Una doctora (!) se une a los negacionistas

Los negacionistas austriacos han encontrado a una doctora ( !) que comulga con sus tesis. Veamos lo que dice.

7 de Julio.- Cualquiera que haya leido Sinuhé el Egipcio, gran novela del finlandés Mika Waltari (y estupenda lectura de verano) sabe que una parte de la eficacia de los remedios que nos recetan los galenos se basa en la confianza que depositamos en el médico que nos trata.

Debido a eso, hay un consenso en toda la sociedad para dotar a los médicos de una fama de personas racionales, sabias y equilibradas que, en algunos casos, no se merecen. Yo, casualidades de la vida, conozco a muchos médicos y lo cierto es que, en esa profesión, hay de todo como en botica. Entre mis conocidos, los hay que son casi unos obsesos de la vida sana (hasta unos puntos neuróticos) y los hay que se fuman unos purazos de miedo y que, si se encarta, se meten varios platos de callos con chorizo (koritso) de una sentada (una comida, como todos sabemos, sanísima).

De todas formas, una carrera que se estudia abriendo los cuerpos tiesos de cristianos difuntos es forzoso que te deje secuelas.

Esto viene a cuento porque los negacionistas de la crisis del coronavirus han encontrado a una médico que comulga ( !) con sus tesis.

Como saben mis lectores existe en Austria un grupo autodenominado ICI (Iniciativa para la información sobre el coronavirus basada en evidencias científicas). Los de la ICI se manifiestan con cierta frecuencia para « decir de que no » y, a juzgar por las declaraciones suyas que llegan a los medios, se trata de un grupo de gente algo excéntrica y, como hubiera dicho Don Quijote, « descomunal », de pelajes heterogéneos. Ya sabe el lector : desde los bebedores de lejía por garrafas hasta los que piensan que el coronavirus es un adelanto del apocalipsis.

El caso es que, esta gente tan apegada (ejem) a la ciencia, han encontrado a una disidente que (piensan ellos) le da prestigio a su movimiento. Cuando alguien les critica lo de la lejía, un poner, ellos dicen :

-Ché ché ché, un respetito, que nosotros no somos un grupo de chiflados, que hay hasta médicos y todo.

Y así.

La doctora se llama Konstantina Rösch y ha emprendido una cruzada en solitario para enmendarle la plana a todos los virólogos, epiemiólogos y demás científicos del mundo. Un poco como Fran Rivera, pero con estudios. Esta doctora trabaja en la clínica universitaria de Graz y su teoría es que las mascarillas son una imposición absurda y arbitraria del Gobierno para « humillarnos » a todos. Que en realidad no protegen de nada, porque « las personas sanas no le contagian nada a nadie ».

El hecho de que haya enfermos asintomáticos que se sientan más sanos que una pera conferencia y que, sin embargo, puedan exteder la CoVid-19 es un ligero fallo de su teoría, pero para esta mujer, por lo visto, los que no tosen y tal, no están malos.

Los colegas de la Sra. Rösch « se rascan » las vestiduras y se echan las manos a la cabeza (no se tocan ni la nariz y los ojos, por no contagiarse) y no entienden como una doctora que tiene su título colgado de la pared de su despacho puede decir estas cosas.

Pero es que los médicos son como usted y como yo. Los hay que son ciudadanos ejemplares y los hay que fuman y se emperran en obstruirse las arterias a base de callos con « Koritso ».


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