Las penas de amor hicieron a una joven austriaca pedir cincuenta pizzas para poder ver a su novio.
23 de Junio.- Se atribuye a Enrique VIII de Inglaterra la letra de una hermosa canción francesa. Los primeros versos dicen así :
Plaisir d´amour ne dure q´un moment
Chagrin d´amour dure toute la vie
O, lo que es lo mismo :
« El placer del amor, no dura más que un momento
Las penas del amor duran toda la vida »
Una joven austriaca de la localidad de Steyr, la cual se encontraba definitivamente en la segunda fase (o sea, en de las penas de amor que causan una depresión duradera) incapaz de soportar la ausencia del ser amado, estuvo varios meses pidiendo pizzas a la casa en la que el muchacho trabajaba de repartidor, nada más que para atisbarle pasar veloz por delante de su casa.
Cuando la nostalgia le apretaba, cogía el telefonino :
– !Una margarita, bitte ! (suspiro)
– !Una capricciosa! (otro suspiro)
-!Una calzone, con perdón! (otro suspiro)
Y así, hasta cincuenta suspiros.
La muchacha daba siempre nombres y direcciones falsos, de manera que el chaval no pudiera cobrar el importe de las pizzas y buscarle así problemas con sus jefes. Y es que se conoce que nuestra Julieta, queridos lectores, debía de tenerle a su Romeo algún rencor.
Pronto, a los jefes de Romeo les pareció recochineo –y perdón por el pareado- tanta pizza hecha en vano, y llamaron a la policía de Steyr la cual se puso a investigar exhaustivamente, hasta que dio con la malhechora.
Después de interrogarla los agentes obtuvieron de la muchacha una confesión.
Si bien se mira, de todas formas, lo de las pizzas no está tan mal después de todo. Enrique VIII, cuando tenía problemas con alguna, la decapitaba. Eso es el progreso.
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