Día de la madre, día de las heroinas

Hoy es el día de la madre en Austria. Si atendemos a las cifras, unas heroínas.

12 de Mayo.- Tengo unos amigos que se han casado hace ya un tiempo (un año y medio aproximadamente).

Quedo con ellos de vez en cuando y nos tomamos un café, frecuentemente en compañía de sus familias respectivas. Suelen ser veladas agradables, en donde se habla de esto y de lo otro, pero la conversación siempre termina parando en el mismo punto: en cuándo van a tener niños.

Él se toma la pregunta con bastante filosofía, pero para ella, que es una muchacha algo chapada a la antigua la pregunta es visiblemente incómoda.

Yo, cuando el tema sale, trato de quitarle hierro y de hacer alguna broma en la que siempre intento que quede patente el absurdo de que al marido nadie le haga responsable de „la situación“, como si fuera deber de ella obligarle a ponerse a la tarea y no una decisión en común. Es más: el absurdo de pensar que el tener niños tenga que ser una cosa obligatoria (también puede ser la cosa porque ambos vienen de familias muy prolíficas en las que la chiquillería se da por supuesta).

La maternidad, sin embargo, para esta amiga mía, es algo que se plantea pero que en este momento, al principio de su carrera profesional, le viene bastante mal. O quizá, aunque ella misma no se atreva a confesarlo, sobre todo ante el interrogatorio ansioso de suegros y padres, no le apetece nada tener niños y está tratando de encontrar una manera lo menos embarazosa posible de decirlo. No lo sé bien.

Si es verdad lo que dicen los estudios, lo cierto es que mi amiga tiene buenas razones para no querer ser madre, porque en Austria, país muy machista, ser madre es, para una mujer, un negocio que, visto friamente, trae muy poca cuenta.

(También es cierto que, aunque en Austria, por lo que luego veremos, la maternidad sea un negocio ruinoso para una mujer, todavía puede ser una alternativa contemplable si se compara con el páramo de medidas sociales que hay en España, por ejemplo).

La sociedad patriarcal hasta, pongamos, los setenta del siglo pasado, intentando contrarrestar esto, intentó vestir la maternidad de un prestigio que empezaba en el ilustre precedente de la Virgen María y terminaba (sobre todo en los regímenes autoritarios) en los premios a aquellas que sacrificaban su lozanía en el altar de la producción de soldaditos y enfermeras para el Estado.

Se creó para las madres un imaginario hecho de virtudes heroicas de silencio, abnegación (sometimiento a un destino ineluctable) y sacrificio que, por supuesto, no rezaban para los hombres, a quienes la sociedad permitía irse por ahí de cachondeo mientras la mujer se quedaba en casa guardando el fuego del hogar.

Un papel, el de madre nutricia, que es de suponer que a muchas mujeres, sobre todo las más inquietas, debía de motivarles lo mismo que el que les hicieran una colonoscopia y una gastroscopia (consecutivas) pero que afrontaban por el miedo al qué dirán. También estaba la trampa en convertir la maternidad en una condición indispensable para la propia realización. O sea, la idea de que una mujer no era completamente una mujer si no había tenido descendencia. Por supuesto, para los hombres tampoco contaba esto.

¿Cómo son las madres austriacas? Pues las mujeres austriacas tienen hijos entre los 25 y los 35, normalmente. Se espera de ellas que sacrifiquen algo o mucho de su carrera en la crianza de los niños y esto se ve claramente en el porcentaje de mujeres austriacas que son madres y trabajan a tiempo parcial (75%).

Esto tiene otras implicaciones. Por ejemplo, gran parte de la brecha salarial entre sexos se debe, en Austria, a esto: las mujeres, como trabajan a tiempo parcial, cobran menos (en gran parte porque se emplean en trabajos a tiempo parcial que son vistos por las empresas como tareas subalternas, de apoyo). Esto implica también menos ahorros y también una pensión menor (menos cotización). También hay estudios a propósito de la pérdida de ingresos que significa para una mujer ser madre en Austria. En los primeros diez años tras el nacimiento, una mujer pierde como media el cincuenta y un por ciento de los ingresos que tenía antes de ser madre, pérdida que, por supuesto, no afecta a los hombres. Naturalmente, esto favorece la perpetuación de ciertos roles asociados al machismo, al ser las mujeres más proclives a quedar en una situación de dependencia económica con respecto al varón.

Son mayoría (abrumadora) las mujeres que se toman la excedencia por maternidad En el 2017, último año de los estudios, fueron solo cuatromil los hombres que lo hicieron y 124000 las mujeres. Cifras cantan. Y existe una presión social manifiesta y que no se puede ignorar para que sean las mujeres las que cuiden de la prole.

En fin: felicidades a todas las madres y, después de todo lo anterior, todavía más.


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