Cabriola

Cabriola se llamaba la película de Marisol, cabriolas parece que también hacen los contables del Partido Popular austriaco. Un prodigio de flexibilidad.

5 de Septiembre.- El otro día, cuando el ex canciller más mozo de la Unión acudió a la televisión pública austriaca para hacer un publirreportaje de sí mismo, su entrevistador consiguió ponerle en un aprieto en varios momentos de la charla. Dejaremos lo del cambio climático a un lado, porque gracias a Kurz aprendimos todos que Austria tiene la oportunidad de liderar el apocalips…digooo de posicionarse en la champions de los países que venden tecnologías para las energías renovables (lo cual viene a ser como si Philip Morris entrase en el negocio de medicamentos contra el cáncer de pulmón, o sea : por un lado provocas la catástrofe, y por otro vendes cosas para mitigarla).

Los otros dos momentos de apuro y alipori le llegaron a Kurz debido, primero, al asunto de la anciana dama que le daba dinero en cómodos plazos de cuarenta y nueve mil euros. No para burlar la vigilancia severa del tribunal de cuentas austriaco, claramente, ni para conseguir mamandurrias, sino porque la pobre, a pesar de ser millonaria, no puede más, que la vida se ha puesto muy achuchada incluso para los millonarios.

Kurz reaccionó poniendo el proverbial grito en el firmamento. La verdad es que no coló mucho. O, bueno, coló pero para aquellos que han sido coleguis de Kurz en esos cursos para jóvenes empresarios en donde se habla en esa neolengua que parte del principio de que todos somos unos panolis (menos ellos, naturalmente).

O sea : de los autores de « el cambio climático no es una catástrofe, sino una oportunidad para que Austria se convierta en líder de las energías renovables » llega ahora « el presidente Van der Bellen captó mucho más dinero en donativos que el ÖVP y nadie le preguntó si era para mamandurrias ». En fin.

El siguiente momento de apuro fue cuando el presentador ( !Qué tiempos, cuando Armin Wolf hacía lo mismo !) le sacó a Kurz las últimas revelaciones del semanario Falter a propósito de la presunta « contabilidad creativa » que el ÖVP habría puesto en práctica (pillines…) para camuflar gastos electorales como gastos corrientes.

A ver : voy a intentar explicárselo a mis lectores de la manera más sencilla posible.

En Austria, el gasto electoral está limitado, como en todas partes, al objeto de intentar garantizar una teórica igualdad de oportunidades entre todas las fuerzas políticas.

Hecha la ley, sin embargo, hecha la trampa. Porque, según han demostrado los documentos publicados por Falter, para el ÖVP hay cosas que, aunque parezcan gastos electorales, se muevan como gastos electorales y hagan cuac cuac como los gastos electorales, no son sin embargo gastos electorales. O sea : que el agujero de la ley está en saber qué es exactamente un gasto electoral y qué es un gasto corriente. Espero que, hasta aquí, mis lectores me sigan.

Por ejemplo, los famosos bolígrafos : si el ÖVP pide a una empresa que fabrique chorrocientosmil bolígrafos con el logo del ÖVP y el lema « Sebastian Kurz es un amor » y esto pasa durante un periodo electoral o pre-electoral, para el ÖVP esto es un gasto normal y corriente (« Sebastian Kurz es nuestro amado lidl y no hay épocas para esta adoración »). En cambio, es palmario para cualquier persona que mire el asunto con un poco de imparcialidad que un objeto así, en época electoral es un medio para mover al votante a depositar una papeleta en la urna que vaya marcada con el nombre de Kurz.

De este modo, y siempre según Falter, el ÖVP habría conseguido reducir de manera poco menos que milagrosa su gasto electoral, al hacerlo pasar de 13 millonacos de eurazos a apenas siete.

En la tele pública, después de indignarse muchísimo con las acusaciones y vaticinar que quedarían en nada, Kurz argumentó que el problema de todo esto se encontraba en la ambigüedad de la ley electoral austriaca. Que él estaba dispuesto a cambiarla, pero que « los otros » ( !Ay, los otros !) no habían querido cuando se había presentadola oportunidad (bueno, es normal que no quisieran, porque por ejemplo la ultraderecha ha convertido este límite de gasto en poco menos que en papel higiénico).

Un detalle interesante fue, a mi juicio que, cuando Sebastian Kurz empezó a rebatir la cuestión no cargó contra quien, de manera más evidente, ha ignorado el techo de gasto, o sea, la ultraderecha, sino que lo hizo contra el Partido Socialista que, desde el punto de vista de las encuestas, en estos momentos, no es rival. Perro no come perro, o sea. Lo cual hace sospechar muy fuertemente que, entre bastidores, alguien está preparando una edición de la alianza anterior al escándalo ibicenco para continuar con el business as usual.

Otra ramificación interesante de este asunto es que la llegada a las manos de Falter de estos documentos a propósito de las presuntas cabriolas contables del ÖVP ha desatado los comentarios de que, quizá y solo quizá, en el ÖVP, tras la fachada de felicidad, orejas y optimismo (orejas ? He escrito orejas ? Por qué habré escrito orejas ?) los cisnes no nadan unánimes en lagos de azur, como dijo el poeta. Sin embargo, hoy mismo el Partido Popular Austriaco, con Sebastian Kurz al frente (cara de ajo, indignación contenida) ha dado una rueda de prensa para denunciar que los ordenadores del partido han sido jaqueados. Está visto que estos jáquers no respetan ya nada de nada.


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