ESPECIAL AUSTRIA EN CRISIS: The Big Bang Theory

En estos tiempos inciertos, la política funciona como una comedia de situación. La política austriaca se está preparando, a marchas forzadas, para una nueva temporada.

23 de Mayo.- Quisiera empezar hoy el post diario dando las gracias a todos los lectores que han decidido informarse de los sucesos de los últimos días a través de Viena Directo, muy especialmente a aquellos que han llegado al blog a causa de buscar información a propósito de estas noticias que nos han tenido en un ay desde el viernes pasado, y que se han quedado. Me sieto muy honrado con su confianza, la cual espero mantener y también, por qué no, espero que, mientras se informan, se echen unas risas, lo cual, tal como está la vida, nunca viene mal.

Dicho esto :

Hablando se entiende la basca

Después de los sustos de estos días, la relativa tranquilidad de hoy nos ha hecho darnos cuenta de que, de nuevo, estábamos en Centroeuropa, ese sitio en donde no se da nunca una voz más alta que otra (salvo, naturalmente, si uno está bajo los efectos del Red Bull y las sustancias).

El Bundespresi, tras haber tomado juramento o promesa a los nuevos ministros ayer a mediodía, ha retomado su agenda y, en todo momento, ha procurado dar sensación de tranquilidad.

Entre col y col (o sea, entre discurso y discurso) ha dicho que « hablando se entiende la gente » y que, este arte « algo pasado de moda » de la conversación, era menester que convenía recuperar.

Y, como si quisiera escenificar, una vez más, el fuerte vínculo que ha nacido entre el Sr. Bundespresi y Sebastian Kurz (esa pareja improbable, pero que sin embargo puede tener muchas posibilidades de tener un gran éxito de crítica y público), el canciller Kurz se ha citado con representantes de las fuerzas de la oposición, al objeto de hablar, hablar mucho, pulsar las teclas dialécticas correctas y, de esta manera, intentar convencer a gente, a veces, con una formación académica más sólida que la suya (no es difícil) y con más experiencia de la vida (que tampoco) de que voten en contra de la moción de confianza en la que el propio Kurz (y probablemente Austria) se juegan un futuro que, aún sin moción, ya estaría más complicado que el árbol genealógico de la familia Kardashian.

Naturalmente, los representantes de la oposición tienen, como Alejandro Sanz, « el corazón partío ».

Por un lado, seguramente su sano sentido común centroeuropeo les dice que, de momento, lo que al país le conviene es que Sebastian Kurz siga en su puesto. Por otro, está el tema de que, lógicamente, quieren facilitarle lo menos posible que vuelva a ganar las elecciones y que llegue al 1 de Octubre (pongamos) con la mayoría suficiente para gobernar en solitario y someter al país a un programa « de reformas » del que ya hemos podido probar un aperitivo durante el último curso.

En cualquier caso, aunque la decisión esté tomada (personalmente, me inclino por pensar que la moción de censura contra Kurz no va a prosperar) resulta lógico que los representantes de la oposición escenifiquen (sobre todo de cara a su parroquia) una cierta resistencia a ceder.

Sintomático de esto ha sido que ni el Partido Socialista ni la ultraderecha (por diferentes razones) hayan enviado a representantes y no a los cabezas de cartel. Pamela Rendi-Wagner –primera mujer en la historia de la socialdemocracia austriaca que se presenta de « lideresa » a « cancillera »- porque quiere evitar por todos los medios « la foto ». O sea, la de ella, la « lideresa » posando junto a Kurz, el canciller, en un entorno –la oficina de Kurz- en el que el político conservador tiene la ventaja de jugar en casa.

Hofer, naturalmente, un poco por lo mismo, pero sobre todo, para escenificar ante su parroquia de fieles –parroquia que, aunque parezca mentira, existe todavía- que son la víctima de la supuesta vesania del canciller Kurz.

Mi apuesta es que contra Kurz votará la ultraderecha –quizá cantando, como Paquita la del Barrio, aquello de « rata de dos patas »- y probablemente la Liste Jetzt, el partido de Peter Pilz, por aquello de que es poco probable que, en las próximas elecciones, vuelvan a entrar en el parlamento.

De todas maneras, lo dicho : Kurz tiene todavía por delante la tarea, sin duda titánica (aunque tenga sosteniéndole al Bundespresi) de convencer a la oposición de que mejor él que nada.

Mientras tanto, la mala cabeza de Strache y de Gudenus, ha provocado otras consecuencias menos agradables.

The Big Bang Theory

Para que mis lectores lo entiedan, la política, tal como funciona en estos tiempos, es como una comedia de situación. The Big Bang Theory, por ejemplo. Hay unos tipos que salen en pantalla, los actores, y que son los que, de cara a la galería, sostienen el chiringuito. Dan la cara, para entendernos.

Inconscientemente, todos pensamos que los chistes que sueltan los actores se les ocurren mientras están representando, sin embargo, nada es improvisado. Como suele decirse, hay detrás « un gran equipo de profesionales » que incluye desde los que limpian los camerinos y velan porque no haya polvo, hasta los guionistas, pasando por una legión de iluminadores, maquilladores, decoradores, etcétera.

Hace falta el concurso de mucha gente para convertir a un protésico dental de mentalidad no muy sofisticada en un tipo que dé el pego como estadista. Hay que escribirle discursos, por ejemplo. Hay que proporcionarle datos. Hay que asesorarle a propósito de qué corbata llevar que pegue con el logo del partido.

De puertas para afuera, esa labor debe ser invisible, pero es indudable que hay que hacerla.

Entre los cuatro ministerios que, hasta ayer, controlaba la ultraderecha, hay 130 personas ( !!!) cargos, carguillos y cargazos de libre designación que, sin comerlo ni beberlo, se han quedado en la calle. Entre ellos, por lo visto, reina el lógico enfado. Por lo visto, nadie se ha despedido de ellos (particularmente Strache, « el jefe » como le llaman) aunque es bastante comprensible.

Sin política, sin Felipa, con la reputación hecha polvo, a ver quién tiene ganas de fiestas. Pues nadie, como es normal.

Una cosa parece estar bastante clara : por una larga temporada, Strache va a estar desaparecido de los focos dedicado a reinventarse, como Madonna –yo apuesto por un comeback a lo Haider-.

Nuestra serie, eso sí, no va a quedarse sin malvados. Herbert Kickl, el actor que hacía de Ministro del Interior con problemas de reflujo de ácidos gástricos, va a protagonizar un spin off en el que hará de portavoz del grupo parlamentario ultraderechista, con lo cual tendremos garantizados nuevos chascarrillos (a mí Kickl me recuerda mucho al Collote del Correcaminos, no sé por qué).

Naturalmente, con la vuelta de Kickl, otro actor se ha quedado sin trabajo, el que hasta ahora hacía el papel de Portavoz del Grupo parlamentario ultraderechista, Walter Rosenkrantz. Parece ser que está en conversaciones para que le fichen en una nueva serie en la que haría el papel de Defensor del Pueblo (en Austria hay, por cierto, tres, y no uno).

En la nueva temporada de la política austriaca se anuncian nuevas e interesantes tramas. Estaremos aquí, naturalmente, para seguir contándolas.


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