Construyendo un mundo más justo

En un jardín de infancia de Viena se está desarrollando una experiencia piloto. Yo creo que todos los colegios, en el futuro, deberían ser así.

10 de Julio.- En cada época, en cada estadio de la Humanidad, en cada zona geográfica, el concepto « Hombre » y el concepto « Mujer », lo mismo que el concepto « infancia » son en gran medida constructos culturales.

En nuestra época, esto no es menos así.

Se podrían citar miles de ejemplos, de cómo han evolucionado roles y vestimentas a lo largo de la Historia. Por ejemplo, Hasta hace prácticamente nada, era normal que los hombres lleváramos falda y leotardos y, por ende, era un atributo de belleza típicamente masculino tener unas bonitas piernas (no hay más que leer las comedias de Lope de Vega, en donde a los galanes se les alaba la pantorrilla lo mismo que la aseada barba).

Entre el final de la primera guerra mundial y el prólogo de la segunda, el prototipo de hombre que gustaba a las mujeres (y al diez por ciento de los hombres, por lo menos) era el galán lánguido, tipo Valentino, de grandes ojos felinos y maneras seductoras ; a partir de la gran depresión, se impuso el modelo machote, tipo Clark Gable o John Wayne. Terminó la guerra mundial y se pasó de moda la masculinidad agresiva, y en los sesenta, los hombres volvieron a llevar el pelo largo, como había sucedido en el renacimiento. Hoy, hasta en las peluquerías de turcos en donde la testosterona se puede cortar en el aire con un cuchillo le ofrecen a uno mascarillas de carbón activado para limpiarse los poros y así, como dijo aquel, sucesivamente.

Podría decirse lo mismo de las mujeres.

En los treinta, Katharine Hepburn fue amenazada por la alcaldía de París con prohibirle entrar a la ciudad si inistía en su terquedad de ponerse pantalones. Si la Hepburn se atrevía, es probable que fuera porque había visto que había ya mujeres que querían ponerse pantalones también, o que ya se los habían puesto, como Marlene Dietrich, que gustaba tanto vestida como para salir en Vogue como con frac (tanto es así que la Paramount, la casa para la que trabajaba, imprimió fotografías suyas vestida de hombre en las que, dirigéndose a las mujeres, se decía « la mujer a la que usted podrá amar »). En los veinte del siglo pasado, justo cuando el hombre se volvía lánguido, se puso de moda la chica intrépida, la flapper ; la mujer que conducía coches y que había llegado al mundo laboral para quedarse y al concepto « mujer » se le adjuntó el apellido « trabajadora » .

Hasta ese momento, las mujeres no fumaban, porque era cosa de hombres, y tampoco tomaban la iniciativa en las relaciones amorosas, porque el papel de la mujer era ser un cebo para que el marido potencial picara y los cebos, ya se sabe, tienen que ser atrayentes pero no se les exige demasiada inteligencia.

La Historia de la cultura y de los usos amorosos daría para páginas y más páginas de anécdotas e historias semejantes. Cae por su peso que, si a lo largo de la Historia, los hombres (que han sido los que han llevado siempre la voz cantante en estas cosas) han decidido construir unos estereotipos en los que los papeles de hombres y mujeres eran diferentes (y ha sido una decisión, obviamente, consciente, que se ha prolongado en la socialización de los críos) también podemos decidir, como especie, construir unos roles para hombres y para mujeres más justos, en los que desaparezcan esas absurdas barreras que acotan « las cosas de chicos » y las « cosas de chicas ».

Como queda demostrado, menos en lo de traer hijos al mundo, dichas distinciones no están en la naturaleza de las personas y responden más a las reglas de la tribu y al mantenimiento de las cuotas de poder de cuatro listos que a ningún hecho biológico.

Y a qué viene todo esto ? Pues porque en el jardín de infancia de la Deddlergasse, en el distrito 16, han decidido darle a los niños una educación neutra y que cada crío y cada cría haga lo que le salga. Si una cría quiere jugar con coches o construir casas con el Lego, pues muy bien ; si un chaval quiere jugar a cocinitas, pues también fenomenal. En el reportaje en donde he leido esto explicaban que, incluso en la decoración, se han evitado los colores al uso (rosita y azulito) y que todos los juguetes están al alcance de todo el mundo.

Lo que más me ha gustado (quizá me ha gustado porque lo comparto totalmente) es que se han sentido en la necesidad de aclarar que el objetivo no es que los niños jueguen con muñecas y las niñas con coches, sino que cada persona, independientemente de lo que tenga entre las piernas, tenga la oportunidad de probar lo que más le apetezca y que probar no signifique nada más que eso : experimentar.

También explican que el personal utiliza conscientemente el lenguaje, porque somos machistas con los niños y no nos enteramos. Por ejemplo tendemos a decirle a las niñas lo guapas que van y a los críos lo fuertes que son. En el Kindergarten del que hablo, por ejemplo, se les pregunta a las niñas si han dormido bien.

En mi opinión, todos los colegios deberían de ser así y yo sigo sin tener demasiado claro por qué no lo son. Quizá por miedo ¿Verdad ?


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Comentarios

2 respuestas a «Construyendo un mundo más justo»

  1. Avatar de Eugenia
    Eugenia

    En las guarderías ya se hace… Tal vez no totalmente” neutra pero se acerca…
    Los juguetes favoritos de mi hija so los coches y los dinosaurios.
    Con los lego comparte gusto con su madre… que es arquitecto ????

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