Un análisis del negacionismo (3): La fiesta de cumpleaños imposible

Advertencia : por increíble que pueda parecer, todo lo que se dice en este post ha sido sostenido por adultos. Algunos, siguen creyendo estas cosas todavía.

RESUMEN DE LO PUBLICADO : Casi al mismo tiempo que la pandemia de coronavirus surgió el negacionismo, como un movimiento que intentaba encontrar « verdades alternativas » al hecho incuestionable de que la gente se contagiaba y moría a causa de una enfermedad nueva.

El negacionismo ha pasado por distintas fases, empezando por negar la mera existencia del virus y terminando (de momento) con el antivacunismo.

Para entender este post te sugerimos que leas

La primera parte

La segunda parte

1 de Diciembre.- Tratemos de responder ahora, desde el punto de vista negacionista, a las preguntas que se le plantean a un ser racional y lógico de ocho o nueve años, enfrentado al axioma „el coronavirus no existe“

Razonemos, pues, como un negacionista.

Si el coronavirus no existe pero, a pesar de todo, todo el mundo habla del coronavirus y la mayoría de la población mundial lo tiene en cuenta como una realidad tangible -piensa el negacionista- es obvio  la mentira se ha impuesto. Así pues, alguien ha tenido que imponerla.

¿Cómo? Para el negacionista, está claro: mediante la mentira y la falsificación.

Una mentira, una falsificación, un andamiaje a gran escala, en el que están implicadas todas las instancias imaginables, desde medios de comunicación, pasando por médicos y llegando a Gobiernos (lo que suele llmarse en los medios conspirativos „el Estado profundo“) ha impuesto la mentira en el planeta.

Obvio ¿Verdad?

Formulada la hipótesis, nuestro negacionista/niño de nueve años empieza a buscar indicios de que su delirio es cierto.

Lo malo es que, si no los encuentra, los fabrica.

EL MISTERIOSO CASO DE LAS AUTOPSIAS PROHIBIDAS

Por ejemplo: en círculos negacionistas -sobre todo en lo que podríamos llamar el ámbito lantinoamericano– se hizo muy famoso un bulo: durante el punto álgido de mortalidad debido a la CoVid se había prohibido a los forenses hacer autopsias.

¿Cómo saben los médicos que los enfermos han muerto de CoVid y no de otra cosa, por ejemplo de cáncer? Es obvio -según el negacionismo- que los „poderes en la sombra“ (luego veremos que, en el ámbito negacionista, hay diversas teorías sobre la naturaleza precisa de esos poderes) han presionado a los médicos (atención) para que falsifiquen cientos de miles de certificados de defunción y dejen de hacer autópsias.

Confrontados con lo que, a todas luces, es un completo absurdo, los negacionistas solían poner varios fragmentos de documentos en los que se recomendaba a los forenses que, durante la pandemia, limitasen ciertas intervenciones y peritajes presenciales al objeto de reducir los contagios.

Efectivamente: los médicos forenses no solo realizan autopsias.

Por ejemplo, cuando una persona tiene un accidente laboral, se solicita también el dictamen pericial de un médico forense al objeto de evaluar el alcance exacto de la lesión y establecer las indemnizaciones pertinentes.

De unos meses a esta parte, sobre todo porque el negacionismo ha virado hacia el antivacunismo, noticias como esta han perdido un poco de fuerza y solo reviven, modificadas y transformadas („mutadas“) cuando se vuelven a alcanzar puntos altos de mortalidad u ocupación de camas en cuidados intensivos.

Por ejemplo: escribo esto en medio de la cuarta ola de la CoVid en Austria.

Un punto imprescindible del argumentario negacionista, que es una variación de la prohibición de las autopsias y la atribución de las muertes por CoVid a otras causas, es que la sobrecarga de los hospitales no es cierta y que se atribuye a enfermos graves un diagnóstico falso de CoVid (aquí, la conspiración funciona a una escala un poco más pequeña: se trataría de que los hospitales falsificarían las tasas de ocupación para recaudar fondos del Estado).

En la mente de nuestro negacionista, la conjura toma cuerpo.

Según piensa él, un grupo enorme de personas está empeñado en mentir, cambiar, borrar, ocultar, a cualquier precio y para perpetrar lo que ellos llaman « la mayor falsificación de la Historia ». Una falsificación que no deja el más mínimo rastro, por cierto. Es inútil intentar que nuestro negacionista entre en razón. Yo utilizo siempre el mismo ejemplo: si, organizando una fiesta de cumpleaños sorpresa entre cinco o seis personas es casi inevitable que alguien „se vaya de la lengua“ ¿Cómo se las apañan esos supuestos „poderes en la sombra“ para organizar una conspiración a gran escala que exigiría coordinar a millones de personas en todo el mundo y no dejar rastro?

De momento, no ha habido ningún negacionista que haya conseguido dar una respuesta medianamente satisfactoria.

Mañana: viejas respuestas para nuevas preguntas


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