El Gobierno austriaco se pone las pilas

Cuando a los italianos veas estornudar, pon tus manos a remojar (o así). El Gobierno austriaco se pone las pilas con el coronavirus.

10 de Marzo.- A pesar de que Austria no es uno de los países más afectados por el coronavirus (de momento) el Gobierno de Esta Pequeña pero salada República ha decidido aplicar una serie de medidas con varios objetivos: el primero, proteger a la población, particularmente a las personas más mayores, que son las que (por lo que parece) tienen más que perder con la enfermedad, en segundo lugar, ganar tiempo hasta que termine la temporada usual de gripe o hasta que se encuentre una vacuna que permita atajar la enfermedad.

Hoy, el canciller Kurz, su ministro del Interior y su ministro de Sanidad (conservador y verde, respectivamente) se han presentado ante la prensa y han enumerado una serie de medidas cuyo efecto es probable que se haga notar en los próximos días inmediatamente. El objetivo también, por qué no decirlo, es intentar evitar que no pase lo que ha sucedido en Italia, ahora que, por lo que parece también, estamos a tiempo y nos encontramos en el principio de la curva ascendente de los enfermos.

Sin más preámbulos, nos ponemos a enumerar las medidas que el Gobierno va a poner en marcha:

Suspensión de las clases presenciales en las Universidades a partir del lunes, por lo menos hasta las vacaciones de semana santa. Por qué: las personas entre 14 y 30 años son las que menos síntomas desarrollan, pero parece ser que son las que más transmiten la enfermedad. Es muy probable que a esta medida le siga el cierre de las escuelas también, dependiendo, eso sí, del desarrollo de la epidemia.

-Todos los actos que se desarrollen en el exterior y que tengan más de 500 participantes, quedan suspendidos. Lo mismo aquellos que tengan lugar en un interior y que pasen de 100 asistentes. Hasta primeros de Abril. Cierran los teatros, cierra la ópera, para la liga austriaca de fútbol (aunque alguno dirá que se va a notar poco), cierra para los turistas la catedral de San Esteban (quien quiera seguir confiando en que la providencia le va a seguir protegiendo del contagio en misa, va a seguir pudiendo). El holding que agrupa a los teatros vieneses calcula que habrá unos cinco millones de Euros de pérdidas.

Se pide a los austriacos que minimicen en lo posible su vida social y los contactos que tengan con otras personas.

-Limitaciones de viajes a Italia y desde Italia. A partir de hoy no va a haber ningún vuelo directo desde Austria hasta Italia y se van a instalar controles de toma de temperatura en el paso de Brenner, frontera con la península en forma de bota. Solo van a poder pasar a Austria desde Italia aquellas personas que, a parte de pasar el test, aporten un certificado de que están más sanos que una manzana. Sin certificado o con fiebre, se obligará a catorce días de cuarentena.

A los austriacos que están en Italia en estos momentos (unos 40.000) el Gobierno se los va a traer de vuelta a la Patria.

Eso sí: se les va a pedir que se queden en su casa quince días en cuarentena.

-Se pide a la gente que, dentro de lo posible, trabaje desde casa. De momento es solo una recomendación, pero el Gobierno austriaco ha enfatizado que la gente debería plantearse hacerlo siempre que sea posible.

Naturalmente, antes como ahora, se enfatiza que la gente tiene que tener en cuenta las medidas higiénicas necesarias. Lavarse mucho las manos de manera que el jabón elimine la película que protege al virus y este haga chimpún. Evitar los besos, los abrazos, el contacto físico en general. No tocarse la cara o los ojos, para no permitir que el virus entre en contacto con las mucosas y se desarrolle la enfermedad.

Todo lo anterior, va a cambiar en las próximas semanas la vida de los austriacos y, dependiendo de cómo evolucione el número de los afectados, se prolongará más o menos en el tiempo.

Habrá que verlo por el lado positivo. La gente va a tener tiempo de hablar más, de ver más películas, de leer más libros, de estar más con sus familiares y de emprender esos proyectos que siempre aplazaron pero para los que no tenían tiempo. Qué sé yo, construir una copia del Monasterio del Escorial con palillos de dientes, aprenderse las Soledades de Don Luis de Góngora y Argote (mil y pico versos no se aprenden en un periquete), recordar el método de Ruffini para descomponer „polimonios“. En fin: aquellas pequeñas cosas que nos dejará este tiempo de virus y que luego le podremos contar a nuestros nietos.


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