Las parejas austriacas del mismo sexo ya se pueden casar por la Iglesia. Aunque desgraciadamente, no en la catedral de San Esteban, como veremos.
16 de Marzo.- En las últimas semanas, los protestantes austriacos han sido motivo de comentario por la cuestión del viernes santo. O sea, la decisión del Gobierno, que ya hemos contado aquí de que todos los trabajadores austriacos tengan medio día de fiesta, en vez de la fiesta entera que disfrutaban antes los protestantes y la no-fiesta que no disfrutaba el resto de los trabajadores austriacos.
Sin embargo, hoy los protestantes austriacos -o, al menos, una parte de ellos– saltan a las páginas de los periódicos porque han decidido extender las ventajas del matrimonio religioso también a las parejas del mismo sexo. Se trata de la segunda rama de los protestantes con más fieles (unos 13.000) que son los de la Iglesia Evangélica reformada (rama suiza). Sus representantes se han reunido en un sínodo, en Linz, y allí han acordado terminar con lo que ellos consideraban (y salta a la vista que era así) el último signo de discriminación.
En 1999 ya los evangélicos austriacos habían acordado que las parejas formadas por personas del mismo sexo merecían una bendición canónica que no era equivalente a una boda pero que „santificaba“ las uniones.
Un poquito antes, el día diez de este mes, los protestantes más numerosos en Austria (300.000 fieles), los luteranos, habían alcanzado un acuerdo también en un sínodo para establecer la „bendición“ de las uniones de personas del mismo sexo. Para merecerla y obtener así los parabienes del Espíritu Santo, los contrayentes deben presentar, eso sí, un certificado de matrimonio civil.
El debate, por lo visto, no fue nada fácil y esto de la bendición se alcanzó tras arduas (aunque suponemos que fraternales) discusiones. Un sesenta y seis por ciento de los representantes evangélicos votaron a favor y un treinta y tres por ciento se opusieron.
Los luteranos austriacos consideran de esta manera que la bendición es „análoga“ al matrimonio, pero sigue habiendo distinción. Matrimonio es el de hombre y mujer y los cónyuges del mismo sexo obtienen bendición (y van que se matan, dirán algunos rancios, pero bueno).
Por cierto, las parejas de hecho no tienen derecho a esta forma especial de bendición. Si no hay matrimonio civil fetén, nada de nada.
De todas maneras, y dado el funcionamiento „confederal“ de las iglesias evangélicas, no es la cosa tan sencilla como lo sería en una estructura piramidal como la de la Iglesia Católica. Así, cada comunidad puede elegir si se practica en ella el tema este de la bendición y, aunque la comunidad se decidiese a hacerlo, cada pastor (o pastora, porque también hay sacerdotisas en los protestantes) puede decidir personalmente si a él o a ella le parece bien o no casar a personas del mismo sexo.
Un poco lío, pero bueno.
Los homosexuales austriacos, a través de su asociación más numerosa (HOSI) han saludado naturalmente el paso con alegría aunque lamentan (lógicamente) que exista la posibilidad de que pastores o pastoras que no las tengan todas consigo puedan seguir discriminando a las personas homosexuales que quieran casarse con todas las bendiciones de su Iglesia.
Asimismo, los chicos y chicas del HOSI, haciendo gala de un optimismo quizá digno de mejor causa, han animado a las otras confesiones religiosas (!Papa Paquirri, are you there?!) a que sigan el camino de los evangélicos y a que no obstaculicen la felicidad de nadie.
Personalmente, yo tengo la sensación de que, como lleva pasando unos años ya, cuando la Iglesia Católica, que es la que más conozco, decida que ya ha llegado la hora de dejar de discriminar a la gente, lo que va a suceder -ya sucede, me temo- es que a nadie le importe un pimiento lo que la Iglesia Católica pueda pensar al respecto y cada uno hará en su casa y en la calle lo que más le convenga y asumirá que, si Dios no manda un rayo para achicharrarle -inmunidad a las tormentas eléctricas que, hasta ahora, Dios padre ha mantenido en el 99,9 por ciento de los casos- es que allá arriba tienen que tener poco o nada que decir a este respecto.
Amén.
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