Tres locales cerrados por un “supercontagiador”

Una sola persona puede contagiar a muchos, como dice nuestra historia de hoy, de la que se pueden obtener provechosas enseñanzas.

13 de Julio.- Por razones enteramente lógicas, que mis lectores van a entender muy pronto, se sabe muy poco de la persona en cuestión. Las únicas dos cosas que se pueden asegurar son que le gustaba el café un montón (tanto como para entrar a tres cafeterías en un día) y que estaba enfermo (o enferma) de coronavirus.

Bueno, y una tercera: que la persona que fuera la ha liado parda, la pobre (o el pobre).

El caso es que, el martes pasado, todo apuntaba que iba a ser un día normal en una tranquila población de las afueras de Viena (Mödling). Un día como lleva amaneciendo desde que los seres humanos se asentaron en esta feraz zona de los bosques de Viena, hace cosa de cuatromil años (bueno, todo el mundo mucho más depilado y afeitado que entonces, claro).

El caso es que un cliente (acabo de decidir que era un hombre) entró en una cafetería que se llama „Georges Domizil“ y, seducido sin duda por lo acogedor del local, pidió un cafelete.

Acudió a servirle el dueño, que se llama Gernot George Kujal. Sin duda, el pobre se esmeró en el servicio, que no están los tiempos como para andar siendo borde con los clientes.

El cliente, se tomó el café y el señor Kujal no volvió a saber nada más de él hasta este sábado, momento en el que recibió una llamada de los funcionarios de salud para informarse de que el cliente al que había servido con tanto cariño (sin hacer uso de ese laconismo militar que algunos camareros de este país toman por buen servicio al cliente) había llamado a la línea 1450 para decir que estaba enfermo de CoVid-19 y que sálvese quién pueda (bueno, eso no), que si podían avisar a todas las personas con las que había estado en contacto.

De resultas de esta llamada, tanto Kujal como una empleada están en cuarentena, aunque no tienen síntomas.

En las palabras del dueño de la cafetería se advierte, creo yo, una cierta resignación. Reconoce que el cliente fue muy responsable y que hizo lo correcto llamando al 1450, lo cual no quita (esto no lo dice, pero se sobreentiende) que le hiciera la puñeta, pero bien.

Ahora está pensando en cómo abrir el local otra vez cuando acabe la cuarentena o si debería abrir en todo el verano.

El cliente de Kujal también pasó por Phil´s Time, que también está cerrado y sus empleados en cuarentena de manera preventiva, según pone en la página de Facebook del local.

El amigo de Juan Valdés también pasó por un tercer local, del que no ha trascendido el nombre y también !Pimba! Hubo que cerrarlo.

Las autoridades sanitarias de Mödling han informado de que, a pesar de todo, todos los locales han cerrado por decisión propia (o sea, por responsabilidad, muy bien) y no por imposición de los funcionarios.

La moraleja de esta historia es, naturalmente, que una sola persona puede contagiar a muchos mediante actos completamente naturales como tomarse un cafelete.

Por supuesto, si alguno de mis lectores se siente pachucho, lo correcto es quedarse en casa y llamar a la línea 1450 primero para que le orienten y también tener buena memoria (Para acordarse de dónde se ha tomado uno los cafés).

https://www.facebook.com/Vienadirecto/videos/564835027755070/
Ayer, como todos los domingos, estuvimos en directo


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