El teatro del mundo

En donde, siguiendo el hilo de sus pensamientos, el bloguero pasa revista a muchas noticias que demuestran la manera de funcionar del mundo y de sus habitantes

7 de Octubre.- Hoy, mirando por la ventana, absorto, mientras pensaba en lo que iba a escribir por la noche, me he quedado pensando en que, en realidad, la crisis del coronavirus, aquí en Austria como en otros sitios, ha sido como si sobre la Humanidad alguien hubiera echado un líquido revelador, como si alguien hubiera descorrido una cortina que antes lo tapase todo. Ante el coronavirus y el cambio que ha supuesto en nuestras vidas, todos y cada uno hemos quedado retratados como somos.

Los tontos, los listos, los ricos, los pobres, los neuróticos y los sensatos, las personas supersticiosas, las desquiciadas, las personas que han tratado -que tratamos- de conservar un poco la lucidez.

Ha aparecido, por ejemplo, una tendencia muy humana, que es la de mirar para otro lado. La negación. Suele pasar ante una circunstancia que nos obliga a salir de nuestra zona de confort.

Ante esto, el fenómeno no ha distinguido entre cultos y analfabetos. Hoy, por ejemplo, leía en un periódico un artículo de Bernard Henri-Levi -héroe que fue de mayo del 68- vaca sagrada de la intelectualidad francesa. En el texto, BHL, como se le conoce en Francia, expresaba su fastidio porque se hablase tanto del coronavirus y propugnaba tratar las noticias sobre la pandemia de otra manera (a poder ser, decir las cosas sin que se notase mucho) ¿A qué venía insistir sobre las mascarillas? ¿A qué contar las cifras de fallecidos? ¿No sería mejor presentar un panorama más risueño?

BHL utilizaba un lenguaje mucho más sofisticado, pero el fondo era el mismo de todas las porquerías negacionistas o „no-es-para-tantistas“. O sea ¿Que hay gente que se muere de coronavirus? Pues mala suerte, joé.

Vivamos y disfrutemos mientras podamos.

Para mí ha sido muy curioso observar cómo en mi círculo -en el íntimo y en el más amplio- ha habido personas que me han sorprendido para bien y personas a las que yo consideraba gente centrada que se han revelado como una gente sin fuste ni fundamento.

Por ejemplo ¿Cómo he podido estar tantos años en contacto con personas de las que me he enterado que, pasándose por el arco del triunfo toda evidencia, no creen en las vacunas? O peor: personas que se han hecho antivacunas ahora, porque queda punki, porque queda „transgresor“ (aunque uno piense que la transgresión, jugando con la salud, es una mera gilipollez). Claro está, naturalmente, que el tema de las vacunas no es un tema de conversación frecuente y que la gente, normalmente, charla de otras cosas pero, aún así, he pensado, hubiera tenido que sospechar.

Acordándome de los antivacunas, no he tenido más remedio que pensar en sus argumentos, que se basan en una idea circular tan pedestre como la siguiente ¿Por qué usar vacunas si, en el fondo, no son necesarias, porque a la vista está que nadie enferma? Naturalmente, nadie enferma porque todo el mundo se pone las vacunas cuando tiene la edad pertinente. Uno sospecha que la única manera de convencer a los antivacunas de la eficacia de estos medios que han salvado tantas vidas, sería prohibirlas totalmente, de manera que volviéramos a un mundo con viruela, por ejemplo; o con poliomielitis.

Paco, no te engañes, ni aún así“. Y es que la tontería -o la locura, o la superstición- son un saco sin fondo.

Por la calle iba una mujer arrastrando un carrito y un chaval adolescente, con la mascarilla en el codo –una parte especialmente vulnerable a una infección, como todo el mundo sabe- iba camino de no se sabe dónde con un papel plastificado en la mano.

(¿Quién sabe en qué estaría pensando? ¿Cuáles serían sus preocupaciones?)

¿De qué escribirás hoy, Paco?“ me he dicho.

Y tirando del hilo de los antivacunas, he pensado también en las medidas de estímulo de la economía. Se ha criticado por ejemplo que hoy el Gobierno español ha elevado sustancialmente el llamado „techo de gasto“. O sea, la capacidad del Estado para inyectar dinero en la economía.

La medida, adoptada por el Gobierno español no es más que un eco de la adoptada a nivel comunitario y, por supuesto, un eco de las medidas adoptadas por el Gobierno austriaco. Una manera de conservar, sobre todo, los empleos y de dotar a las familias de fondos con los que consumir y así, indirectamente, mantener en marcha mal que bien el motor de la economía.

Por cierto, hoy se ha sabido que de los cincuenta millardos que se habían allegado para el Kurzarbeit y otras medidas de estímulo y conservación, el Gobierno austriaco ya ha gastado 25.

Pero vayamos a lo nuestro.

¿Qué pasaría si los Estados, o la Unión, en estos momentos, no aplicaran estas medidas de estímulo? (seguramente estarán pensando mis lectores en la burrada que ha cometido Donald Trump al paralizar en su país el proceso que hubiera llevado a los Estados Unidos a la aplicación de medidas similares) ¿Que qué pasaría? Pues cae por su peso. Sin el Gobierno, el Estado, inyectando dinero en la economía, la gente empezaría a dejar de ingresar y, por lo tanto, empezaría a dejar de consumir, si la gente no consumiera, empezarían a cerrar empresas, lo cual provocaría que habría más gente que, a su vez, no consumiría, con lo cual el pozo sería cada vez más hondo, la espiral más amplia y la economía tardaría muchísimo más en recuperarse.

Naturalmente, los negacionistas y los „no-es-para-tantistas“ estarán prestos a decir: es que la economía está así debido a las cuarentenas y los confinamientos.

Pero claro, es que los negacionistas y los „no-es-para-tantistas“ son gente que consieran las muertes -por evitables que sean- como un mal menor.

Hoy, por cierto, el Gobierno austriaco ha ampliado los fondos de ayuda a los artistas. La Secretaria de Estado para la Cultura -Andrea Mayer, sustituta de Ulrike Lunacek- ha anunciado que, para este fin, ya se han utilizado 25 millones de Euros. Estos fondos de ayuda han sido ampliados hasta finales de año y de ellos podrán beneficiarse no solo los artistas como personas individuales sino también las asociaciones. Hasta ahora, si los perceptores de las ayudas tenían ingresos inferiores a mil euros mensuales, se podían pedir 6000 euros en un solo pago. A partir de hoy, la cifra máxima que se podrá percibir será de 10.000 Euros.

También se ha anunciado que se tiene previsto ampliar estas ayudas a los artistas hasta por lo menos marzo del año que viene, al objeto de que lleguen a un momento en el que, si todo sale como el Gobierno tiene previsto, la situación no será tan dramática como ahora -o sea, abrirán los teatros, volveremos a las salas de conciertos, etcétera.

Amén.


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