Caliente, caliente (eó)

Caliente, caliente (eó) caliente, caliente (oá). En Austria, este diciembre, está todo muy caliente. La realidad no da tregua.

19 de Diciembre.- Solamente por si a alguien le interesa, lo digo: desde hoy, día 19 de Diciembre de 2019, a dos días de que empiece oficialmente el invierno, es oficial: este año ha sido el más cálido en Austria desde que se tienen registros. El cambio climático es una realidad innegable.

No vale ya eso de que cuando todo suceda yo ya estaré muerto y el que venga detrás que arree. Está pasando. Está pasando ahora y está pasando muy deprisa, mucho más deprisa de lo que los más pesimistas pensaban. Y hay que hacer algo. Enterrar la cabeza debajo de la arena no es la solución. Nos jugamos la supervivencia de la especie humana. Y sí: vamos a perder confort supérfluo, por ejemplo vamos a tener que dejar los cuatro por cuatro de mierda para andar por la ciudad en donde maldita la falta que le hacen a nadie. Y tantas otras cosas.

En fin: no sigo que me enciendo.

Las negociaciones encaminadas a formar un Gobierno entre conservadores y verdes no tienen aspecto de ir a terminar próximamente. De hecho, hay señales de que el personal se empieza a impacientar.

Hace unos días, la canciller Bierlein (recordemos, al frente de un gobierno técnico necesariamente transitorio) declaró en una entrevista que la situación no le agradaba nada. O sea, que ella lo que quería era volver a disfrutar de la jubilación y ser feliz en el anonimato del que la había sacado Van der Bellen. Con la tela que hay que cortar, vino a decir, y yo aquí, empantanada y sin poder tomar decisiones (obviamente, el gabinete Bierlein solamente le está cuidando el sitio a Kurz mientras la cosa cuaja -o no, que ya sería la repera).

Otros que también están no solo impacientes, sino también en modo „tía de Gila“, son los caballeros (es un decir) de la ultraderecha.

Paréntesis: en uno de sus famosísimos monólogos, Gila contaba que él tenía una tía solterona que iba a todas las bodas y que cuando el cura decía lo de „Fulanita (es otro decir) ¿Quieres a Perengano por legítimo esposo? Ella siempre decía „Y si no, pa´mí“. Se cierra paréntesis.

Pues sí: hace días que utilizando como altavoz los medios afines (ya saben mis lectores cuáles son) la ultraderecha le dice a Kurz que, si las cosas no le van bien con los verdes, que se fije en ellos, que están „willing“. Vamos, que si Kurz les dice ven, ellos lo dejan todo.

Hoy, con ocasión de una rueda de prensa dada para explicar lo que contaremos al cierre de este artículo, los periodistas le han preguntado a Hofer que si en su ofrecimiento de formar Gobierno con Kurz entraría también Herbert Kickl. Hofer ha dicho (Kickl estaba delante) que indudablemente, que faltaría más. Que él no iba a sacrificar a „uno de sus mejores hombres“ (!Cómo será el peor!) para lograr una poltrona.

¿Y para qué era la rueda de prensa? Se preguntará el sufrido lector. Pues para explicar otro suceso y sus repercusiones. En la misma semana en que Strache fue invitado a la puerta de salida de la que había sido su casa de toda la vida, sospechosamente (o quizá no) el Kronen Zeitung, ese medio independiente, serio y riguroso (modo ironía off) publicaba a toda página una entrevista con un detective privado que traía una revelación explosiva: Strache había, convencido de que había un compló contra él, le había contratado para que espiase a varios miembros prominentes del FPÖ y luego le había pasado la cuenta al Partido. El picante del asunto viene de dos circunstancias que seguro que le divertirán a mis lectores tanto y tanto como a mí: en primer lugar los espionajes encargados por Strache duraron quince días, siendo el último el día antes de que abandonase todos sus cargos debido a la explosión del escándalo de Ibiza.

El segundo punto picantón es que no solo espió a personas con las que manifiestamente se llevaba mal, como el sucesor de Gudenus al frente del FPÖ vienés, el lúgubre Dominik Nepp, sino que también espió, nada más y nada menos que a Johann Gudenus, con el que había compartido vacaciones ibicencas y con el que era, según la conocida (aunque ordinaria) expresión, uña y mierda de uña.

Strache naturalmente, negó la mayor pero el detective ha proporcionado abundante material que demuestra que sí, que hubo espionaje, como cienes y cienes de fotos de Gudenus yendo y viniendo y entrando y saliendo, y de Nepp en lo mismo.

A preguntas de los periodistas, a propósito de si existía una factura del detective famoso, Hofer ha dicho que sí, que había llegado a las oficinas del FPÖ y que se la habían remitido al que había hecho el encargo.

Los medios austriacos estiman que vigilar día y noche a dos personas de esa manera ha tenido que salir por un pico. Pico que se cifra en casi 200.000 Eurazos.

Felipa Strache va a tener que participar en muchas comisiones parlamentarias para poder pagarlos.


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