Así entró Austria en la Unión Europea

Se cumplen 60 años de la firma del Tratado de Roma. Recordemos la curiosa historia de cómo Austria entro a formar parte de la Unión Europea.

 En estos días se cumplen sesenta años de la firma del Tratado de Roma, semilla de la actual Unión Europea. Austria llegó, sin embargo, bastante tarde a la Unión. Concretamente en 1994 por algunos motivos que, vistos desde hoy, nos parecen bastante sorprendentes.

Creo que, con este motivo, es interesante recordar cómo Esta Pequeña (pero adorable) República, llegó a ser miembro del club de países más salado del planeta.

Como decíamos, en 1957 se firmó el llamado tratado de Roma, que dio origen a la Comunidad Económica Europea (CEE, mis lectores más talluditos recordarán haber leido con frecuencia estas siglas). Los miembros fundadores fueron Francia, los Países Bajos, Bélgica, Luxemburgo, Italia y la mitad capitalista de la entonces dividida Alemania.

En aquel momento, la CEE era básicamente una unión aduanera y por eso fue conocida popularmente como „Mercado Común“ aunque ya en el preámbulo del tratado de Roma se hacía mucho hincapié en que el objetivo final de todo aquel negocio era la integración de los países europeos en una Casa Común Europea.

Austria, probablemente, hubiera entrado ya entonces con mucho gusto en esta Unión Aduanera, habida cuenta de que la bajada de aranceles sin duda prometía (como así ha sido) darle más alegrías que otra cosa a las economías de los países miembros. Sin embargo (y aquí viene cuando la matan) en 1955 se había firmado otro tratado, el Staatsvertrag que daba origen a la existencia de Austria como la nación que conocemos hoy.

Una de las cláusulas de ese tratado estipulaba (y estipula) la prohibición de la Unión con Alemania bajo ninguna condición política y comercial. Así pues, en 1957, y en lo sucesivo hasta su disolución, la Unión Soviética se opuso a la entrada de Austria en el Mercado Común, alegando que, bajo su punto de vista, tal integración suponía una violación clara de la prohibición de unirse a Alemania bajo ningún concepto, al ser Alemania uno de los miembros fundadores de la Comunidad Económica Europea.

Este estado de cosas se prolongó durante 37 años, que se dice pronto.

Entre 1989 y 1991 la URSS hizo chimpún por etapas y los austriacos aprovecharon la primera oportunidad para pedir, por mandato de su Parlamento, la entrada en la CEE. Fue en 1989, concretamente y de forma oficial, el 17 de Julio. Como las cosas de palacio van despacio, las negociaciones no se iniciaron hasta un quinquenio más tarde. Fuero breves. En febrero de 1993 empezaron y en mayo de 1994, los acuerdos fueron ratificados por el Parlamento de la Ringstrasse por una amplia mayoría. Votaron en contra, por cierto, la ultraderecha, entonces dirigida por Jörg Haider y los verdes. Los ultraderechistas, hoy como ayer, veían en la Unión un ataque a la soberanía y a la identidad austriacas y a los verdes y a otros grupos muy minoritarios de izquierdas, no les venía bien que la Unión tuviera una orientación capitalista.

El 9 de mayo de 1994, el entonces presidente, Thomas Klestil, haciendo uso de sus facultades, ordenó la celebración de un referendum para el 12 de Junio de ese año, condición indispensable para que Austria se integrase en la Unión.

En todos los Bundesländer, ganó el sí a la Unión por mayoría (más ajustada en el caso de Tirol, en donde solo un 56% votaron „de que sí“ y el récord fue en Burgenland, en donde el 74% dijo que la bandera de las estrellas sobre fondo azul les ponía como una moto).

El referendum, por cierto, no estuvo tampoco exento de polémica.

Los partidos contrarios al ingreso de Austria en la Unión Europea recurrieron ante el tribunal constitucional austriaco. No por el resultado, sino por defectos en el procedimiento (¿De qué nos sonará?). Alegaban que el Gobierno había hecho campaña por el sí de forma indebida y que el plazo entre el mandato de celebración del referendum y los comicios había sido demasiado corto.

El alto tribunal austriaco desestimó el recurso y el 1 de Enero de 1995 Austria entró a formar parte de la Unión Europea. Hasta hoy.

A pesar de que la Unión le ha traido a Austria, como al resto de sus miembros, más alegrías que tristezas (particularmente en lo económico, al ser Austria un país eminentemente exportador), como mis paisanos adoptivos son quejicas de natural, queda siempre un residuo en sus almas de euroescepticismo que sube y que baja en las encuestas, dependiendo de lo que pase en el mundo y en Bruselas. Actualmente, sin embargo, la pertenencia a la Unión cuenta con un respaldo mayoritario de los austriacos y, en general, tontadas como el Brexit les parecen (como de hecho son) un atraso, de manera que incluso la ultraderecha, ha tenido que hacer a regañadientes profesión de europeísmo.


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