Baccara

Ayer, miércoles de ceniza, se produjo una coincidencia con muchísimo morbo.

27 de Febrero.- Ayer fue miércoles de ceniza y, al mismo tiempo en que en muchas casas, como es tradicional, se cenaba pescado para marcar el principio de la cuaresma (época en la que las profesionales del sexo, como es sabido, van por los rastrojos) se terminaba la temporada de bailes.

En los bailes, a media noche, suele haber una actuación. Hace ya mucho, yo fui a un baile y me hizo especial ilusión que actuasen las Baccara.

Maria Mendyola y Mayte Mateos se conocieron en Madrid bailando en TVE, en 1973. Como lo de la tele no debía de estar bien pagado o ellas tenía otras aspiraciones, decidieron que lo mejor que podían hacer con su vida era fundar un dúo musical (Venus) y marcharse a las Canarias a entretener a los turistas. Dicho y hecho. Una noche, sin embargo, su vida cambió. Tres productores (teutones) de RCA (hoy Sony Music) las descubrieron, les cambiaron el nombre, las pusieron a cantar en un inglés algo pedregoso (las cosas como son) y les dieron un material sexy pero sofisticado (Emmanuelle estaba a punto de llegar). Total : un éxito que incluso las llevó a Eurovisión (parlez vous français ?) . Las Baccara (Yes sir, I can Boogie) se hicieron famosas en toda Europa y el mundo. La cosa terminó, sin embargo, como el rosario de la aurora. Una grabación en la que una se sintió postergada en favor de la otra terminó en un largo proceso judicial. Mayte Mateos sustituyó a Maria Mendiola –que inició una aseada carrera como actriz, que aún dura- por una sobrina suya. Y a estas fue a las que vi yo cantar en Viena.

Cuando a Mateos le preguntan por qué Maria Mendiola no canta con ella, dice que desgraciadamnte, se murió.

Ayer era inevitable pensar en las Baccara. A un par de cientos de kilómetros de distancia, dos hombres que habían sido todo el uno para el otro, dieron sendos discursos. El primero, Heinz Christian Strache, al frente de un nuevo partido (o cosa así) la DAÖ, con la que se va a presentar a la alcaldía de Viena. El segundo, Norbert Hofer, ex candidato tróspido a la presidencia de EPR, ex ministro y factotum, junto a Herbert Kickl, de la principal formación (de momento) de la extrema derecha austriaca. La tensión se mascaba en el aire. Todo el mundo se preguntaba qué dirian el uno del otro. Es más : seguramente ellos mismos se preguntaban, como Maria Mendiola y Mayte Mateos, qué dirá la otra mala pécora de mí.

Sin embargo, si bien Strache dijo cosas del que fue su partido (nunca aludió a personas directamente) la verdad es que fueron relativamente suaves. Dijo que el nuevo FPÖ sin él es un pollo sin cabeza, que no tiene ni Master ni Mind (este es el nivel). Después, se puso a despotricar contra el Gobierno y a largar a propósito de quien será su rival (y previsible vencedor) en la alcaldía de Viena, Ludwig, sustituto del inefable Häpl.

Hofer decidió hacer como Mayte Mateos y actuó en todo momento como si Strache hubiera sido vaporizado al tomar contacto con una civilización extraterrestre. Al enemigo, ni guater. Dijo que, a veces ser « liberal » como ellos se definen, es muy difícil, y que estos últimos tiempos lo han sido (por cierto, Hofer está siendo investigado por la fiscalía austriaca bajo sospechas de corrupción). Hubo una alusión a Strache sin nombrarle. Según las encuestas, Strache, desde ya, tiene mejores cifras de intención de voto que el candidato del FPÖ, Dominik Nepp (al que las malas lenguas llaman ya « Tepp » (tontaco, o así). Nepp, el pobre, es un hombre con nulo carisma y con cara de sufrir una perpétua crisis hemorroidal severa. O sea, que es probable que no le quiera ni su familia, al angelico.

Hofer anunció ayer que la hostia, con perdón, iba a ser épica ; pero que lo que no te mata te hace más fuerte y que esto no iba a ser un esprín, sino una maratón.

Al oirle, seguro que a Tepp, digo Nepp, se le agravó la cara de estar chupando un limón.


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