Kleiner Brauner

A partir de hoy, Austria preside la UE. En el semanario Der Spiegel han decidido amargarle la fecha al Gobierno de Viena.

1 de Julio.- Hay una cosa que está clara: hasta esta semana, la Unión Europea tenía un motor: Alemania. Las relaciones del resto del continente con Angela Merkel no han sido, ni mucho menos, siempre cordiales. Pero Alemania representaba un poder estable y fuerte, el de la canciller Merkel. Sin embargo, como le ha pasado a muchos equipos aparentemente sólidos en el mundial de Rusia, la Alemania de Merkel puede estar a punto de dar „la campaná“. En estos momentos, Angela Merkel está luchando por su supervivencia política El cerco sobre Angela Merkel viene de la derecha, representada por el partido conservador bávaro que la sostiene en el poder y de la ultraderecha de la Alternative Für Deutschland. Hace unos años, los periodistas alemanes invitados a la tele austriaca para hablar del ascenso de la ultraderecha en Austria, podían mirar con suficiencia a sus colegas de este lado de los Alpes y decir que „en nuestra casa no pasan estas cosas“. Pues bien: ya pasan.

El centro de equilibrio de la política europea se ha desplazado hacia el este, y los partidos alemanes conservadores y ultraconservadores, a través de la experiencia austriaca han caido en la cuenta de que ciertas cosas ya no solo pasan en lugares políticamente agrestes como Hungría, sino que también pueden pasar en un país rico, de economía sólida y sistema social asentado. Y se han dispuesto a tomar el Palacio de Invierno. Y en el punto de mira está Angela Merkel, como decíamos más arriba.

En estos momentos, Strakurz, en el Gobierno austriaco, acaudilla al llamado grupo de Visegrado y el canciller austriaco se ha convertido en una persona a tener en cuenta en un futuro en el que, por lo que parece, los ideales fundacionales de la Unión van a sufrir una nueva torsión ¿Se romperán? Pues no se sabe.

De cualquier manera, la canciller Merkel sigue gozando de un gran poder de seducción y este poder se manifiesta en lo que podríamos llamar „el merkelismo sociológico“. Es poco probable que Merkel haya estado implicada en lo que voy a contar a continuación, pero es también muy probable que lo que voy a contar a continuación venga de sectores próximos a la canciller.

Se trata de un artículo que trae esta semana el semanario alemán Der Spiegel y que ha levantado ampollas en Viena.

Ya desde el titular queda claro que Der Spiegel no tira con balas de fogueo. El artículo se llama „ Kleiner Brauner“. Este es el nombre que en Viena se le da al café cortado (mucho café, solo un chorrito de leche) pero la traducción literal es el „pequeño marrón“, el „pequeño pardo“. O sea, el pequeño nazi (los nazis llevaban camisas marrones).

En él, el articulista dice haberse entrevistado con treinta ciudadanos austriacos prominentes para trazar un mapa del giro a la derecha del país que, durante los próximos seis meses a contar desde hoy, ocupará la presidencia de la Unión.

En los medios progresistas se citan párrafos enteros del artículo, en el mismo tono que mis compañeras de clase de la Universidad ponían cuando, a escondidas, se pasaban por debajo de los pupitres „Historias del Kronen“. O sea, ha dicho pu y lo que sigue.

En los medios conservadores, Die Presse, particularmente, se trata de quitarle todo el crédito posible al articulista de Der Spiegel y acusarle de hacer un retrato parcial de lo que pasa en Viena a base de haberse entrevistado solamente con la gente equivocada, entre la que se encuentra el director del semanario Falter, que no es que sea precisamente la hoja parroquial de la diócesis de Salzburgo, como todo el mundo sabe.

Der Spiegel presenta un panorama bastante negro, en el que la sólida democracia austriaca correría un serio peligro de „Orbanización“ (Dios nos libre). En muchos momentos, lo único que hace es una recapitulación del pasado de los políticos que, en estos momentos, ocupan la cúspide del sistema gubernamental austriaco y, por la presidencia de turno, la cúspide de la Unión. Del baúl de los recuerdos se saca el pasado neonazi del vicecanciller y, por supuesto, su Facebook, lleno de noticias falsas, racismo de garrafón y xenofobia. Austria, naturalmente, no se precipita hacia los años treinta, como el articulista de Der Spiegel quiere hacer creer, pero está claro que alguien a quien le han escocido mucho los últimos acontecimientos, ha apretado el acelerador para tratar de evitar consecuencias desagradables.


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