¿Cuándo se alcanzará en Austria la inmunidad de grupo?

¿Cuándo se alcanzará en Austria la inmunidad de grupo?-¿Por qué la pandemia ha golpeado más a unos sectores laborales que a otros? (la razón te sorprenderá)

Si en vez de leer el artículo te apetece escuchado en la agradable voz de Lupe, la locutora virtual de Viena Directo, no tienes más que darle al play del reproductor

19 de Enero.-

EL MERCADO LABORAL AUSTRIACO Y LOS TRES CERDITOS

El mercado laboral de un país se parece un poco al cuento de los tres cerditos.

Los lectores de Viena Directo lo recordarán bien.

Un cuento con mucho mensaje.

Érase una vez que los tres cerditos decidían independizarse de mamá cerda (con perdón) y construían cada uno una casa invirtiendo diferentes cantidades de esfuerzo y utilizando diferentes materiales.

El cerdito Kardashian, que tenía vocación de influencer, construía su casa de paja. El tiempo que le quedaba libre, lo dedicaba a hacerse selfis y a publicarlos en Instagram. Llegaba el lobo, soplaba un poquito y !Hala! La casa se iba a hacer puñetas.

El cerdito número dos, un poco más listo, construía su casa de madera.

Cuando recibía la visita del Canis Lupus, el lobo tenía que esforzarse un poco más pero, al final, terminaba reuniendo capacidad pulmonar suficiente para derribar la casa.

Por fin, el cerdito en el que más habían calado los valores judeocristianos (ya se sabe: el que sufre y lo pasa mal, al final, obtiene su recompensa) construia su casa de piedra. Aparecía el lobo, soplaba y soplaba y cerdito número tres seguía tan pichi. Sin temor.

Moraleja: había asentado su felicidad sobre el esfuerzo y, claro, al esfuerzo no hay quien lo tumbe.

Si bien se mira, el cuento de Los Tres Cerditos estaba destinado a formar a los infantes en un sólido neoliberalismo. Esto es: los pobres (o sea, cerdito número uno y cerdito número dos) son pobres por su culpa. El viejo lema: sirven porque no sirven. Si sirvieran, no servirían.

Y sin embargo, se da la paradoja de que, si una sociedad quiere estar sana y ser estable, los cerditos del grupo tres tienen que velar porque los cerditos del grupo uno y los cerditos del grupo dos (o sea, con toda probabilidad, ustedes y yo) tengan una vida decente y llevadera.

Naturalmente, los cerditos del grupo tres no suelen estar muy conformes, porque nadie está dispuesto a ceder parte de sus privilegios, pero, como decía aquel, lo que es, es.

Moraleja: hay muchos cerditos en la viña del Señor y todos hacen falta para algo.

Hoy, el periódico Der Standard publicaba un artículo muy interesante (sin metáfora de los Tres Cerditos) sobre las consecuencias que la pandemia de coronavirus ha tenido en el mundo laboral austriaco.

Con números, se destruye eso que empezó a decirse a principios de la pandemia de que „todos estábamos en el mismo barco“. En el mismo mar, puede ser. En el mismo barco, de ninguna manera. Unos van en yate y otros en una barquichuela hinchable a punto de desinflarse.

La pandemia se ha cebado cruelmente con unos sectores, en tanto que ha respetado (relativamente) otros. Del mismo modo que ha hincado sus dientes en unas zonas geográficas y a otras las ha dejado relativamente tranquilas.

Las zonas turísticas de Austria (Tirol) están ahora mismo, laboralmente hablando, como la Acrópolis de Atenas. En cambio, Baja Austria y Viena, en donde se concentra el sector servicios, van aguantando el tirón.

Por sectores, según informaciones citadas por Der Standard, los trabajadores (industria y hostelería) han perdido ciento veintemil puestos de trabajo, en tanto que los trabajadores que realizan labores administrativas (Angestellte en alemán) incluso han ganado diezmil efectivos.

Naturalmente, nuestro cerdito neoliberal después de mirar su Rólex y colocarse el sombrero de copa, haría un comentario del tipo:

-!Es normal! Que hubieran estudiado más en su momento.

