Señales de alarma

En los últimos cinco años los editores del ámbito de habla alemana han detectado un fenómeno que, si no se ataja, tendrá consecuencias horribles en nuestra sociedad.

8 de Julio.- Hace unas semanas leí en un periódico español una de esas noticias que son típicas de estos meses veraniegos: los científicos aseguran que, por primera vez desde hace casi un siglo, los niveles medios de inteligencia de la población decrecen sostenidamente desde 1975. O sea, esto es tanto como decir que los nacidos despues de 1975 serán casi con seguridad más torpes que sus padres o que sus abuelos.

Para afirmarlo, los científicos de un país nórdico habían examinado una muestra aleatoria de la población: los test de inteligencia de los reclutas del ejército del último siglo.

Las causas que apuntaban eran muchas: entre ellas la bajada sostenida del consumo de libros, el cambio de los hábitos de lectura hacia formas que no exigen concentración, en fin.

Esta pérdida general de inteligencia media en la población está teniendo ya consecuencias. No solo la bajada generalizada del nivel del debate público, que ha conducido al auge del populismo (Strakurz, en Austria, Trump en América, el Brexit, la semidictadura de Orbán en Hungría o el deterioro crónico del Gobierno italiano) sino también económicas.

Uno de los sectores más afectados es el editorial.

La mayoría de los libros que se venden en Austria se imprimen en Alemania.

A efectos editoriales, Austria, Alemania y Suiza forman un solo mercado. Pues bien: los expertos alemanes han anunciado que, en los últimos cinco años, el mercado editorial alemán ha perdido 6,4 millones de lectores.

Esto, entre otras cosas, quiere decir que el leer se está convirtiendo en cosa de viejos (como el que esto escribe). Las tasas de utilización de uno de los inventos más prácticos de la historia de la Humanidad, caen sostenidamente a medida que uno empieza a investigar a los nacidos a partir de los ochenta del siglo pasado.

El sector editorial mueve una gran cantidad de dinero en las sociedades desarrolladas. No solo los autores, sino las librerías, las imprentas, la industria papelera. Son miles de puestos de trabajo que se están perdiendo. Que se van a perder.

Otra de las cosas que los editores alemanes han notado es que, en general, el mercado se mueve hacia una infantilización y una simplificación brutal de los textos que se publican. Esto explica por ejemplo, el auge de géneros tan imbéciles y alienantes como la fantasía tipo Juego de Tronos y Dragones y Mazmorras o, algo específico del mercado germanoparlante, las novelas policiacas.

El acceso a internet y a las redes sociales está destruyendo un humus fertil del que históricamente ha brotado lo mejor de la intelectualidad europea: el pensamiento asociativo, la capacidad de abstracción, la capacidad de concentración sostenida sobre una idea pero, sobre todo, la tolerancia de personas que piensen de manera diferente al resto. Ellos son los que innovan, los que hacen mejor nuestra sociedad.

Por otro lado, es innegable que la calidad del sistema educativo se ha deteriorado. Y no solo en España. Hace unas semanas escribía yo con ironía de que los padres austriacos se habían quejado (en serio) de que había habido demasiados suspensos en la prueba de matemáticas de acceso a la Universidad. Y no se quejaban de que sus hijos no hubieran adquirido los conocimientos necesarios para aprobar, sino de que la prueba era demasiado difícil y claro, así no había manera.

El otro día, lo habalaba yo con una amiga. En los últimos cincuenta años el paradigma cultural dominante se ha inclinado a favorecer lo masivo. El argumento de ventas más seguro para un libro, para un disco o para un artista es que ha sido consumido por tantos miles de personas. Con horrible anglicismo se dice que equis producto cultural ha vendido tantos „millones de copias“.

Esto tiene un impacto tremendo en la complejidad del discurso al que un lector medio está expuesto. Por poner un ejemplo, hoy una novela como 1984 de Orwell no encontraría editor. La simplificación constante del discurso público, según los editores alemanes y los expertos en el desarrollo del mercado son la ventana abierta al populismo, al pensamiento en blanco y negro, al racismo, al nacionalismo.

Cada día, en Viena Directo, yo intento hacer mi modestísima contribución a la lucha contra este estado de cosas, intentando ofrecer a mis lectores visiones alternativas, razonadas, complejas, de los aspectos que están más cerca de mí. Tenemos que estar contentos porque somos, ustedes y yo, la resistencia. Tenemos que seguir luchando. Hale, que no decaiga.


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Comentarios

2 respuestas a «Señales de alarma»

  1. Avatar de Rodolfo Pèrez
    Rodolfo Pèrez

    Hola , coincido totalmente con lo que dice , los ojos de muchos jòvenes sin el brillo de la curiosidad en sus ojos, metidas las narices en sus celulares …
    soy docente universitario en Buenos Aires y acabo de corregir exàmenes, es notable y deprimente el nivel.
    esta semana en una clase curiosamente hablè con ellos de la necesidad de leer entre otros a Orwell , me preguntaron quien era….
    Soy docente en Salud Mental, aunque de apoco yo me voy quedando sin ella.
    gracias por tus articulos tan buenos y càlidos.

    1. Avatar de Paco Bernal
      Paco Bernal

      Hola Rodolfo! Muchísimas gracias por tu comentario 🙂 es una pena que no sepan tus alumnos quién era Orwell. No saben lo que se pierden 🙂 Un abrazo

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