Un análisis del negacionismo (4): nuevas respuestas a viejas preguntas

En épocas de fuertes tensiones sociales el miedo a amenazas inconcretas, irreales, aflora azuzado por la inseguridad. Hoy, vamos a hacer una excursión a ese país tenebroso. Ellos dicen que el mal ya está instalado entre nosotros.

RESUMEN DE LO PUBLICADO : Casi al mismo tiempo que la pandemia de coronavirus surgió el negacionismo, como un movimiento que intentaba encontrar « verdades alternativas » al hecho incuestionable de que la gente se contagiaba y moría a causa de una enfermedad nueva.

El negacionismo ha pasado por distintas fases, empezando por negar la mera existencia del virus y terminando (de momento) con el antivacunismo. El negacionismo se sostiene sobre las respuestas a tres preguntas básicas: ¿Qué ha pasado? Una „mentira“ se ha impuesto a nivel mundial ¿Cómo ha pasado? Mediante una falsificación („la más grande de la Historia“) perpetrada por diferentes instancias.

La primera parte de esta serie está aquí

La segunda parte de esta serie está aquí

La tercera parte de esta serie está aquí

2 de Diciembre.- Después de responder a dos de las preguntas fundamentales sobre las que se apoya el negacionismo, las que identifican la pandemia con una falsificación a escala mundial („pLandemia“, en la jerga negacionista) y los métodos (la falsificación a gran escala, en la que estarían implicados Gobiernos, organizaciones transnacionales, empresas, médicos, etc) de los cuales se ha valido un grupo (convenientemente oscuro) de intereses para llevarla a cabo, hoy empezaremos hablando de miedo.

MIEDO SANO Y MIEDO NEURÓTICO

El miedo, en sus dosis necesarias, es parte del aprendizaje de la vida y un instrumento muy útil para garantizar nuestra supervivencia. El grado justo de miedo (o sea, el que nos impulsa a evitar amenazas que podrían comprometer nuestro bienestar físico o material) es, de hecho, un indicio de salud mental.

El miedo sano es el que reconoce los contornos exactos de una amenaza.

Por ejemplo, si vemos un perro con las fauces amenazadoras que nos ladra fieramente al pasar por delante de una casa, poco importa que el animal esté detrás de una valla. Casi seguramente sentiremos la incomodidad del miedo y apresuraremos el paso.

Existe en cambio otro miedo, del que nos ocuparemos hoy, que es un miedo asociado a la neurosis, a la enfermedad mental.

Es ese miedo de contornos indefinidos, esa amenaza inconcreta y constante que se experimenta ante algo que solo existe en la imaginación. Un miedo impreciso que va tomando diferentes formas alimentándose morbosamente de los estímulos que llegan del exterior a la persona que lo experimenta. Un miedo irracional que, sin embargo, suele ser inmune a cualquier razonamiento. Un miedo que crece dentro de la cabeza de quien lo siente como una bola de nieve o una avalancha que baja por la ladera de una montaña. Un miedo que aumenta el pulso, la frecuencia cardiaca, la sudoración, que seca la boca, un miedo que impulsa a la agresividad, que implica una necesidad de acción, de grito. Un miedo ante el cual uno se siente en peligro, vulnerable, indefenso.

Ese es el miedo que, con mayor o menor intensidad, late en el fondo del negacionismo más duro.

El lector se preguntará en este momento de qué tienen miedo los negacionistas.

Voy a tratar de responder a esta pregunta, aunque no es fácil porque, al tratarse de un miedo neurótico y, por lo tanto, muy conectado a ciertas fantasías que toman a veces tintes apocalípticos, no es fácil dar una definición exacta.

Es más: yo diría que lo que ha sucedido es que la pandemia ha hecho aflorar, disfrazado, un miedo que ya estaba ahí antes y que siempre aflora en momentos en los que la sociedad se encuentra torsionada por grandes cambios.

Antes de argumentar esto último, y tratando de reducir al máximo, diré que los negacionistas tienen miedo de una persona o personas u organizaciones oscuras, suficientemente poderosas como para „perpetrar una falsificación a gran escala“ y para imponer el silencio sobre sus perversas acciones de modo coactivo y, muy importante, unas entidades de las cuales el indivíduo, por sí mismo, no tiene cómo defenderse.

Se trata, según los casos, de entidades, personas u organizaciones que adoptan diferentes rostros, pero que tienen una característica común: una monolítica e irremediable perversidad, ajena a cualquier rastro de humanidad, que se cuela, perniciosa , en todos los resquicios de la conducta.