Pero sin embargo la realidad no es tan sencilla ni se puede despachar tan fácilmente. Sucede que hay una diferencia muy grande entre los empleados y los obreros y es que se rigen por un régimen jurídico muy distinto.

Por decirlo sencillamente: es muchísimo más rápido y más fácil (y, por lo tanto, menos costoso) para un empresario, despedir a un obrero que a un administrativo.

Mientras un empleado administrativo necesita un cierto tiempo de preaviso (seis semanas), los obreros pueden ser despedidos casi inmediatamente. En algunos sectores, como la construcción, se puede despedir a un obrero en cuanto acaba la semana laboral. O sea, en cuestión de días.

Esto también implica que no todas las personas que pierden su trabajo aterrizan en las estadísticas del Servicio Público de Empleo (por no hablar de que no todas trabajan lo suficiente como para estar aseguradas).

Barcos en alta mar

En este aspecto hay dos factores a considerar: en primer lugar, los plazos de despido de los obreros están regulados por una norma de mediados del siglo XIX y los convenios colectivos no pueden disponer cosas que se salgan de ese marco, al ser las leyes jerárquicamente superiores a los convenios en la pirámide legal.

Y por otro lado, no todos los obreros se ven igualmente afectados por esta diferencia legal. Mientras que los trabajadores de la industria han estado más protegidos por los ERTE (Kurzarbeit) la sangría en el sector turístico ha sido tan brutal como todos conocemos.

El Gobierno actual llevaba en su programa terminar con esta diferencia el primero de enero de este año. Sin embargo, en noviembre del año pasado, con los votos de conservadores, verdes y socialdemócratas se dispuso posponer el fin de esta discriminación hasta junio (a ver si escampaba, digo yo).

Sin embargo, aquellos de mis cerditos…Digooo de mis lectores, que estén pensando afiliarse a algún partido, quizá deberían pensarlo dos veces porque la realidad, como siempre pasa, no es blanca ni negra.

A pesar de que, indirectamente, este estado de cosas conduce a muchos cerditos a vivir en casas de paja, lo cierto es que terminar con la discriminación no es tan fácil y supondría un problema grande hacerlo precisamente en los sectores en los que más se da. Implantar un preaviso de seis semanas de despido en la hostelería supondría una carga financiera para las empresas en el caso, por ejemplo, de que un trabajador no rindiera lo necesario, porque casi se verían obligadas las empresas a tenerlo contratado casi la mitad de la temporada.

CINCO AÑOS Y CINCO MESES

Habrán notado los lectores que he empezado a publicar cada día el número de personas vacunadas en Austria. El domingo, a eso de las cuatro de la tarde, alcanzamos los primeros cienmil afortunados.

Como se recordará, la inmunización de la población austriaca empezó, como en todo el resto de Europa, el 27 de Diciembre pasado. Fue una jornada histórica, porque empezó el camino hacia la normalidad en la que confiamos.

La cifra que pongo todos los días, que es la oficial disponible, no es sin embargo el número de personas vacunadas de verdad, sino una „aproximación“. El Ministerio publica todos los días a las seis de la tarde, en su página oficial, el número de dosis que se han suministrado a los Länder confederados. Se supone que estas dosis serán inyectadas en el plazo de 24 a 48 horas.

Habrá que esperar a que se termine de implantar el carnet de vacunas electrónico (en pruebas en estos momentos) para que se acabe esta manera de contar las personas inmunizadas, que es un tanto rudimentaria, las cosas como son.

La Organización Mundial de la Salud, en cualquier caso, ha dicho que para que se alcance la inmunidad de grupo deberá estar vacunada entre el 50 y el 60% de la población.

Al ritmo actual, sin embargo, la perspectiva es un tanto descorazonadora. Para que Austria alcance la llamada „inmunidad de rebaño“ se necesitarán, si no hay cambios (que va a haberlos, que tiene que haberlos) 1971 días.

O sea, cinco años y casi cinco meses. Mayo de 2026.


Publicado

en

,

por

Etiquetas:

Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.