Extranjeros en Viena

¿De dónde son los vieneses? ¿Cómo se reparten? ¿Cuántos extranjeros hay? ¿De qué nacionalidades? Estas y otras preguntas quedan respondidas aquí.

16 de Noviembre.- Viena, la capital de Esta Pequeña República, la ciudad con mayor calidad de vida de este mundo en el que la calidad de vida es tan escasa, es un mosaico de culturas, razas, nacionalidades e idiomas.

Mientras escribo esto, doy por supuesto que la mayoría de mis lectores que vivan en Viena no habrán venido al mundo a la vera del Danubio. Vamos: y no lo doy por supuesto yo solo, sino que lo dice la estadística.

En estos momentos, según datos que maneja la administración vienesa, de los casi dos millones (1,9 en números redondos) que nos pateamos estas calles todos los días, tan solo un 47% nació en la ciudad. Otro diecisiete por ciento nació en otras partes de Austria (alcanzamos un 64) y el resto, o sea, un 36% no nacieron en Austria, sino que nacieron en otros países. Por dar una cifra orientativa, en Madrid, pedazo de la España en que nací, el porcentaje de ciudadanos extranjeros es de un 12,44%.

Según los datos que he encontrado por internet, solo Londres y Bruselas son ciudades más diversas (choca esos cinco, Viena).

Según los datos del MA33, el organismo municipal (de Viena) que se ocupa de estas cosas, a los extranjeros nos gusta vivir sobre todo en los distritos más céntricos de esta agradable capital, en tanto que los austriacos pata negra suelen vivir en la periferia.

La alta presencia de extranjeros en la capital de Austria, mucho más alta, naturalmente, que en las otras ciudades del país (no digamos en el campo) se explica por varios motivos.

En primer lugar, Viena es el polo de la inmigración porque, como es lógico, en la ciudad más grande del país se concentra la actividad económica y, con ella, las posibilidades de encontrar trabajo. Otro factor a considerar es que en Viena están representados no solo muchos organismos internacionales, sino muchas empresas multinacionales también. Por ejemplo: cuando yo no estoy entreteniendo al respetable público escribiendo estos articulillos o publicando libros (comprádmelo payos, que me ha costado mucho trabajo escribirlo) yo trabajo en una empresa en la que están representadas un par de decenas de nacionalidades. También, por supuesto, existe la cosa de que Viena es una ciudad universitaria. Muchos extranjeros (alemanes, que como hablan suajili no destacan mucho, pero son extranjeros también) deciden estudiar junto al Danubio, atraidos por las favorables condiciones académicas. Por último, naturalmente, la economía austriaca va como un tiro, y es lógico que los extranjeros traten de establecerse aquí para obtener unas condiciones de vida mejores para ellos y sus niños.

Por cierto, a pesar de la propaganda maloliente, los turcos representan tan solo una minoría (y no la más grande) de los extranjeros que vivimos aquí. La nacionalidad más representada son los serbios (cuatro y pico por ciento de los habitantes de Viena); los turcos y los alemanes casi están empatados. El resto, hasta completar el 36 de que hablabamos más arriba, son otras nacionalides. Sirios, por ejemplo, no llegan al uno por ciento.

Viena es, además, la ciudad más grande de Burgenland y de Baja Austria. En la capital viven más burgenlandeses y más „bajoaustriacos“ que en las ciudades más grandes de estos länder (claro está que Eisenstadt, la capital de Burgenland, es un poco pueblo de cabras, dicho desde el cariño, naturalmente, porque tiene poco más de catorcemil habitantes.

En la última década todos los distritos de Viena han crecido de población, y es probable que lo sigan haciendo así. Se estima que más o menos en diez años Viena alcazará los dos millones de habitantes y llegará así a tener los habitantes que tenía antes de la primera guerra mundial.

Todas estas cifras generan, en mi opinión, unos retos muy grandes, por ejemplo, en lo que respecta a la participación en los asuntos públicos. De los extranjeros que vivimos en Viena solo los que pertenecemos a algún país de la Unión podemos ejercer nuestro derecho a voto y solo parcialmente. Hay grandes capas de la población de Viena que no puede participar en los asuntos públicos (cosa que está muy mal, en mi opinión, porque se les exige -se nos exige- que contribuyamos con nuestros impuestos como el que más). La respuesta, en estos días inciertos, es la de siempre: más Europa. Mucha más.


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