Yira, yira

El que fuera canciller de Esta Pequeña República ha tenido que pasar hoy por el amargo trago de recordarle a sus seguidores que es triste de pedir, pero más triste es de robar.

23 de Noviembre.- En 1929, Enrique Santos Discépolo escribió la letra de una de las canciones fundamentales del tango: se trata de Yira, yira.

El argumento, es de sobra conocido. Trata de un hombre que ha caído en desgracia y que comprueba en sus propias carnes que nadie le da a uno un buen churrasco argentino cuando más lo necesita.

Cuando no tengas ni fe,

ni hierba de ayer

secándose al sol…

No se sabe (o, por lo menos, no lo he podido encontrar) si Discépolo estuvo alguna vez en Viena (no parece probable) tampoco se sabe si Heinz Christian Strache, ex vicecanciller de Esta Pequeña República, ha aprendido español o lunfardo alguna vez (no parece tampoco muy probable) pero si lo hubiera o hubiese aprendido o existiese una versión en alemán de Yira, yira, es bastante verosímil que, ante una copa de vino (barato) Strache hubiera entonado hoy aquello de:

Verás que todo es mentira

verás que nada es amor

que al mundo nada le importa…

Como recordarán los lectores de Viena Directo, en sus días de gloria, o sea, poco antes de que estallase el escándalo de Ibiza, Heinz Christian Strache se esforzaba mucho por comportarse como lo que una persona sin estudios (y Strache los tiene justitos) entiende por un gran estadista.

Siempre hecho un pincel, comparecía en las matemáticas ruedas de prensa junto a Sebastian Kurz portando unas gafas de pasta negra.

Leía sus papeles con voz mesurada, algo ensordecida por el abuso del tabaco, y luego se marchaba con cara de estar paladeando algún pensamiento exquisito.

En aquellos tiempos, Strache debía de pensar que había llegado a la cúspide de su carrera y que ante él se presentaba un panorama en el que el éxito sería el pan suyo de cada día.

Sin duda, escuchando el tap tap tap de sus pies sobre la moqueta de su despacho, debía de pensar:

-!Qué bien le va al hijo de mi madre! !Por fin, después de tanto tiempo he dejado de ser una princesa del pop y me he convertido en una gran dama de la canción! !La gente me toma en serio! !Las señoras me invitan a tomar el té!

Luego, estalló el escándalo de Ibiza y Strache se quedó sin fe y sin hierba de ayer secándose al sol.

Poco a poco, como en esa escena terrible en la que las hermanastras le arrancan a Cenicienta sus galas, la vida le arrancó a Strache todo lo que más estimaba. En palabras de Discépolo, se le fueron secando las pilas de todos los timbres.

Perdió primero la amistad de sus secua…Digo, la amistad de sus amigos, Norbert Hofer y Herbert Kickl -los cuales también salieron tarifando al tiempo, como recordará el lector-. También le quitó la vida el amor de su “señá Felipa” esa mujer de la que siempre se sospechó que, como cantaba Sabina, siempre tuvo “la frente muy alta, la lengua muy larga y la falda muy corta” y por último, llegó el golpe más cruel, el que seguro que arrancó más lágrimas “de los sus ojos”: Strache perdió el amor de su público.

El calvario se prolongó en una serie de procesos judiciales que empezaron a cristalizar en condenas. Se levantó alrededor de Strache una cortina de hielo y de silencio que la pandemia ayudó a hacer más densa, más pegajosa.

A pesar de que intenta seguir utilizando sus antiguas mañas, ya solo tiene algo de atención en el plató de Felner, refugio de otros juguetes rotos y de personas que fueron algo y que ahora tienen que conformarse con ser entrevistados a tanto la pieza.

Por si todo esto no fuera bastante, el que fue el niño bonito de la ultraderecha austriaca, hoy Strache se ha visto obligado a pedir dinero.

Lo ha hecho por Facebook.

En un mensaje publicado en su cuenta, le ha pedido a sus seguidores y simpatizantes un óbolo, un donativo, para afrontar los cuantiosos costes legales que le supone defenderse de las acusaciones de todos los fregados en los que está metido.

Todos los meses se me va un pico en abogados, ha venido a decir. Es triste de pedir, pero más triste es de robar.

Y los simpatizantes…Los simpatizantes le han dicho que tururú.

Tras publicarse el mensaje, en comentarios surtidos de diversos tonos (desde el choteo a la palmatida en la espalda) los simpatizantes de Strache han respondido a su petición de socorro recordándole que su señora esposa gana como diputada 9000 eurazos al mes. Le han recordado que, en sus tiempos de vicecanciller, él ganaba 18.000 machacantes cada treinta días y, por si fuera poco, el FPÖ le tenía en palmitas.

Strache, como el otario del tango, ha tenido que aguantar en su desgracia (“al borde de la ruina”) que le digan en su cara que, aunque algo abotargado, aún es mozo y que puede trabajar, que es lo que la mayoría de la gente hacemos cuando necesitamos darle de comer a nuestros niños.

Pobrecito. De verdad, la gente no tiene Herz ni nada.


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Comentarios

Una respuesta a «Yira, yira»

  1. Avatar de Pablo
    Pablo

    No es “hierba”, si no yerba.

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