Hay quien pueda pensar que, del siglo XVII aquí, la cosa hubiera mejorado para las mujeres. Ayer, en Viena, aprendimos que no. Una vergüenza.
10 de Octubre.- Érase una vez una político de los verdes a la que llamaremos Laurencia. Parece ser que de dicha político de Los Verdes se encaprichó un caballero (naturalmente, según la versión de la político).
Dicho caballero, al que llamaremos Leonardo, tiene, por cierto, un negocio en esta bonita ciudad que el Danubio riega con sus cantarinas aguas.
De alguna forma misteriosa, Leonardo se enteró del nombre de la elegida de su corazón (aunque también parece que el pito de dicho caballero intervino, como sucede casi siempre, bastante en la elección). Como quiera que Laurencia y Leonardo tienen cuenta en la única red social que queda (Google + cerró ayer) parece ser que Leonardo le mandó a Laurencia mensajes de carácter sexual en los que expresaba su intención de ponerla mirando pa Kirchdorf an der Krems en el caso de que cayera en sus zarpas.
A Laurencia, como es natural, no le gustaron nada los mensajes de este caballero (siempre, repito, seguimos su versión) ; parece ser que se negó a las pretensiones del baboso (presunto baboso, naturalmente) y el cortejante, despechado, empezó a escribir en el muro de esta mujer mensajes que hubieran podido hacer sonrojar a cualquier concursante de Gran Hermano VIP.
A la muchacha, como es lógico, estos mensajes no le gustaron ni un pelo, por lo cual se personó en la comisaría de policía más próxima a su domicilio.
Dado que la historia tiene tintes Lopescos (de Lope de Vega y Carpio, tatarabuelo de Leonardo diCarpio, el famoso actor) hagamos en verso parte de este post :
Escena Segunda,
En la comisaría
LAURENCIA- Mis encantos recatados
a Leonardo inflamado le han
Y el muy puerco, el muy truhán,
salidas notas me ha enviado.
POLICÍA – !Por vida de…!
LAURENCIA : Yo soy honrada, honesta,
Y mi fama veo puesta
en escandaloso brete
heme pues aquí, bien presta,
A meterle un buen paquete
POLICÍA.- Tente Laurencia, y templa
De tu corazón el fuego
En el hielo de las peñas.
Mira que quien onláin requiebra
aunque con privados peque,
sibilino zanja el pleito
en el vulgar periquete.
Leonardo estuvo suelto
y perito en nuestras leyes,
pues no existe en e pe erre
sin testigos que aseveren.
En prosa: O sea, que la ley austriaca no permite denuncias por injurias onláin.
Cuando nuestra Laurencia supo esto, hizo lo que pensó que era lo correcto en la era del Mitú. O sea, hizo sendas capturas de pantalla y las difundió. Leonardo se enteró y le calzó una denuncia a Laurencia, por difamación. Cualquier persona con sentido común hubiera apostado a favor de Laurencia.
Sí : he dicho cualquier persona con sentido común.
Porque la justicia le ha dado la razón a Leonardo y ha condenado a Laurencia a indemnizarle y a pagar las costas del juicio, porque no está demostrado que el autor de los mensajes haya sido el propietario de la cuenta de Feisbul desde la que fueron mandadas. Así pues, Laurencia fue por lana y volvío trasquiléitor. Lo que hubiera hecho Lope con este material.
Y, para los que ayer no lo vieran, hoy seguimos con el verso
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