Por qué el Gobierno austriaco ha tomado la decisión correcta

El Gobierno austriaco se ha enfrentado hoy a una decisión dificilísima, pero era la única que podía tomar, como sabemos todos los que hemos visto películas.

15 de Febrero.- Si quieres que Lupe te explique todas las cosas interesantes que pone en este artículo, no tienes más que darle al play del reproductor.

Hay un subgénero de película de Hollywood que consiste en que hay una persona que tiene una información determinada que, en principio, parece increible pero que nosotros, el público, sabemos que es ciertísima y muy peligrosa.

Esta persona, tras vencer mil obstáculos, llega hasta una alta instancia. Por ejemplo, el Presidente de los Estados Unidos.

Hay un consejero encorbatado, alguien de quien uno presume que tiene cierto problema hemorroidal, que intenta convencer al presidente de que lo que nuestro héroe dice no son más que tonterías. Nuestro hombre, desesperado, le pide al Presidente de los Estados Unidos que le escuche, que por lo menos le escuche y que luego decida.

Vuelve a intervenir el consejero necesitado de Hemoal. El presidente le hace callar con un gesto. Nuestro científico, con esa pasión que solo da tener la verdad en la mano, expone su verdad increible.

El presidente, se convence.

Se evacúa la Casa Blanca, o la ciudad de Nueva Orleans o de San Francisco. Los ciudadanos protestan al principio, pero poco. Hay un tipo que dice:

-!Yo pago mis impuestos! -esa frase que solo se oye en las películas americanas.

Y cuando está saliendo la última persona de Nueva Orleans o de San Francisco, o de Poughkepsie (marco inomparable de belleza sin igual) aparece Godzilla, o los extraterrestres proclaman que ha llegado ese día en que la carne humana está de oferta o se extiende un virus malandrín.

La gente se salva. El presidente, con las mangas de la camisa remangadas, comparece ante sus votantes, que le vitorean.

El científico, modesto, permanece en segundo plano. La chica de la peli, que es resultona, pero no voluptuosa (en las películas americanas, las mujeres con un doctorado no tienen un físico nuclear) le hace ojitos. Se besan. Suena la música.

El consejero encorbatado hace mutis por el foro, pálido, rumiando su fracaso y el presidente le pone a nuestro científico una medalla.

La medalla de la Libertad, por ejemplo.

LA REALIDAD ES DISTINTA DE LAS PELÍCULAS

Todo esto es muy fácil en las películas, porque para eso están los guionistas, para que parezca fácil. Para que nos hagamos a la idea de que la amenaza es cierta y que es real, y que es muy peligrosa. De otra manera, sin el sentimiento de peligro, estas películas no tienen gracia.

La realidad es harina de otro costal, como ahora mismo veremos.

Como decíamos ayer durante la transmisión en directo (por cierto, si el lector todavía no la ha escuchado, le recomiendo que lo haga, que me quedó superbien) hoy estaba previsto que el Gobierno se reuniera con los expertos del coronavirus (nuestros candidatos a la medalla de la libertad, ya saben) para discutir eventuales aperturas.

Naturalmente, desde la última vez, crecen los cantos de sirena de la oposición (ya saben, el consejero encorbatado y repipi con problemas colorrectales).

Esos cuñados que dicen „pues yo sé de un país que no usan mascarillas y está todo abierto y -ahí está la clave- no ha sido para tanto. Total, solo se han muerto los viejos, los gordos y los enfermos y a esos ¿Quién los quiere?“.

Los científicos se las ven y se las desean, cada vez más, para convencer al presidente (en este caso, al canciller) de que el peligro sigue siendo grande.

-!Pero si hay muy pocos casos! -dicen los cuñados.

Y los científicos se ven en la obligación de explicar que sí, que ahora (y subrayo lo de ahora) hay muy pocos casos, pero que el virus ha mutado y que las mutaciones (las dos, la sudafricana y la británica) no solo son un sesenta por ciento más contagiosas, sino que está demostrado que son más letales.

Y nadie sabe por qué.

-!Pero tenemos que convivir con el virus! -dice el consejero encorbatado para intentar convencer al presidente- van a morir más por los cierres de las empresas que por…Que por…

-Por el confinamiento -dice nuestro científico- pero si no lo hacemos ahora, lo tendremos que hacer después, con los hospitales a reventar y desbordados.

-!Pues yo he visto un video en Facebook que dice que eso de los hospitales es una trola. Bill Gates…

El científico se echa las manos a la cabeza.

Y el presidente (en este caso el canciller) duda, no sabe qué hacer y al final…Al final, toma la decisión correcta.

Y la expone, como la ha expuesto hoy el Gobierno austriaco, en una rueda de prensa.

La diferencia con las películas es que en el cine la verdad se difunde sin ningún obstáculo.

En el cine, todos los ciudadanos de Nueva Orleans o de Poughkepsie, se convencen espontaneamente de que hay un peligro y de que hay que hacerle frente, mientras que aquí, ahora, en el mundo real, todavía hay personas a las que el motor neuronal se les ahoga que se manifiestan sin mascarillas y sin guardar las distancias. Hay personas sin dos dedos de frente que siguen haciendo fiestas como si no pasara nada. Hay inconscientes (yo los he visto con estos ojos) que hacen cola delante de las tiendas para comprar cosas que no necesitan, mientras les echan el aliento en el cogote otras personas que cualquiera sabe dónde han estado antes.

(Bueno: hay un sitio en donde sí que se sabe que no han estado: vacunándose, que sería la única solución).

Mientras hoy veía la rueda de prensa y leía los informes posteriores no he tenido más remedio que pensar que el Gobierno austriaco está perdiendo, por momentos además, la batalla de la comunicación.

Cada vez le cuesta más convencer a la gente de que el durísimo sacrificio que le está pidiendo no solo es imprescindible, sino que es vital.

Por desgracia, además, no hay una realidad paralela en donde se pudiera ver las consecuencias de no tomar medidas.

Nos tenemos que fiar de los modelos matemáticos (nuestro consejero encorbatado dirá „!Bah! Los científicos esos de pacotilla, exagerados“). Y esos modelos matemáticos dicen que la situación es extremadamente volátil (como ya sabemos, por ejemplo, por las tremendas cifras de muertos que ha habido y sigue habiendo en España).

Yo, personalmente, pienso que el Gobierno austriaco ha tomado la decisión correcta. La decisión que salva vidas.

La calma, como dicen los científicos, es engañosa. Los casos detectados de la variante sudafricana crecen por días. Los detectados. Seguramente hay muchos más que no se detectan.

Desgraciadamente, aparte de mi fe inquebrantable en la ciencia, poco más puedo ofrecerle a mis lectores.

Esa fe es lo que me separa (nos separa) del cuñadismo. Estamos en el bando correcto y esa certeza nos tiene que mantener en el camino. En el único camino, el de la precaución, que garantiza que llegue el máximo de gente al final de la lucha.


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