Una fuente con cara de demonio

Jack Unterweger, el asesino sensible (2/2)

Una fuente con cara de demonioLa historia de Jack Unterweger, que empezábamos el otro día, llega hoy a su parte final.

6 de Julio.- Después de que Unterweger le entrevistase por la radio, a causa del caso de las cuatro prostitutas asesinadas, el director de la investigación del caso cita a Unterweger en su oficina. Le pregunta directamente si tiene una coartada para las noches en las que los crímenes fueron cometidos. Unterweger lo niega. Se le somete a vigilancia, pero el seguimiento no da ningún resultado. Tampoco pueden encontrarse nuevas pruebas que lleven a pensar que Unterweger está implicado.

La policía de Graz pide ayuda

Pasan los meses y los cuatro crímenes no se resuelven. La policía de Graz pide ayuda a la de Viena para intentar esclarecer de alguna manera los asesinatos de otras dos prostitutas. En este caso, parece probado que Unterweger estaba en Graz en las noches en que se cometieron los asesinatos. Las dos mujeres fueron encontradas en el bosque, bocabajo, con las manos atadas a la espalda y completamente desnudas, incluyendo las joyas.Las dos habían sido estranguladas utilizando prendas de vestir, anudadas al cuello de una manera particular. A todos estos indicios se une la declaración de otra prostituta de Graz, que afirma haber sido esposada con las manos a la espalda por Unterweger. Preguntado por la policía, el sospechoso dice tener coartada para, por lo menos, una de las noches de los asesinatos. Da el nombre de una chica joven, pero esta no confirma su coartada.

Corre febrero de 1992 cuando el entonces jefe de la brigada de homicidios de Viena, Ernst Geiger, le pasa a la fiscalía un informe sobre Unterwerger. Para él, los indicios son claros y justifican una orden de prisión. El Ministerio del Interior, sin embargo, no se precipita y crea una comisión especial bajo el mandato de Geigers.

Corrupción en Miami (lo siento, pero no lo he podido evitar)

Finalmente, es la justicia de Graz la que tercia. El 13 de Febrero promulga una orden de prisión, pero Unterwerger pone pies en polvorosa, acompañado de su novia de 18 años, Bianca.  Los dos vuelan a Miami. Desde allí, Unterwerger llama en directo a una emisión de la ORF y se presenta como víctima de una campaña orquestada para desacreditarle.

Uno de los ligues de Unterweger (quién sabe si por despecho) acude en ayuda de la policía. Trabaja para el semanario Erfolg (o sea, éxito) y le tiende a Unterweger una trampa. Le ofrece diezmil euros por una entrevista exclusiva. Cuando Unterweger le da los datos de su cuenta (dirección y demás), el editor se los pasa a la policía. El 27 de febrero de 1992, la policía le echa el guante a los fugitivos. Unterweger había estado exactamente 673 días suelto.

Durante los trámites de extradición, los funcionarios austriacos preguntan a la policía de Los Angeles si hay casos de asesinatos de prostitutas sin resolver, porque Unterweger estuvo en el verano de 1991 en la ciudad para un reportaje. Bingo: tres asesinatos se han producido en ese momento y se parecen como dos gotas de agua al modus operandi de Unterweger en Viena, Graz y Vorarlberg. En la República Checa también se encuentran rastros de su perversa actividad. En Praga, el 15 de Septiembre de 1991 una chica llamada Blanka Bockova fue asesinada.

El juicio

El 28 de Mayo de 1992 Unterweger es extraditado a Austria. La fiscalía de Graz le acusa de once delitos de asesinato: siete en Austria, tres en los Estados Unidos y uno en la República Checa. Es el primer proceso en Austria en el que se usa el ADN como prueba inculpatoria. En el BMW de Unterweger se encuentra un pelo que, según los análisis de ADN es de la víctima de la República Checa, los policías del FBI también confirman que el modus operandi es el mismo en los asesinatos europeos que en los americanos.

Como suele suceder con los tipos como Unterweger, el asesino intenta engatusar al jurado mostrándose relajado y encantador. “Si me pillan ustedes en una mentira, no duden en condenarme”, les dice. Sin embargo, poco a poco las coartadas van cayendo. Ni su madre, ni su novia, ni otras mujeres apoyan lo que él dice. El psiquiatra forense le declara en su sano juicio, pero víctima de una anomalía psíquica que le lleva a padecer un trastorno narcisista profundo de la personalidad con inclinaciones sádicas.

La simpatía de Unterweger le sirve de poco esta vez. Los jurados le declaran culpable por mayoría en por lo menos nueve de los once delitos (en los otros, los cadáveres estaban en muy mal estado cuando fueron encontrados como para permitir otras averiguaciones). Unterweger es retirado de la sala. Seis horas más tarde, es encontrado muerto en su celda por un vigilante: se ha ahorcado con el cordón de su pantalón de deporte.

Los psicólogos dudan de que Unterweger quisiera, efectivamente, suicidarse y piensan que quería fomentar la imagen de hombre solo frente al mundo que había sido condenado injustamente.Hubiera pegado mucho más con su trastorno narcisista. En otras ocasiones ya había fingido varios intentos de suicidio, pero esta vez le salió mal.


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