es en el deporte. Claro, el hombre (y la mujer) es un animal vago por naturaleza. Ya lo decía un profesor mío.


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