¿Cómo funcionan los tests para detectar el coronavirus?

¿Cómo son los tests para detectar el coronavirus? ¿Cuántos tipos diferentes hay? ¿Cómo son de fiables? ¿Por qué han tardado tanto en llegar los tests rápidos? Todas estas preguntas apasionantes, en este post de Viena Directo.

19 de Septiembre.- Una de las mejores cosas de escribir Viena Directo todos los días es que uno aprende muchísimas cosas y aprender, naturalmente, es una cosa muy agradable.

Antes de la pandemia, la necesidad de buscar todos los días un tema hacía que estuviera todo el tiempo alerta para detectar historias interesantes sobre Austria (y siendo este un país tan lleno de historia, uno a veces tenía la sensación de estar ante un interminable océano de material).

En tiempos de coronavirus, en cambio, el foco de mi curiosidad (y, espero, también el foco de la curiosidad del tipo de lectores para los que escribo Viena Directo) se dirige a otros temas.

Por ejemplo, hacia los tests.

Desde marzo de este año, hemos aprendido, por ejemplo, que la prueba PCR existe. De hecho, las PCRs no se nos caen de la boca. Los que viajan, porque las necesitan para poder entrar a los países. Los que se sienten pachuchos, porque quieren descartar que tengan un catarro, una gripe o el virus malandrín.

Ahora bien

¿Qué es la PCR?

El método más usual hasta ahora para detectar el coronavirus (también en personas que no presentan síntomas) es la PCR. PCR son las siglas en inglés de Reacción en Cadena de la Polimerasa. La PCR es una prueba diagnóstica que se basa en la estabilidad al calor de la enzima polimerasa, cuyo hallazgo fue obra de Kari Mullis y de Michael Smith en 1993 (les valió, por cierto, el Nóbel de química).

Mediante la PCR se localiza y se replica (se amplifica) un fragmento de material genético el cual, en el caso del coronavirus, es una molécula de ARN.

El coronavirus, como todos sabemos „vive“ en las vías respiratorias de las personas, de manera que hay que recoger material de esa parte del cuerpo humano (el famoso frotis con el bastoncillo) y dejar actuar a la famosa polimerasa. Si se detecta material genético específico del virus, la persona está infectada. Si no, pues no.

El problema que tienen las PCR es que, para hacerlas con las debidas garantías (garantías de todo tipo, que van desde las meramente sanitarias hasta las de protección de datos) se necesita una cadena logística que es mucho más complicada de lo que podría parecer a primera vista.

En primer lugar, hacen falta personas debidamente entrenadas que hagan los frotis de nariz y faringe. Parece fácil, pero se necesita personal sanitario cualificado, y se necesitan personas que lleven estas muestras a los laboratorios para que allí se valoren. Después, se deben comunicar los resultados. En primer lugar, no a las autoridades sanitarias, sino a los propios interesados. Todo esto lleva tiempo, que se añade al tiempo que hace falta para hacer las famosas PCRs.

En estos días se está hablando de „tests rápidos“ que se llaman en alemán Antigentests.

¿Qué son los tests rápidos y por qué han tardado tanto tiempo en salir al mercado?

Frente a las PCR, que duran varias horas, los resultados de estos tests tardan solo entre un cuarto de hora y media hora ¿Por qué han tardado tanto tiempo en salir al mercado? Porque se basan en una tecnología distinta de las PCR.

Mientras las PCR se basan en detectar fragmentos de material genético, los tests rápidos, o de antígenos, se basan en detectar proteínas típicas del coronavirus.

(Yo no sé a mis lectores, pero a mí todo esto me parece sencillamente alucinante, no ya que se pueda hacer, sino que a alguien se le haya ocurrido hacerlo).

Sin embargo, estos tests rápidos están todavía lejos de ser una cosa tan sencilla como los tests de embarazo. O sea que, a pesar de lo que podría desprenderse de lo que dicen los laboratorios, la cosa no funciona como que uno se va a BIPA (famosa cadena de droguerías local) se compra un tests, se va al cuarto de baño, escupe y a los quince minutos hay un chisme que se tiñe de un color. Sería bonito, pero no. No es así.

Para empezar, los tests rápidos no eliminan la necesidad de que sea una persona cualificada la que recoja las muestras y como, además, el coronavirus es una enfermedad pandémica, hace falta que los funcionarios de sanidad sepan los resultados para, por ejemplo, trazar los contactos de la persona infectada en busca de nuevos infectados. Si se pudiera hacer en casa, cabría la posibilidad (desgraciadamente bastante extendida, lo estamos viendo en España, por ejemplo) de que hubiera personas que supieran que están infectadas y, por lo que fuera (por ejemplo, por no tener síntomas) siguieran llevando una vida normal y contagiando a diestro y siniestro.

Naturalmente, estos tests rápidos han tardado en desarrollarse todo el tiempo que los científicos han necesitado para conocer el virus y para aislar también las proteínas típicas que componen su „cáscara“ (los virus son los seres vivos más simples que existen, hasta el punto de que muchos les niegan incluso ese estatuto, el de seres vivos, son apenas una cubierta de proteína y el material genético que se cobija en su interior).

¿Cómo se evalúa la fiabilidad de un test así?

Pues hay dos parámetros fundamentales: por un lado, la sensibilidad (o sea, la capacidad de reaccionar a la presencia de una determinada proteína) por otro lado, la especificidad (o sea, que solo puedan reaccionar a esa proteína en concreto, a la típica del coronavirus, y no a otra).

En los nuevos tests rápidos (los que va a empezar a comercializar el laboratorio Roche antes de que termine este mes, la sensibilidad es del 96,52% y la especificidad de un 99,68%.

Estos resultados se basan en 426 pruebas (extrapolables estadísticamente) que han sido verificadas por dos centros de estudio independientes.

Los de Roche no son los únicos tests que se van a poner en el mercado. Hay otro laboratorio, Nal von Minden, que está probando sus test en 3000 estudiantes voluntarios de la WU de Viena (la Universidad Económica). De momento, los tests de Nal von Minden muestran una sensibilidad de más del 90% y una especificidad del 99%.

Estos tests rápidos son también más fáciles y rápidos de producir que las PCR. A finales de septiembre, Roche tendrá preparados 40 millones de unidades, con lo cual es probable que dentro de poco serán un instrumento usual para detectar el coronavirus (especialmente en asintomáticos).

¿Hay más tests para detectar el coronavirus?

Probablemente los lectores de Viena Directo habrán oido hablar también de un tercer tipo de test: los serológicos, o sea los que detectan anticuerpos del virus (quizá les sean familiares por el virus del SIDA). Se basan en que, cuando el cuerpo ha estado expuesto a un virus, el sistema inmune desarrolla anticuerpos, de manera que incluso si uno no está enfermo (en lenguaje vulgar, „si ha pasado“ la infección) esos anticuerpo se quedan ahí, en la sangre. O sea, que uno es „seropositivo“ (o, lo que es lo mismo, que uno ha dado positivo a las pruebas serológicas).

El laboratorio Roche, por lo visto, está trabajando en un test combinado, de manera que no solo se pueda detectar la CoVid-19 sino además diferenciarla de la gripe común de manera fiable.


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