La sindéresis

La mejor manera de saber a qué atenerse con alguien es saber cómo habla y escribe. Quien escribe bien, piensa bien.

11 de Julio.- Yo siempre digo, medio en serio medio en broma, que yo aprendí todo lo que tuve que aprender en el colegio y que, después, lo único que he hecho ha sido vivir de las rentas.

Es cierto que, en la humildísima escuela a la que fui, tuve unos profesores estupendos. Personas cuyo juicio tengo aún muy presente. Por ejemplo, Don Luis. Don Luis me enseñó casi todo el francés que sé y también me enseñó a escribir (de manera que, si algún post me sale malo, a él le cabe parte de la culpa). Cuando nos mandaba un ejercicio de redacción nos hacía ir a su mesa a leérselo (uno sospecha, ahora, que quizá con la edad se volvió duro de oído) y no nos pasaba nunca ni una frase vacía (Kurz hubiera tenido pesadillas con él, porque es una de esas personas que habla en círculos).

Conmigo, como sabía que me gustaba escribir (a él también) era especialmente exigente. Cuando a mí, que tendía a ser redicho, se me ocurría utilizar alguna palabra extravagante, me regañaba y me sugería alguna construcción más humilde (más aburrida también). Con la poca paciencia que le caracterizaba para casi todo, trataba de inculcarnos que el lenguaje tiene una lógica y que el que habla bien, piensa bien. Por lo mismo, nos enseñaba a fijarnos en cómo hablaba y escribía la gente, al objeto de saber a qué atenernos.

La Ministra española de la Presidencia y la Igualdad, Sra. Doña. Carmen Calvo, ha encargado un estudio a la Real Academia de la Lengua al objeto de que la Docta Casa evalúe el aspecto lingüístico de una reforma de la Constitución, con el fin de adaptar la Carta Magna a un lenguaje «inclusivo, correcto y verdadero a la realidad de una democracia que transita entre hombres y mujeres».

Leyendo estas dieciséis palabras se nota que Carmen Calvo, si es que ha sido ella la que ha perpetrado este párrafo, no fue nunca alumna de Don Luis y también se nota que no tiene ni idea de utilizar las preposiciones. Si yo fuera todavía el crío de doce años al que Don Luis enseñaba a escribir, hubiera escrito aquí algo sobre la sindéresis de la Sra. Ministra. Don Luis la hubiera llamado indocumentada o cosas peores. Sus alumnos le hubiéramos aconsejado a la Sra. Calvo que no se ofendiese, porque Don Luis trataba así a todo el que le sacaba de sus casillas.

Supongo que lo que Carmen Calvo quería decir (aproximadamente) era que se trata de adaptar la Constitución a un lenguaje “inclusivo, correcto y que refleje la realidad de una democracia en la que participan hombres y mujeres”. En español nada ni nadie puede ser “verdadero a nada” y lo de transitar entre hombres y mujeres, yo pienso que se cae solo, porque significaría aproximadamente que la democracia va de un punto A, llamado “hombres” a un punto B, llamado “mujeres”. Como un autobús. Y que nunca estaría en mujeres y hombres al mismo tiempo. Un sindiós.

¿Cómo está la cosa en Austria? Pues peor, porque a la Ministra española por lo menos se le ocurren cosas (“me se ocurre corporeision” que hubiera escrito Forges, que en paz descanse) pero en Austria, dada la alergia al cambio que es “verdadera al” ADN del país, ni eso. Se les ocurrió hace años cambiar la letra del himno nacional, para que Austria fuera la patria de grandes hijos e hijas, y se montó la marybrunette, con el fach…Digooo el viejoven de Gabalier declarado en rebeldía cantando la versión antigua del himno “porque siempre había sido así” (es el mantra nacional).

Hace poco el Ministro de Defensa austriaco anunció que se eliminarían de las comunicaciones del ejército las referencias a las mujeres porque, al fin y al cabo, en el ejército austriaco eran cuatro gatas y no merecía la pena. Otro que tal baila, con la sindéresis.

En cuanto a santa Consti, conocida aquí como Bundesverfassung, la verdad es que el grueso del texto data de los treinta del siglo pasado, con lo cual no es esperable que estuviera adaptado a unas realidades que a nadie se le pasaban entonces por la cabeza, como que alguna vez pueda haber en Austria una canciller o una presidenta. Se consagra expresamente eso sí, la igualdad de hombres y mujeres. Y el legislador ordena a los poderes públicos que la fomenten. Algo es algo.


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