Historias de la Casa

El museo más nuevecico de Viena lleva algo más de un año abierto y ha llegado el momento de evaluar cómo ha funcionado todo.

9 de Diciembre.- En noviembre del año pasado, coincidiendo con el primer aniversario de la proclamación de EPR, se abrió en la parte más nueva del Hofburg, la que da a Heldenplatz un museo que había estado laaaaaaaaaaaaaargo tiempo gestándose. La Casa de la Historia de Austria (Haus der Geschichte).

Poco tiempo después, según me chiva mi teléfono móvil el dieciséis de diciembre del año pasado, yo fui a verlo un domingo por la tarde.

Naturalmente, acostumbrado no ya a los grandes museos que hay en esta capital, sino a los de la de España que, modestia aparte, están en la primera división de los del mundo, la Casa de la Historia me pareció una cosa pequeñita y tirando a modesta. Digamos que el concepto museístico hubiera podido hacerlo un bachiller algo más talentoso que la media, pero ya.

La Casa de la Historia, eso sí, resultaba muy emocionante (particularmente emocionante para aquellos de nosotros cuyas médulas, como decía Quevedo, arden gloriosamente de amor a esta tierra) porque entre los objetos expuestos había trozos de episodios de la historia reciente del país, de los que uno había sido partícipe. Por ejemplo, había chalecos naranjas de los que llevaban los voluntarios en la Westbahnhof en 2015, voluntarios que guiaban a los pobres refugiados sirios que venían de pasar las de Caín en ese Mordor que era entonces para ellos la Hungría de Orbán. IMG_20181216_163438Y estaba el vestido de „paillettes“ de Conchita Wurst (aunque uno ha visto en persona a Conchita y ha tenido ocasión de saludar a Tom Neuwirth, no deja de sorprenderle que ese hombre cupiese en ese vestido) con el que ganó Eurovisión en 2014. Por cierto, la primera vez que vi yo el vestido detrás de una urna de cristal fue el día de la final de ESC 2015 rodeado de eurofanes y eurofanas. En fin, se le saltaban a uno las lágrimas.IMG_20181216_162943

Pues bien: a lo que vamos. El museo, estaba claro, tenía una cierta vocación de provisionalidad. Dos años después de haberse abierto ha llegado la hora de hacer un poquito de evaluación de cómo ha ido este año y de qué va a pasar a partir de mayo de 2020, momento en el que se piensa tomar una decisión sobre la Casa de la Historia.

Al objeto de reunir ideas, la República Austriaca ha confiado en un panel de expertos que han expuesto su parecer a propósito del museillo (dicho sea con todo el respeto debido).

Los expertos, la verdad, no se han mostrado muy entusiasmados con el estado actual de la Casa de la Historia.

Para empezar les ha parecido que el museo es demasiado pequeño. Que en un espacio tan chiquitillo (800 metros cuadrados) las cosas están demasiado apiñadas y una mayoría aplastante de los fondos que tiene el museo se quedan en el almacén porque no hay sitio material donde ponerlos.

(En esto, los expertos y yo estamos de acuerdo).

Los expertos han sugerido que debería ampliarse el espacio expositivo, y han dado para ello tres posibilidades.

La prime, que el museo se quede donde está pero que en el Nuevo Hofburg se estiren y le den más salas. La segun que, cuando se termine de restaurar el Parlamento y las oficinas temporales de los diputados ya no sean necesarias, el espacio que estas ocupan en la Heldenplatz se utilice para levantar un museo de nueva planta que haga brillar la Historia de Esta Pequeña República en todo el esplendor que se merece. Esta idea, claro, tendría un coste. Ampliar la superficie de la Casa de la Historia a los tres kilómetros cuadrados (mínimo) que los expertos juzgan conveniente, vendría a valer entre 43 y 112 millones de Euros, dependiendo de las características que tuviera el museo. En tercer lugar, y si esto no es posible, los expertos sugieren que se encuentre una sede adecuada en un edificio en el centro de Viena.

El Partido Popular austriaco había propuesto además cambiar el nombre y llamar al museo Casa de la República Austriaca, pero a los expertos no les ha parecido bien, porque dicen que a lo mejor no se entendería la cosa, al ser el nombre actual parecido a otros museos de su clase.

La directora actual de la Casa de la Historia se ha mostrado felicísima con el dictamen de los expertos -Si ya lo decía yo, que yo lo que necesitaba era un poco más de presupuesto, podría haber dicho-. Los socialistas, por otra parte, han sugerido que, ya que estamos repensando la Casa de la Historia, quizá convendría también repensar el Arsenal (o Museo Militar) uno de los museos, por cierto, más bonitos y mejor hechos de Viena y un auténtico desconocido (cierro paréntesis). Que debería fomentarse que los dos museos trabajaran más en colaboración.


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