Si un día para mi mal

Hoy, Statistik Austria ha enseñado algunas cosas que enseñan partes de la vida en Austria desde el otro lado.

26 de Junio.- Alguien dijo que la muerte es vienesa (por cierto, la muerte en alemán es « el muerte ») y lo cierto es que en EPR el espicharla y las circunstancias que rodean a este final que a todos nos aguarda, tienen un gran peso en la cultura popular.

En estos días, según informan medios locales, el instituto austriaco de estadística ha hecho público un resumen de las causas del fallecimiento de los austriacos durante 2018.

En los pasados trescientos sesenta y cinco días abandonaron este mundo cruel 83.975 personas, un cincuenta y uno por ciento de mujeres.

Debido al envejecimiento de la población, dos tercios de los que empezaron a ver crecer las patatas desde abajo (según la salada expresión aborigen) lo hicieron debido a causas relacionadas con el envejecimiento de la población. O sea, debido a enfermedades que se hacen más frecuentes cuando uno tiene ya cierta experiencia de la vida. Básicamente cáncer y problemas del sistema circulatorio (cuando el corazón déjà de hacer bambambam y tampoco hace bumbumbum). Porcentajes menos llamativos acapararon otras áreas del cuerpo humano que muestran una desconcertante propensión al fallo, como las vías respiratorias o el aparato digestivo (un cinco por ciento por capítulo).

De cualquier manera y a pesar de lo luctuoso de todo este asunto, en la última década ha habido una notable mejoría en lo referente a esto de la muerte. Las muertes por enfermedades relacionadas con el aparato circulatorio (corazón) han disminuido un veinte por ciento, debido quizá a que, a pesar de los insistentes esfuerzos de ciertos grupos políticos, la gente fuma menos. También los fallecidos por cáncer han sido menos. Un trece por ciento de retroceso, para ser exactos. A pesar de que, en términos absolutos, ha habido una subida del cuatro por ciento en los casos de cáncer diagnosticados.

Quizá debido a lo plácido de las circunstancias de vida en este país, a sus límpidos lagos, a la pureza de sus licores de alta graduación (los cuales, según creencia popular muy extendida, te conservan, aunque te dejen el hígado hecho paté de foie) los austriacos se incorporan la masiva partida de cartas que San Pedro organiza en el otro barrio muy tarde, pasados los ochenta.

En el grupo de edad que va de los cuarenta a los ochenta, y que se reparte algo más del cuarenta por ciento de las muertes, ocupa un lugar prominente el fallecimiento por cáncer (carcinomas varios) y luego, por enfermedades del corazón (vida sedentaria, muchas salchichorras, en fin, lo previsible).

Los menores de cuarenta también mueren mucho de cáncer, aunque también abandonan la vida antes de tiempo por suicidios y por ir como locos con las motos (accidentes). Ya se sabe que, a ciertas edades, uno tiene la cabeza a pájaros y piensa que las desgracias solo les pasan a otros.

En fin, a veces se aprende mucho de la vida cuando uno mira en los alrededores de la vida.


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