Parlamento austriaco

Ruegos y preguntas

Parlamento austriacoHoy es un post muy especial. Después de casi tres meses, la noticia más importante del día en Austria no está relacionada con el coronavirus.

4 de Junio.- Queridos lectores de Viena Directo: el post de hoy es muy especial. Por primera vez desde mediados de marzo pasado la noticia más importante del día en Austria no está relacionada con el coronavirus y, por lo tanto, el post principal del día, no está relacionado con la pandemia de CoVid-19.

Y es que hoy ha empezado en el Parlamento de Esta Pequeña República la Comisión de Investigación que investiga el llamado Ibizagate.

Strache

CÓMO EMPEZÓ TODO

Como recordarán mis lectores, hace poquito más de un año, la coalición que entonces gobernaba el país, formada por el Partido Popular austriaco y la ultraderecha saltó por los aires.

Varios periódicos publicaron en sus webs, a la vez, un fragmento de un vídeo más largo (mucho más largo) en el que se veía al entonces vicecanciller, Heinz Christian Strache, ofrecer a una supuesta oligarca rusa favores a cambio de financiación.

La comisión, que no es en ningún caso, ningún juicio (de hecho, es poco probable que Strache o Gudenus puedan ser juzgados por nada de lo que pase en el vídeo, porque lo que hicieron, aunque inadmisible, escandaloso y demás, no era punible en el momento en que lo hicieron) servirá para que los representantes de la soberanía popular esclarezcan -hasta donde se pueda- los pormenores alrededor del famoso vídeo que precipitó a la cúspide del sistema político austriaco a una estabilidad inédita en el devenir político del país.

Devenir que suele ser, por suerte, una balsa de aceite.

La comisión, sin embargo, nace con algunos problemas.

Por ejemplo, el vídeo que es el principal corpus delicti no obra en poder de la comisión. Está, eso sí, en poder de la policía. Asimismo, algunas de las personas que son nombradas en el vídeo se han excusado de responder a las preguntas de la comisión de investigación. Por ejemplo, el millonario Gaston Glock -conocido fabricante de armas-. Al no ser ningún procedimiento penal, nadie puede obligarle a declarar. Glock ha puesto como excusa el coronavirus y el pertener, por edad, a un grupo de riesgo.

Si hubiera decidido acudir a responder las preguntas de la comisión hubiera tenido que responder toda la verdad y nada más que la verdad, bajo pena de perjurio.

Sabía (lo sabe todo el mundo) que hubiera tenido que contestar a preguntas sumamente incómodas (siempre lo son aquellas que se relacionan con la financiación de los partidos políticos).

El morbo de todo este asunto radica también en que uno de los partidos que antaño formaban la coalición sigue en el Gobierno (el ÖVP) y sigue con su imagen relativamente intacta (o, por lo menos, las rozaduras no provienen de Ibiza, asunto del que ha conseguido desvincularse, sino de la gestión del coronavirus, que ha barrido todas las demás noticias) en tanto que todo el daño de reputación se lo ha llevado el FPÖ, la ultraderecha el cual, desde que estalló el escándalo lleva un año buscando de nuevo un sitio en el panorama político austriaco que sigue siéndole esquivo.

Sebastian Kurz

El FPÖ va a centrar su estrategia en intentar demostrar que el hoy canciller conocía el olor a podrido que emanaba de Dinamarca o, lo que es lo mismo, va a intentar demostrar que „todos los políticos son iguales“ o, por lo menos que no todos los políticos están siendo medidos por el mismo rasero.

EL REDACTOR DE FALTER O EL HOMBRE QUE HA VISTO EL VÍDEO

El primero en responder a las preguntas de la Comisión de Investigación a sido Florian Klenk, el redactor jefe del semanario Falter.

Klenk ha admitido haber visto una versión de siete horas del vídeo (el visionado repartido en una semana) y la comisión le ha preguntado sobre la diferencia de cinco horas entre esas siete y las doce que, oficialmente, dura el video.

Klenk ha respondido que, o bien él no ha visto una versión íntegra (el director´s cut como aquel que dice) o bien algunas escenas del vídeo de doce horas estaban dobladas. En cualquier caso, se ha reafirmado en que la calidad general de vídeo y de audio eran muy malas y que el visionado necesitaba concentración para poder seguirlo en todos sus pormenores.

Klenk no ha dudado en acusar a Strache, recalcando la contradicción de que, por una parte, decía que todo lo que la oligarca hiciera „tenía que ser legal“ pero por otra le estaba dando la posibilidad, claramente ilícita, de que le sobornase.

Después de resaltar la cutrez de todo el asunto (obvia) Klenk ha dicho que la parte del vídeo publicada es un „destilado“ y en ningún caso ningún montaje hecho de manera torticera para distorsionar lo que se dijo. También ha dicho que su impresión era que todos los implicados eran perfectamente dueños de sus actos y, naturalmente, dueños también de sus palabras que, al contrario de lo que Strache y Gudenus habían sugerido, nadie les había drogado ni les había puesto ninguna aspirina en la coca-cola (bueno, en el Red Bull).

Klenk, aparte de resaltar la irrealidad y la cutrez de todo el asunto, ha descartado que hubiera drogas en ningún momento, como se llegó a rumorear. Es más, se bebía Red Bullo sin azúcar. Todo muy sano.

Klenk ha explicado también cómo llegó a ver él el video (recordemos: la comisión no lo ha visto). Los redactores del Suddeutsche Zeitung le llamaron porque necesitaban a alguien que controlase las interioridades de la política austriaca, para saber de qué personas hablaban.

