Cuando el diablo no tiene nada que hacer

Tradicionalmente, Austria ha producido todo género de cosas. Hay una cosa, sin embargo, en cuya producción (por suerte) no destaca.

10 de Febrero.- Tradicionalmente, Austria ha producido muchas cosas. Escritores, músicos (a cascoporro), conciertos de año nuevo trufados de obras de Strauss, petróleo (sí : en el Marchfeld hay pozos que producen crudo suficiente para que un ciclomotor pueda andar), produce cineastas y « cineastos » (decíamos ayer) y ha producido cantantes –y « cantantos »-, en fin, como diría aquel, un largo etcétera de cosas, pero lo que no ha producido tradicionalmente han sido titulares.

Con esto de Austria y las noticias bomba pasa un poco, con perdón, como lo que mi padre le lleva diciendo a mi madre desde que se casaron :

-Te temo cuando te pones mala porque no tienes término medio : a ti te empieza a doler algo y, por muy inofensivo que parezca, hay que llevarte al hospital, para ganar tiempo.

O sea, que aquí no pasa nunca nada hasta que pasa. Por ejemplo : que encuentren a gente encerrada en sótanos (aunque pueda parecer mentira, es mejor que te encuentren « encerrado » que no « enterrado », como le sucedió a los dos infortunados que estuvieron en tratos con la « princesa de hielo ») ; o que tengan que repetir las elecciones porque los sobres no pegan, o que te salte el Gobierno por los aires debido a un escandalazo. Fuera de estos momentos de alta tensión ambiental, la verdad es que el país suele ser una balsa de aceite (a Dios gracias) y por lo tanto el bloguero encuentra dificultades para encontrar un tema que echarse a los posts.

De hecho, los austriacos me han manifestado más de una vez su admiración. No ya por interesarme por este, su bonito país, un país hermoso que da gloria verlo, sino porque aquí no pasa nunca nada, según ellos, digno de ser contado. Y yo les digo :

-Claro, hasta que pasa.

Y ellos, se ponen a pensar los pobres en cierto ciudadano de Braunau am Inn, de infausta memoria.

En estos días, quizá porque el Gobierno está de quedada planeando sus futuras acciones (como, por cierto, e Gobierno celtíbero) los periodistas estamos un poco de luto y tenemos que ayudarnos con los titulares que producen otras naciones. Por ejemplo, con el pifostio que está sucediendo en Alemania, en Turingia. Todavía me acuerdo yo de un programa de la ORF, un In Zentrum, de cuando lo presentaba Ingrid Turnher, en el que se debatía la herencia de Haider –otro tema muy socorrido- y el populismo ultraderechista.

Recuerdo que había una periodista teutona (con perdón) que, con mucha suficiencia, decía :

-Es que nosotros en Alemania de esto no tenemos –pobre ingénua.

Venía a ser como cuando el día de los atentados de París, de la sala Bataclan, un locutor de la ORF –no se me olvidará nunca- dijo a las nueve de la noche :

-Qué alegría, damas y caballeros, que hoy es viernes trece y no ha pasado nada.

O sea, una manera de llamar al mal fario.

Esta escasez de asuntos candentes a los que hincarle el incisivo también es un poco problemática para los políticos, especialmente para los de la oposición, que no encuentran la manera de demostrar su valía. Un político de la oposición tiene que que ser como Superman : si no está salvando el mundo de la aniquilación, pierde su razón de ser.

Y ahí está Hofer, reducido a la nada más absoluta y proclamando en su Twitter que le va a explicar a los austriacos cómo ahorrarse la cuota obligatoria que pagan por tener televisión para así hundir a su odiada ORF, ese nido de rojales. Pierre nodoyuna tiene un plan.

Como si no hubiera cosas mejores que hacer.

(Bueno, es que a lo mejor NO hay cosas mejores que hacer).


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