El Paco con botas

Los madrileños no tenemos acento ninguno. Los que tienen acento, como todo el mundo sabe, son los otros.

4 de Junio.- Como todo el mundo sabe, los que hemos nacido en Madrid no tenemos acento. Acento tienen otros.

Los de Zaragoza (qué gracioso, el acento maño), los de Lugo , los de Jerez de la Frontera. Toda esa gente hablan, como todo el mundo sabe, raro. Los madrileños miramos al resto de los españoles (!Y qué decir de los latinoamericanos!), un poco con condescendencia, porque nosotros no tenemos acento, ya se sabe, y son los otros los que hablan…Bueno, como ellos hablan.

Cuando yo era pequeño, a mí esta carencia de acento que tenemos los madrileños me daba rabia, la verdad. Sobre todo, habiendo nacido en una familia en donde los acentos eran tan bonitos. El acento andaluz de mi abuela Alejandrina, sin ir más lejos, ese acento precioso de la parte atlántica de Andalucía, que da gusto oirlo porque parece que te mece y te hablan por bulerías. O el acento extremeño de mi padre y de mi abuela (tan suave también, sedoso como el aceite de oliva, con esas jotas aspiradas y esas construcciones tan prácticas que en el colegio, siendo bien pequeño, me enseñaron que eran incorrectas, porque no se ajustaban al acento, mucho más fino, de Madrid; bueno, al no-acento de Madrid).

A mí, de pequeño, los acentos de mi familia me daban rabia, porque me parecía que molaba un montón tener acento.

Por ejemplo, el suavísimo, muy sensual, acento catalán de Julia Otero, que a mí me parecía una cosa muy elegante. O el acento cubano de Mayra Gómez Kemp. De Mayra y de Julia no me reía, claro, pero sí de los acentos de mi familia, porque yo, al ser un niño de Madrid no tenía (no tengo) acento ninguno, y por lo mismo tenía que reirme del acento de los demás.

De todas maneras, como si fuera a ir a pagarlas todas juntas algún día, al llegar a Austria, cuando aprendí alemán, me di cuenta de que los austriacos son tan sensibles a los acentos (o más) de lo que podamos serlo los españoles. Claro, con el mapa que tienen de dialectos, pues hay acentos también para parar un tren a toda máquina.

Cuando yo llegué aquí, por cierto, una de las primeras cosas que pregunté fue esa: que cuál era el acento bueno. Y me dijeron que no había, que todos son bonitos.

Camina la paquiderma -pensé yo-. O lo que es lo mismo: anda la osa.

También descubrí, cosa que me pareció una curiosidad, que lo mismo que todos los españoles imitamos el acento que tiene un francés hablando nuestro idioma (y nos descojonamos des sus egges y del peggo de san Dggoque), o ese acento que nos parece como de tontos (o de Aznar) que tienen los anglosajones hablando español, lo tenemos, mira tú por dónde, nosotros los españoles cuando hablamos en alemán. O sea, que hay un acento español hablando alemán. También hay un acento muy característico de los húngaros hablando alemán (la actriz húngara -y más nazi que Goebbels- Marika Rökk, se hizo de oro poniendo el acento en cuestión, aunque ella sabía hablar perfectamente alemán sin acento).

Vamos: otro trauma.

Porque yo pensaba que la manera que tengo de maltratar la pronunciación de esta lengua extraña era única y personal en mí mismo. O sea, era „el Pacoacento“.

Y yo estaba encantado de la vida de él. Me sentía especial, me sentía único. Después de años y años de ser un madrileño sin acento (los madrileños no tenemos acento ¿Se lo había dicho yo ya?) pues tenía un acento. Y además, el mío.

Pues, como cantaba Mary Faith from Triana, My sands towers came to the ground (o sea, mis torres de arena vinieron al suelo) y fue el día en que una sobrinilla austriaca que tengo estaba viendo El Gato con Botas, la de Disney, y cada vez que dicho gato abría la boca se moría de risa (en el original, lo hace Antonio Banderas, poniendo el acento español que los españoles tenemos hablando inglés). Y yo, cada vez más mosca, y la madre muerta de risa también.

Se reían las dos de que el gato con botas habla como El Paco (con botas y sin ellas).


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Comentarios

Una respuesta a «El Paco con botas»

  1. Avatar de Bad Vöslauer
    Bad Vöslauer

    El acento era catalán pero ella es de Monforte de Lemos (Lugo). Y no tiene nada que ver con el Terito de Fariña que comerciaba con tabaco que era de Pontevedra.

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