Aquí Salzburgo, llamando a Moscú

La historia de hoy demuestra que hay que tener mucho cuidado con la gente que uno invita a su boda. Nada es lo que parece.

9 de Noviembre.- Este verano, una de las imágenes más comentadas fue la del baile que se marcó el putín de Putin con la mininstra de exteriores austriaca, durante la boda de la ministra en cuestión, Sra. Kneissl. La Sra. Ministra, que es independiente (no tiene carnet de ningún partido) pero que aterrizó en el Gobierno dentro de los Ministros nombrados por la ultraderecha, estaba, en dos palabras su-per-fe-liz. Tanto, que terminó haciendo una reverencia ante el Sr. Oscuro (no se sabe qué dijo de esto su marido, por cierto).

En la cara del mandatario ruso, la enigmática sonrisa a la que nos tiene acostumbrados.

Es conocido el gozo que embarga a Vladimir Putin cada vez que pone pie en suelo austriaco. Se sabe que no solo viene de manera oficial, sino que también lo hace muchas veces de forma privada, sobre todo a esquiar.

Podría decirse que Austria es para Vladimir Putin como Marina D´Or. O sea, un sitio en donde librarse de las tensiones que sin duda le produce estar todo el santo día defendiedo la familia tradicional, estrangulando la libertad de prensa, intoxicando la opinión pública mundial a base de jaquers que se dedican a llenar los feisbus de la gente de noticias falsas y acojonando, en suma, a la oposición en el interior del país.

Antes, ingenuos de nosotros, hubiéramos podido pensar que el putín de Putin venía con tanto placer a EPR porque le esperaban en el aeropuerto de Schwechat sus amigos del FPÖ con los brazos abiertos (se dice, se comenta, se susurra, que hay políticos del FPÖ que no pueden contener los orgasmos incluso ante la mera mención de la palabra Putin, por lo cual, en la sede del partido derécher se refieren a este mandatario como el Sr. P. solamente, para evitar espectáculos públicos y gastos extra de limpieza).

Sin embargo, ayer nos enteramos de por qué Vladimir viene a Austria con tanto gusto, y es porque aquí se siente seguro. No hay sorpresas desagradables que le aguarden, no tiene miedo de que en el hotel le pongan mermelada de naranjas amargas cuando su preferida es la de ciruela, por ejemplo, que es una cosa que da mucho coraje. Y es que Putin, antes de pisar Austria, lo sabía todo, pero todo, todo, todo, sobre lo que pasa en el país.

Ayer se supo que durante las últimas tres décadas, un militar austriaco de alta graduación residente en Salzburgo (hoy ya jubilado) estuvo vendiendo secretos a los rusos a cambio de trescientosmil machacantes en total (sale a diezmil por ejercicio, menos de mil al mes, que la verdad es una cantidad de dinero que no va a ninguna parte). El caballero, que hoy tiene setenta, empezó con su comercio reclutado por un espía ruso llamado « Juri » y por lo menos en una ocasión intentó dejar de espiar para los rusos y retirarse, un poner, a Benidorm.

Sin embargo, en Mordor ya se sabe que no son partidarios de estas cosas, y le debieron de amenazar de manera muy convincente (o el otro lo hacía por convicción, ya que hemos visto que por dinero no podía ser), porque el militar salzburgués siguió con el tema, espía que te espía y vende que te vende, hasta que « servicios secretos amigos » (del servicio secreto austriaco, se comprende) pusieron al maltratado servicio secreto austriaco sobre su pista y, tras un periodo razonable reuniedo pruebas, le echaron el guante al tipo.

Parece ser que nuestro hombre vendía a los rusos informaciones variadas sobre armas, planes, perfiles de personalidades importantes y la situación de la inmigración en Austria. Yo sugiero a los rusos que, ahora que el caballero este ha sido pillado por la pasma, se pongan al día de los posts de Viena Directo, que no tienen nada de delictivos, y podrán informarse de muchas de estas cosas (menos de armas, que yo de armas no hablo, que son un rollo). Por cierto, como trescientosmil laureles igual son un poco demasiado por algo que no es delito, yo me pongo a su disposición por una cantidad mucho más modesta (a convenir). Que ya se sabe que el futuro es muy oscuro trabajando en el carbón.

Para comerse el marrón, ayer comparecieron ante la prensa el canciller cortico (también, aunque no tanto como su vicecanciller, un gran admirador del jefe de « Juri ») y el Ministro de Defensa (puesto por el partido derécher). En su comparecencia, dijeron que estas cosas « no mejoran las relaciones con Rusia » (ayyyy, cachis en la mar) y que esto va a traer consecuencias.

La primera, ya se ha producido.

Nada más destaparse la cuestión, el Ministro de Defensa llamó a la Ministra de Asuntos Exteriores :

-Tía, tía, tía, qué papelón.

-Qué pasa ?

-¿Te acuerdas de Vladimir, del hombre este con el que bailaste en tu boda ?

-¿El que iba vestido de carnicero de pueblo ?

-Jo tía, ese.

-Pues que no hemos enterado que nos tenía puestos espías hasta en la misma toilet.

– !Qué me dices ! Con lo majo que parecía.

-Así que el viaje que tenías para ir a verle a Rusia, ya lo puedes ir suspendiendo.

-¿Suspendiendo ?

-O postpo, mujer. Esto en un par de semanas se olvida.

-Ah, vale. Para 2019, entonces ?

-Sí. Será mejor.

Pues eso.

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