El día en que Strauss desapareció en La Habana

Hay por lo menos una cosa que hermana a La Habana con Viena, y con ocasión de la muerte de Fidel Castro, lo contamos hoy.

(Publicada originalmente el 27 de Noviembre de 2016) Ayer, a las diez y media de la noche hora de La Habana (las siete y media de la mañana hora europea, sobre poco más o menos) falleció Fidel Castro, como todo el mundo, a estas alturas, sabe.

Murió con él el siglo XX y se quedaron lamentablemente huérfanas muchas charlas de café, de esas en las que se empieza hablando de lo caros que se han puesto los gigas que dan las compañías de teléfonos móviles para viajar por la red y se termina discutiendo del concepto Hegeliano del yo y su influencia en la obra de Yurena (antes, Tamara la mala).

¿Qué harán ahora todos esos que antes, con la excusa de los larguísimos discursos del „compañero Fidel“ aprovechaban para motejar a sus amistades de fachas o de rojazos, según estuvieran o no de acuerdo con el barbudo más famoso desde Moisés?

Para no meternos en política -que ya tenemos bastante con la austriaca-, vamos a contar una historia curiosa que hermana y une a Viena, la ciudad en donde este blog se escribe, y a La Habana, hermosa urbe, en donde el difunto desarrolló gran parte de su controvertida carrera política.

Como todos mis lectores saben, uno de los „menumentos“ más fotografiados de la ciudad de Viena (lo hablaba yo el otro día con un amigo) es la estatua de Johann Strauss (o sea, „Juan Ramos“) que está en el Stadtpark.

En ella, posa ese Michael Jackson del siglo XIX, vestido de chaqué, como cuando estaba vivito y coleando, en ademán de tocar el violín. La estatua, de obvios resabios modernistas, fue erigida a principios de los años veinte por suscripción popular, aunque se empezó a pensar en ponerla en el sitio en donde está ahora en 1903. La erección (con perdón) se retrasó por varios motivos: entre ellos que los vieneses no se rascaron suficientemente el bolsillo o algunas cosillas que sucedieron entre tanto, como la primera guerra mundial o la caída de la cuasi milenaria dinastía habsbúrgica.

A principios de los treinta, el dorado original, que no debía de ser muy allá, se retiró y así siguió la figura de Strauss hasta 1991, momento en donde recuperó el mismo tono que los Oscar de jollivú. Desde entonces, lo dicho: cienes y cienes de japonoides de todos los países piden a sus amistades que les retraten junto a la estatua para guardar un recuerdo inmarchitable de sus vacaciones en Viena.

¿Y qué tiene que ver todo esto con La Habana? Pues la relación empezó en el año 2002. Como cualquiera que haya visitado la hermosa isla del Caribe sabe, los cubanos son grandes melómanos (se podría decir que la música es el deporte nacional de la cubanía, lo mismo que el esquí de la austrianidad). En El Vedado, hermoso barrio habanero en donde, si yo recuerdo bien, está la famosa heladería Coppelia (famosa porque sale en Fresa y Chocolate, gran peli) hay un parque consagrado a la música.

Para adornar este parque el ayuntamiento de Viena le regaló al de La Habana, en 2002, una copia de la estatua del Stadtpark, en bronce, y allí estuvo hasta el año 2009, por lo menos.

Hace siete años, según describe el blog Caos y Cosas de Cuba, de donde está sacada esta historia, la estatua del compositor vienés desapareció de la noche a la mañana sin dejar rastro y, por lo que parece (la noticia es de 2013) no ha vuelto a aparecer.

¿Dónde está Strauss? Pues parece ser que una hermosa noche habanera del 2009, unos jóvenes salían de un club nocturno cercano al parque en donde esta(ba) la estatua llamado Tropical. Quizá hubieran bebido algo más de lo que aconseja la prudencia, porque se pusieron a „jugar a colgarse de la estatua“. Parece ser que los juegos dieron como resultado que la estatua diese con su bronce en el suelo y se rompiese. Cuando advirtieron el desastre, los funcionarios municpales de La Habana retiraron la estatua hecha cisco y se la llevaron a un almacén ignoto, en donde se perdió su rastro.

Parece ser que dada la escasez que reina en Cuba, faltan los recursos para arreglar el desperfecto e incluso hay quien dice que, dado que la estatua es de bronce (o sea, de un material caro) los fragmentos han sido fundidos para venderlos al peso. Sería una lástima que así fuera ¿Verdad?


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