Feliz en tu día

Quién le iba a decir a él que un post de abril de 2014 en su cuenta de Facebook le iba a costar el trabajo. Qué cosas.

21 de Septiembre.- Una de las pocas cosas que parecen estar claras de cara a las próximas elecciones es que Sebastian Kurz no va a alcanzar una mayoría suficiente para poder gobernar solo.

O sea, que si quiere poder sostenerse en la posición en la que es previsible que le coloquen los sufragios, va a necesitar a alguien que le sostenga.

En estos momentos, las encuestas dibujan un panorama que indica que la medalla de plata y la medalla de bronce se la van a llevar los socialistas y la ultraderecha, respectivamente. Así pues, Kurz podría decidirse o bien por gobernar con Pamela Rendi-Wagner de „vicecancilleresa“ o bien con Hofer de vicecanciller. La alternativa de repetir una „gran coalición“ (muy mermada, dado el discreto tirón de Rendi-Wagner) no es probable que a Kurz (ni a los que piensan por él) le resulte demasiado atractiva. Evoca demasiados fantasmas del pasado. No hay que olvidar que Kurz llegó al poder aupándose en una narrativa que le presentaba (y aún le presenta) como „el gran reformista“ dispuesto a terminar con la fosilización del sistema ÖVP-SPÖ que era una garantía de estabilidad pero que también, para mucha gente, era la paz que reina en los cementerios.

Por otro lado, una alianza con la ultraderecha despues de haer pasado lo que pasó en Ibiza también debe de hacerle poner carita de asco. Menos porque piense que no habría sintonía política (que la hubo hasta el final, y solo se rompió cuando de cara al exterior del núcleo central del poder la situación se hizo insostenible) pero más por el qué dirán.

Las esperanzas de la ultraderecha se cifran en dos supuestos: por un lado, el de movilizar a su electorado para alcanzar un porcentaje de votos que haga su participación en el nuevo gobierno prácticamente inevitable (el sueño húmedo de Hofer sería sobrepasar a los socialistas) y por otro lado que los de Kurz obtengan un número de votos que no le permita apañarse con los partidos pequeños.

Un fantasma que ronda a los ultraderechistas es que Kurz obtuviera un buen resultado y que solo le faltase un poquito para poder gobernar y que entonces tirase de los verdes, que parece que van a entrar de nuevo en el parlamento o de los Neos (la segunda alternativa no parece creérsela nadie, porque los Neos representan un voto de más bien conservador, joven, culto y urbano, y esas son tres características que les impiden alcanzar un apoyo masivo). Los verdes, en cambio, después de su última travesía por el desierto, parecen una alternativa potable como recambio de los ultraderechistas, demasiado manchados no ya por el asunto de Strache, Gudenus y la Oligarca, sino por el goteo contínuo de vínculos con el neonazismo de los identitarios o en las propias filas.

Tanto es así que incluso uno de los carteles del FPÖ saca el tema, con un lema que demuestra hasta qué punto las campañas de la ultraderecha tienen poco que ver con la realidad. El eslogan viene a ser como „Una coalición entre el ÖVP y los verdes hará que Kurz vire a la izquierda“. El eslogan, claro, no es ni para los votantes del ÖVP ni para los de los verdes, que se deben de estar todavía meando de risa pensando en semejante constelación, sino en el aterrorizado lector del Kronen Zeitung que forma el espinazo del electorado de la ultraderecha y que podría elegir quedarse en casa y no ir a votar.

En este marco hay que leer la noticia que traen hoy los periódicos austriacos.

Parece ser que Hofer, nuevo hombre fuerte de la ultraderecha austriaca, ha cesado al jefe del Fpö en Baja Austria por haber felicitado el cumpleaños de Hitler nada más y nada menos que en 2014, a través de su cuenta de Facebook. La cosa fue así: el 20 de abril de ese año, el caballero en cuestión puso en su muro que felicitaba a „aquellos que cumplieran años ese día“. „Tras una investigación“ los sabuesos del Fpö han descubierto que este caballero no felicitó a nadie más en los días siguientes ni en los anteriores, de manera que el post tenía que ser una conmemoración del cumpleaños del Führer.

Naturalmente, Hofer ha dicho que el tema le parecía inexcusable y que blablablá y que ciertas cosas no caducan y blablablá y tal y cual y pascual. El interesado se ha mostrado altamente sorprendido y ha dicho que a él nunca se le hubiera ocurrido felicitar a Hitler por su cumpleaños (a ver, qué iba a decir también) y que la cosa era un comentario inocente al que se había dado más importancia de la que tiene.

Naturalmente, es probable que haya más detrás, pero el asunto del cese es un claro mensaje a quien corresponda, en el sentido de que en el FPÖ se han terminado las concesiones (jajajajaja) con los neonazis (jajajajaja) y que hay mano du…Mano du…(jajajajaja) mano dura.

En fin.


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