Una perversidad que vive alojada entre nosotros, invisible para los que no están „despiertos“ (otro puntal de la jerga negacionista y que tuvo su época dorada durante la primera fase, la de la negación de la pandemia como tal). Los negacionistas, los que están en el secreto, han „despertado“ de ese sueño de inocencia en el que viven todas las personas y el mundo se les ha revelado „como es realmente“: un lugar perverso en el que esas fuerzas oscuras, sin rostro, inhumanas e incontrolables campean a sus anchas, infiltradas en la élite (de hecho otra línea de fuerza, otra viga que mantiene en tensión el edificio ideologico negacionista es la oposición „indivíduo/gente – élite“). Unas fuerzas oscuras que, en suma, pretenden imponer el reino del mal sobre la tierra.

ELLOS DICEN QUE EL MAL VIVE ENTRE NOSOTROS

Si el lector ha leido un poco de Historia, estoy seguro de que todo lo que estoy escribiendo le estará empezando a resultar familiar.

Casi exactamente un siglo antes del momento en que yo escribo esto, la sociedad europea, sometida a la tensión que supuso la revolución industrial la cual era, sobre todo, una revolución tecnológica que pretendía cambiar el relato del mundo y que lo cambió, excluyendo a grandes masas de personas (sobre todo las más humildes) „descubrió“ su propia amenaza oscura, inconcreta, criminal, que pretendía imponer el reino de Satán sobre la tierra.

La Ochrana zarista solo tuvo que poner en circulación la espoleta y encender la mecha que llevó a la explosión del barril de pólvora.

Los llamados „Protocolos de los Sabios de Sión“ en los que una supuesta organización supranacional judía establecía un plan para establecer la dominación mundial, tenían todos los ingredientes para excitar las fantasías de millones de personas azotadas por las inclemencias de un siglo, el veinte, que fue una máquina de inventar maneras en las que el hombre podía ser un lobo para el hombre.

Los judíos (en el lenguaje negacionista actual „las finanzas internacionales“) fueron culpados en 1917 de de todo lo que el negacionismo les reprocha a „las élites“.

Mañana: depredadores reales y ficticios


Publicado

en

,

por

Etiquetas:

Comentarios

Una respuesta a «Un análisis del negacionismo (4): nuevas respuestas a viejas preguntas»

  1. Avatar de ????
    ????

    Hola!

    Hay una parte e tu razonamiento que es demasiado empático con esta gente. No, no tienen miedo neurótico. Una persona con miedo neurótico se esconde en su casa, niega la realidad y se mete debajo de una piedra hasta que todo pase, tratado de ser lo más invisible posible.

    Cuando te ha tocado convivir una persona de este tipo, te das cuenta que su constructo es muy diferente: vivimos en un entorno en el que el éxito social lo es todo, espoleado por las redes sociales, que han sido el último clavo en la caja de las paranoias de esta gente.

    Mientras el resto del mundo convive con su irrelevancia como personas y hace su vida, ellos no son capaces de digerir que son uno/una más, porque ellos son más listos, más sabios, más inteligentes y “saben”… y tu no. Su momento álgido en la vida es “Te lo dije”.

    Esa necesidad de tener una relevancia que no tienen les lleva a adoptar esta postura. Todos tenemos alrededor “cuñados y cuñadas” que saben más que tú, que son más listos que tú, y que “todo más que tú”.

    Cuando a la ecuación del cuñado se suma la frustración del el propio descubrimiento de que solo son una persona más entre muchas (y también, desequilibrios psicológicos con diferentes niveles de patología y una deficiente formación académica, de paso) llegamos al personal con el que nos encontramos, que no es nuevo, llevan mucho tiempo entre nosotros, pero internet ha amplificado su alegato y muchas personas que se encontraban en esa situación han abrazado toda la parafernalia conspiranóica como motivo vital para intentar demostrar que ellos cuentan y los demás “no se enteran”. Da igual que vaya sobre el COVID o los protocolos de Sión o lo que sea, porque no se centran solo en una cosa: son como los politoxicómanos que le pegan a todo.

    ¿Y porque hemos llegado a esto? Hay que dar las “gracias” al modelo Berlusconi (que en realidad es mucho más antiguo, pero es el nombre es perfecto para entender el problema), por el que “el que más grita, más vale”, la destrucción generalizada del modelo académico (Aprender información, destruir la capacidad crítica) y la exacerbación del YO frente al contrato social (y a los demás, que los jodan). ¯\_(ツ)_/¯

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.