El primer escándalo del señor Ministro

El nuevo Ministro del Interior no llevaba ni cinco minutos en el cargo -literal- cuando ha tenido que enfrentarse a su primer escándalo. Como la historia es tan interesante, la cuento aquí.

6 de Diciembre.- Los romanos no se andaban con chiquitas. Cuando alguno hacía una cosa que estaba malamente (trah trah) tenían un castigo peor que la muerte. Este castigo se llamaba damnatio memoriae y quería decir más o menos que se borraban todos los rastros del paso de un difunto por el mundo. Era una manera algo radical de comportarse con la memoria histórica, porque ya se sabe que el criterio con estas cosas cambia y, como cantaba Frank Sinatra “you are flying up in april, shot down in may” (o un día estás enterrado en el Valle de los Caídos y al día siguiente en el cementerio de El Pardo) pero lo que se perdía en información para los historiadores se ganaba en reconocer que hay gente que, se mire por donde se mire, muriéndose hicieron del mundo un lugar mejor.

¿Y a qué viene todo esto?

Hoy, como estaba previsto, Alexander van der Bellen, Bundespresi de Esta Pequeña República, ha presidido el acto que ha hecho oficial el nombramiento del nuevo Bundescanciller (Nehammer) y de sus nuevos ministros y secretaria de Estado.

Y no tenía el nuevo Gobierno ni cinco minutos de vida ¿Eh? Ni cinco minutos, cuando ya le ha salido su primera polémica.

Resulta que el nuevo Ministro del Interior es alcalde de Texingtal, una aldea de 1600 habitantes, situada en Baja Austria y que pertenece al distrito de Melk.

El pueblo, según los datos de la “Güiskipedia”, que consulto en estos momentos, data del tiempo de los romanos (los que se cargaban las estatuas de los difuntos malvados) y hubiera sido una población tan bonita, tan pintoresca y tan insignificante como hay a miles en Esta República si no hubiera sido porque el actual Ministro del Interior, Sr. Karner, no es el único ciudadano ilustre que ha dado Texingtal.

De hecho, el Sr. Karner es el segundo.

El primero vecino de esta aldea en la que el Partido Conservador austriaco tiene una mayoría absolutísima (17 concejales contra 2) fue Engelbert Dollfuss, llamado en vida con mucho gracejo por sus coetáneos “Milimetternich” en alusión a su metro y medio escaso de mala hostia. Con perdón. No es criticar, es referir. Helo:

Dollfuss, que aparte de malo era muy beato (dos cosas que no son incompatibles, como la historia ha demostrado) es una figura muy problemática. En su reducida estatura confluyen dos circunstancias en apariencia contradictorias: la primera que, después de haber sido Ministro de Agricultura de la Primera República austriaca, llegó a canciller y, ya en el cargo, “suicidó” al Parlamento austriaco, prohibió la socialdemocracia e instauró una variante austriaca del fascismo (llamada por los historiadores, con mucha fantasía, “austrofascismo”). Un estado autoritario que hubiera hecho las delicias del escritor español Juan Manuel de Prada (por ejemplo).

Estado autoritario que gobernó con mano de hierro entre marzo de 1933 y octubre de 1934.

Como el lector seguro que sabe, justo justo en aquella época, Hitler quería merendarse la entonces frágil y maltratada primera república austriaca, y Dollfuss, con su versión católica y beatona del fascismo le molestaba para sus planes. Solución: cargárselo. En octubre de 1934, un comando nazi asaltó la misma cancillería que hoy se ha convertido en el despacho de Karl Nehammer y en el mismo sitio, en un decir amén, mataron al pobre Dollfuss (es famosa la foto del cadaver -pequeñito y con más agujeritos que los que traía de serie- tendido en un sofá de la época de la emperatriz Maria Teresa).

Y aquí viene el cortocircuito, porque de esta manera, Engelbert Dollfuss se convirtió en un martir de la democracia cristiana austriaca y su retrato, con su carita como de niño envejecido, ha colgado todos estos años en la sala del Parlamento en donde, a diario, se reunían los miembros del grupo parlamentario austriaco a hablar de sus cosas. (como todo vuelve, ya conté la historia en este post)

Un poner, como si en España alguien colgase en el Congreso de los Diputados, qué sé yo, un retrato de Calvo Sotelo (el muerto que, según la mitología franquista, fue la espoleta de la guerra civil española).

Cuando se supo y se aireó esta circunstancia, el Partido Popular austriaco (a Dios lo que es de Dios) resolvió muy bien la papeleta.

Aprovechando que el Parlamento se iba a rehabilitar y el grupo parlamentario austriaco se iba a mudar a un contenedor en el Hofburg, muy diestramente, los responsables descolgaron el retrato de Dollfuss y le dijeron:

-Hale, Engelberto, al ataud.

Y no se volvió a saber.

-Vamos a ver, señor Paco, todo esto está muy bien. Todos sabemos que usted sabe muchísimo de la Historia austriaca y que le encanta contarla pero ¿Nos podría usted aclarar a qué viene todo esto y qué tiene que ver con el ministro del Interior?

Pues yo se lo digo en un periquete.

Resulta que el Sr. Ministro, Sr. Karner, es también alcalde de Textingtal y que bajo su mandato se ha abierto un museo dedicado a la memoria del inventor del fascismo austriaco (vaya por Dios). Es un museo un poco de tapadillo, al parecer, porque no tiene página web y solo se puede visitar unos pocos días en semana, pero que el municipio financie un museo dedicado al inventor de la variante austriaca del fascismo (aunque luego los nazis le dieran matarile, porque entre pillos andaba el juego) no parece muy presentable en una república democrática como es la austriaca últimamente.

Por cierto, para aquellos a los que les parece que la contribución que pagamos para financiar la ORF, llamada GIS, “es mal”, les digo que todo lo anterior (con una minidisertación muy entretenida a cambio del politólogo de la ORF, Peter Filzmaier) se ha contado en el mismo programa de la tele pública en el que se ha transmitido la jura de los nuevos ministros.

Lo mismo, por cierto, que el pasado del nuevo canciller Nehammer, con pelos y señales (incluyendo su extraña carrera que le ha llevado de ser soldado profesional sin experiencia en política, a organizar la campaña electoral más cara de la Historia austriaca -la que llevó a Kurz a la cancillería- y a esa misma cancillería).

Ayer, en La Tarde en Directo hablamos de la semana de locos que hemos tenido en la política austriaca y hemos tratado de responder a la pregunta del millón ¿Cuánto va a durar el confinamiento y cómo se va terminar? También Jesús Carrete nos ha orientado por el mundo de los nuevos materiales y hemos conocido a Jonatan Maldonado, un artista que, tras su paso por Viena ha ido a San Francisco.


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