La diputada de los Verdes ha ido directamente al grano y le ha preguntado a Klenk si los ricos se pueden comprar las leyes.

Klenk ha dicho que eso lo tiene que juzgar la fiscalía del Estado, pero que lo cierto es que todos los datos que ha dado Strache luego se han hecho realidad. Donativos hechos a través de asociaciones, contratos de asesoría para las esposas de algunos políticos ultraderechistas (el escaño de Philippa). En total, 1,2 millones de Euros.

El redactor jefe del Falter se ha negado a responder a algunas preguntas (protección de las fuentes, un derecho amparado por la libertad de prensa) pero sí que ha respondido a propósito de otro tema picante: lo que Strache dijo durante la famosa noche ibicenca a propósito de Rusia y de Viktor Orban.

Básicamente, Strache y Gudenus presumieron de que estaban a partir un piñón no solo con Viktor Orban, sino con su servicio secreto.

Tras Klenk, que dejó en la Comisión la impresión de ser el perejil de todas las salsas que se cuecen en los pasillos del poder de esta república, llegó la que sin duda era la comparecencia con más morbo. El mismo Strache, in person.

STRACHE: ESE HOMBRE QUE TÚ VES AHÍ (Y QUE NO SUELTA PRENDA)

El ex vicecanciller ha comparecido con mascarilla, como marca la ley y, como marca la ley, se le han leido sus derechos y se le ha recordado su deber de contestar la verdad (de la buena) bajo pena de perjurio. Strache, con un ojo puesto en la instrucción que está llevando a cabo la fiscalía del Estado austriaco también ha dicho que se reservaba su derecho a no contestar a determinadas cosas.

Tras esto, ha empezado con lo que los antiguos llamaban „captatio benevolentiae“. O sea, con su exculpación. Ha manifestado que desde hace años existía un plan para eliminarle (vernichten) en el que, según él, estaba implicado uno de sus agentes de seguridad (el que reveló el año pasado numerosos detalles irregulares a propósito de gastos personales de Strache que luego el ex vicecanciller ponía a nombre del partido).

A parte de esto, Strache se ha negado a responder a las preguntas de la comisión amparándose en sus derechos (que los tiene, a no declarar contra sí mismo). No se esperaba otra cosa, porque de hablar de más podía meterse en un peligroso jardín penal.

También ha dicho que lleva un año pidiendo poder ver el famoso vídeo incriminador y que los periodistas del Suddeutsche Zeitung se han negado en todo momento a proporcionárselo.

La Comisión le ha preguntado a Strache a propósito de qué parte de lo conocido del vídeo es verdad y qué es mentira.

Strache, sin entrar en detalles concretos ha dicho que los siete minutos conocidos están totalmente sacados de contexto y que, en todo momento, se había movido dentro de las fronteras del Estado de derecho. Y que, quizá debido al Red Bull sin azúcar, llegado un momento se le había calentado la boca y había hablado sobre rumores concernientes a otros partidos. Rumores -ha dicho seguramente sardónico- que seguramente eran falsos y por cuya difusión se disculpaba.

Ha rebatido también la versión del redactor jefe del Falter y ha dicho que, seguramente, le echaron algo en la bebida.

Strache también ha desmentido otro escándalo vinculado con el famoso vídeo de Ibiza a propósito de 55.000 Euros que sirvieron, según una eurodiputada del FPÖ, Barbara Kappel, para comprar un escaño en el parlamento.

Todo inventado (según Strache).

El expartido de Strache, el FPÖ también ha terciado y ha pedido que se incluyan en las actas de la comisión los SMS y los mensajes de Whatsapp entre Strache y Kurz -el FPÖ intenta demostrar, repetimos que „todos los políticos son iguales“- Strache se ha negado a poner a disposición de la investigación este material.

Por lo demás, Strache ha sido preguntado a propósito de los temas (sucios) más variados y, como era esperable, Strache ha negado tener conocimiento de nada de lo que se le preguntaba y ha recalcado su inocencia.

Tras tres horas de preguntas y de protestas de inocencia, ha abandonado la comisión.

GUDENUS INTENTA MORIR MATANDO

Después de Strache, ha sido Gudenus el que ha entrado a responder las preguntas de la comisión. Ha manifestado no tener ningún miedo de las investigaciones y, dispuesto a morir matando, ha negado cualquier financiación ilegal del FPÖ diciendo que tanto el ÖVP como el Partido Socialista tienen más que esconder que la facción ultraderechista.

Tras quitarle importancia a todo lo que dice en el vídeo (y que solo los redactores del Süddeutsche Zeitung y la policía han visto), Gudenus explica cómo conoció a la supuesta oligarca rusa.

Lo hizo, según parece, a través de una conocida, del sector inmobiliario. La representante inmobiliaria, por lo visto, le había dicho que había una oligarca rusa interesada en un coto de caza en Austria. La familia Gudenus disponía entonces de una propiedad semejante. El supuesto interés en la compra propició el encuentro.

La rusa, según parecía, quería mudarse a Austria, vio el coto de caza. Gudenus ha recalcado que la supuesta oligarca iba bien aleccionada, que había hecho las preguntas correctas y que había confiado en ella. Después, Strache y la rusa también se conocieron y Strache, según Gudenus, no sospechó nada.

A la hora de terminar este artículo (las diez y diez) no ha terminado todavía el interrogatori o a Gudenus. Han sido once horas de comisión parlamentaria. Mañana, sin embargo, seguiremos informando.


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