¿Se ha vacunado en secreto Herbert Kickl?

Ayer se suscitó la duda de si Herbert Kickl, líder de la ultraderecha austriaca, altavoz de las tesis más locas de los antivacunas, se ha vacunado en secreto. Él lo niega. El rumor, persiste.

19 de Septiembre.- Wolfgang Fellner es el propietario de una cadenilla de televisión, oe24, que nació al rebufo del antiguo periódico gratuito Österreich -hoy en día también bautizado como oe24 por aquello de unificar la marca-; la televisión de Fellner es a la televisión de verdad lo que los nuggets de pollo del McDonald´s son a la comida de verdad.

O sea, un producto industrial, preparado para paladares poco exigentes -por decirlo con suavidad- utilizando los ingredientes más económicos.

Como todos los medios sensacionalistas, el objetivo principal de oe24 es apelar a las vísceras del telespectador sorteando en lo posible los sofisticados resortes de la inteligencia. La verdad de las noticias es un factor secundario (oe24 acumula decenas de tirones de orejas del consejo autorregulador de la comunicación austriaco). Hay también mucho sexo. En general, se habla de política pero desmenuzada de tal manera que no sea posible sacar demasiadas consecuencias. Al estilo de la prensa deportiva. Cháchara barata. Dramatismo de culebrón. Tortazos dialécticos como los de los títeres de cachiporra o el catch americano. Mucho „duelo“ apocalíptico, mucha tertulia entre pretendidos „expertos“ que, como es sabido, es lo más barato, y comentarios interminables alrededor de cosas que, en la ORF, Armin Wolf liquidaría en cinco segundos y un par de preguntas.

Dadas estas referencias, comprenderá el lector que oe24 se ha llevado siempre a las mil maravillas con la ultraderecha.

Sus tres patas -televisión, internet y papel- han sido durante mucho tiempo (y siguen siéndolo), una especie de boletín oficioso del FPÖ dirigido a la parte del público de expediente académico más justito. El otro boletín oficioso -con ínfulas, pero no mayor calidad- es Servus TV.

Ayer, en uno de los programas de oe24, Wolfgang Rosam, un profesional de las relaciones públicas -dicho sea lo de profesional en el peor sentido del término- comentaba la enésima encuesta de popularidad de oe24 a propósito de diversos políticos y de la intención de voto de los partidos cuando así, de pasada, dijo que Herbert Kickl, a pesar de haberse convertido en un paladín (en EL paladín) de los antivacunas, se había vacunado en secreto.

La reacción de Herbert Kickl no se ha hecho esperar.

En un comunicado emitido hoy ha dicho que „el que alguien se vacune contra el coronavirus o no debe ser una decisión libre. Esta es la postura de los „liberales“ -se refiere al FPÖ- . Yo (Kickl) no estoy vacunado. Wolfgang Rosam sin embargo me acusa de mentirle al público a propósito de mi estado de vacunación“.

Con las afirmaciones de Wolfgang Rosam Kickl ve „su credibilidad política socavada a base de suposiciones falsas“ (Fake-Vermutungen) „no lo voy a permitir, emprenderemos -atención al plural mayestático- acciones legales contra Rosam“.

Basta buscar un poco el perfil de Wolfgang Rosam en internet para saber que Wolfgang Rosam es perro viejo en estas lides. Ha reaccionado tranquilo al indignado comunicado de Herbert Kickl. Escuchémosle:

Me parece bien -ha dicho- que Herbert Kickl acuda a los tribunales. En ese momento podremos también aclarar sus increibles afirmaciones de que también hay ingresados en las unidades de cuidados intensivos personas vacunadas. No retiro mis afirmaciones. Fueron hechas en condicional y sí, el rumor (de que Herbert Kickl se ha vacunado en secreto) existe“.

En los últimos días han sido muchas las voces que se han mostrado muy críticas con la postura de la ultraderecha austriaca a propósito de las vacunas contra el coronavirus. Nombrándole o sin nombrarle se acusa a Herbert Kickl, su líder, de servir de altavoz a tesis turbias que dudan de la seguridad o la eficacia de las vacunas y, lo que es peor, de hacerlo por puro cálculo político. Herbert Kickl es el único político que presume públicamente de no haberse vacunado.

Es fácil deducir lo que esa presunción debe significar para cualquier persona amante de las ciencias y del sentido común.


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