Mañana es un día histórico, los británicos nos dicen bye bye. Contamos dos historietas de la relación entre Austria y Gran Bretaña.
30 de Enero.- Antes de empezar con este articulillo me gustaría decir que creo que los europeos podemos sentirnos bastante orgullosos del Brexit. O sea, que es una tontería mayúscula y tal (y las personas normales estamos convencidos de que el tiempo va a darnos la razón) pero que la cosa, aunque no haya hecho nada más que empezar se ha llevado bastante dentro de un orden. Sobre todo « considering » los « impresentéibols » que el bando británico contaba entre sus filas.
Hace un siglo o siglo y medio, es muy probable que un asunto como el Brexit, tan feo, tan sucio (en algún momento tendremos que detenernos a examinar el papel de Rusia y su gerra cibernética en todo este asunto) hubiera terminado en una guerra en Europa. Hoy en día, sin embargo, pues mire : lo que más nos preocupa es cuántas veces vamos a tener que mostrar el pasaporte cuando vayamos a comprar a Marks&Spencer.
Es un alivio, se mire por donde se mire.
El caso es que ha llegado la fecha y el día 31 de Enero de 2020, el Reino Unido dejará de ser parte de la Unión. Llegada esta fecha histórica (esta sí que lo es, cómo se abusa del adjetivo) he pensado en hacer un post con las relaciones algo tormentosas entre la petite république y la patria de la reina Isabel.
Por ejemplo, a un inglés al que los austriacos trataron malamente (trah trah) fue a Ricardo Corazón de León. Di que él volvía de incógnito de las cruzadas de intentar liberar los santos lugares del poderío mahometano (una lucha de lo más incorrecta, políticamente hablando, las cosas como son) cuando, al pasar por las cercanías de Viena le entró hambre al angelico, y mandó a un propio a que le comprara un condumio. Los vieneses, que siempre han estado a la que salta, al venderle el comercio y el bebercio, se dijeron « anda, este no es de aquí » y tirando del hilo se dieron cuenta que el encopetado personaje que les pedía un schnitzel era, ni más ni menos que el rey de Inglaterra. Le apresaron y le pusieron a buen recaudo en un castillo de la Wachau (marco incomparable de belleza sin igual, pero prisión, después de todo. Luego, le mandaron una carta a su madre diciéndole que como no soltara el parné, no le volvía a ver la melena al león. Y la cosa debía de ir en serio, porque Leonor de Aquitania compró la libertad de su hijo con todo el oro de Inglaterra. Tanto y en tanta cantidad que los austriacos pudieron construir Wiener Neustadt y hoy en día, aún, no hay al otro lado del canal de la Mancha metales preciosos de esa época.
Ciudadanos británicos fueron sin embargo los responsables de que llegara a Austria el deporte que ocupa el segundo lugar en el corazón de los aborígenes. Me estoy refiriendo naturalmente al fürgol. Y todo por culpa de las orquídeas. El barón Rotschild, que estaba forradísimo, era un gran amante de estas flores, así que tenía en su mansión grandes invernaderos dedicados a cultivarlas Estando este caballero forradísimo, podía comprar los mejores jardineros de orquídeas del mundo, y estos parece ser que eran ingleses. Así pues importó unos cuantos, que le tenían las orquídeas preciosas. Como es lógico, no podían estar los hombres cultivando flores todo el rato, así que, para entretenerse, pidieron permiso al barón para acondicionar cerca de los invernaderos una superficie grandecita en donde poner dos porterías para echarse pachaniguillas del deporte que estaba de moda en su país de origen. Dicho y hecho. Los vieneses, que estaban aliquindoy (*) (o sea, atentos, como dicen en Málaga) dijeron :
-Schau, qué deporte más hermoso.
Aprendieron, y mira.
Pues eso : vaya una cosa por la otra.
(*) Aliquindoy, es una voz que se usa en Málaga y que precisamente tiene origen británico. Los marineros ingleses decían a los aborígenes de Málaga « Look and do it » mientras se tocaban el ojo. De ahí la expresion.
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