Caos en la red

Austria lucha por acostumbrarse a un país en servicios mínimos. Mientras tanto, todo tipo de majaderías y embustes empiezan a correr por la red.

14 de Marzo.- Buenas noches: bienvenidos a la segunda edición de hoy de Viena Directo. Mientras siguen llegando noticias alarmantes de Italia, la ORF, televisión pública austriaca, ha empezado a preparar a la población para lo que se avecina a partir del lunes. O sea, un país en servicios mínimos.

Los corresponsales de la cadena pública en los países que más están sonando con respecto a esta pandemia envían informes con las últimas novedades. En estos momentos, por ejemplo, mientras escribo, se intenta contestar a las preguntas de la población ¿Qué comercios estarán abiertos? ¿Se ha tomado la gente en serio las recomendaciones del Gobierno de no salir?

La ORF anuncia también que va a emitir una programación especial destinada a los niños para compensar la falta de las clases.

Mientras tanto, las redes sociales hierven, sobre todo para aquellos que, como yo, tenemos familia y amigos en España.

Los tiempos de internet son también tiempos en los que florece el narcisismo. Todos quieren opinar a propósito de cómo están viviendo estos días en los que están sucediendo tantas y tanta situaciones inéditas y en los que todo el mundo, por lo tanto, se siente inseguro y quiere aferrarse a alguna certeza.

Un efecto colateral de todo esto es que se desata una auténtica competencia por la atención de los demás. Una guerra en la que, por inconsciencia, por estupidez, por maldad o por las tres cosas a la vez, se propagan noticias falsas.

Los cuentos de miedo actúan, por un lado, satisfaciendo el ansia narcisista de quien los propaga. Todos tendemos más a escuchar a alguien que nos da malas noticias que a alguien que nos las da buenas.

Por otro lado, también provocan en los oyentes una falsa sensación de seguridad, ese „yo sé algo que no me están contando los medios oficiales“.

¿Cómo trabajan los que elaboran estas mentiras? Independientemente de la intención que les anime, el procedimiento es siempre más o menos el mismo. La cosa se basa en producir un guiso en el que, para colar la mentira, se añaden algunos elementos verosímiles, generalmente en forma de palabras técnicas.

Es el ABC de la manipulación.

En estos días, circula por ejemplo el supuesto audio de una enfermera de un gran hospital de la capital de España en el que advierte a una supuesta amiga de que no haga caso de las informaciones oficiales. Todo sería en realidad muchísimo peor de lo que nos están contando y le pide a su amiga que tome medidas para protegerse a ella y a los suyos, sobre todo de la incompetencia del Gobierno.

El audio dura bastante y está concebido para ponerle los pelos de punta al que lo escuche.

También he visto un vídeo de un programa que se emite en una televisión española vinculada a la extrema derecha en el que se difunden teorías conspiranoicas (muy locas, casi tan locas como el documental de TV3 que decía que Leonardo Da Vinci era catalán) en el sentido de que el coronavirus sería un producto de laboratorio creado por las farmacéuticas.

Siguiendo el mismo procedimiento, están empezando a rodar por las redes austriacas, en forma de audios en cadena difundidos por whatsapp, supuestamente conteniendo informaciones „confidenciales“ que los miembros del Gobierno austriaco se reservan para los suyos, auténticos embustes que los medios profesionales están empezando a desentrañar.

Por ejemplo, según uno de estos audios que circulan, los investigadores de la Universidad de Viena habrían descubierto un vínculo entre el consumo de Paracetamol y el aumento de la gravedad de los síntomas de la infección por coronavirus.

También circulan informaciones sobre un supuesto cierre de la ciudad de Viena, sobre policías en los supermercados o sobre pillajes, saqueos y vandalismos en algunos centros comerciales, en donde supuestas multitudes incontroladas, llevadas por el pánico, habrían robado comestibles provocando el desabastecimiento.

Lo mismo que todos somos responsables de que el coronavirus no se extienda, limitando al mínimo nuestra actividad social, también somos responsables de que esta clase de mierda no se extienda.

Todos estos audios y mensajes sin fuente conocida (una amiga de una amiga, un amigo mío que trabaja en el hospital X) y que solo sirven para contribuir al alarmismo estúpido y al pánico deben tener en nosotros un firme dique.

Además, su veracidad es muy fácil de comprobar. La Universidad de Viena responde directamente a preguntas y hay páginas que contrastan los bulos.


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