ÚLTIMA HORA: El Gobierno austriaco aprueba la vacunación obligatoria

El Gobierno aprueba la ley de vacunación obligatoria pero también una ley que es mucho más probable que cambie la vida en Austria de forma profunda.

20 de Enero.- En el momento en el que empiezo a escribir estas líneas, el Palamento austriaco acaba de aprobar la ley que instaurará en Austria la vacunación obligatoria contra el coronavirus para los mayores de 18 años.

Como ya he dicho muchas veces, me parece que la necesidad de esta ley es el triste testimonio de un doble fracaso que debería preocuparnos mucho a todos por lo que significa.

En primer lugar, el fracaso del sistema educativo en la que debería ser una de sus tareas primordiales: la de conseguir que el austriaco medio, ese Max Mustermann que sale en todos los modelos de documentación, salga del sistema educativo con una cultura científica no ya brillante, eso sería mucho pedir, sino que alcanzase lo suficiente para no creer en desparasitadores caballares, lavativas de lejíahomeopatías y otras zarandajas.

Por otro, la incapacidad de los medios de comunicación para llegar a un cierto sector de público (según mis cálculos, un veinte por ciento de la población del país) con una información rigurosa y de calidad.

A esto tendríamos que añadir el vergonzoso espectáculo de la extrema derecha austriaca que, por puro cálculo político y de la manera más irresponsable, ha movilizado a lo más fanatizado y cenutrio de la sociedad de este país. Lo vemos todos los sábados y, por lo que parece, lo seguiremos viendo.

QUIEN CONTAMINE TENDRÁ QUE PAGAR

Ha sido una jornada intensa en el Parlamento.

Aparte de la ley de vacunación obligatoria se han debatido otros asuntos, quizá mucho más importantes a medio y largo plazo, que la ley que saldrá hoy en todos los titulares.

Hace unos años, se hizo famosa una serie de televisión muy buena, Mad Men. Contaba la vida de unos ejecutivos publicitarios en Madison Avenue, en Nueva York. La serie empezaba en los años sesenta del siglo pasado. Uno de los juegos de los guionistas consistía en que los personajes hacían cosas que eran típicas de la época pero que hoy nos resultan inconcebibles y atrasadas.

Por ejemplo, beber alcohol (cantidades ingentes) en horario laboral, fumar en todos los sitios o irse de picnic y, al irse, sacudir el mantel y dejar toda la basura en el campo.

Si todo va bien, dentro de veinte años, cuando veamos películas hechas hoy en día, sentiremos la misma extrañeza.

El Gobierno ha aprobado hoy una reforma tributaria calificada de “ecosocial” que, a los clásicos estímulos a la actividad económica (bajada de impuestos), une un sistema de desincentivos para la emisión de gases nocivos para el clima. Especialmente el dióxido de carbono.

A partir de julio de este año y hasta diciembre de 2023, la ley prevé una fase de transición durante la cual, por etapas, se pondrá una tasa sobre la emisión de dióxido de carbono a la atmósfera. Esta, por cierto, no es una idea que se le haya ocurrido al Gobierno austriaco, sino que incorpora al ordenamiento de Esta Pequeña República una directiva de la Unión Europea.

La idea es que emitir a la atmósfera gases de efecto invernadero sea caro, al objeto de desincentivar la quema de combustibles fósiles y mitigar los efectos adversos del cambio climático.

Con la idea de compensar el impacto de la ley sobre los consumidores, parte de lo recaudado revertirá en un bonus climático, que se repartirá anualmente y que será mayor en las zonas rurales de Austria, en donde hay que utilizar más el vehículo privado.

Este bonus climático será de entre 100 y 200 euros dependiendo de la zona del país.

La oposición, particularmente la socialdemocracia y la extrema derecha, a pesar de haber votado afirmativamente algunas de las partes de la reforma, ha clamado (FPÖ) por la subida de impuestos que incrementará el precio de la gasolina en 14,8 céntimos por litro en 2025.

La socialdemocracia, sin embargo, ha criticado la bajada de los impuestos a las empresas. Según ellos, con la reforma de la ley aprobada por el Gobierno, un dos por ciento de las empresas va a acaparar el ochenta por ciento de la rebaja tributaria.

Esta bajada de impuestos, así como una bajada considerable del impuesto sobre la renta, es una clásica medida de estímulo al consumo (el cálculo es que si la gente gana más también gastará más y que lo que se pierde en recaudación por un lado, se gana con el aumento del consumo).

LA RESPONSABILIDAD CONTRA EL CÁLCULO POLÍTICO

En cuanto a la segunda ley aprobada hoy, la famosa ley de la vacunación obligatoria, el debate ha discurrido en los términos broncos que se esperaban, lo cual sin duda ha alegrado muchísimo a Herbert Kickl, el líder de la extrema derecha, el cual ha conseguido un doble objetivo: por un lado, puntuar entre el público cenutrio acudiendo a todos y cada uno de los tópicos que han venido alimentando el debate del verano pasado para acá y por otro lado, devaluar en lo posible ese mismo debate, apartándolo de la ciencia y llevándolo lo más cerca posible de la visceralidad.

El líder de la extrema derecha, fiel a su estrategia, no ha ahorrado en calificativos. El Gobierno (y los que le apoyan) está cometiendo un “atentado contra la población”. Kickl ha anunciado que la ley de la vacunación obligatoria abre la puerta “al totalitarismo” y ha anunciado su intención de seguir sin vacunarse cuando la ley entre en vigor dentro de diez días.

Por su parte, Sigi Maurer, de Los Verdes, ha conminado a Herbert Kickl a avergonzarse de su cinismo (cosa poco factible, dado el historial de Kickl hasta la fecha) y ha apelado a los ciudadanos a dejarse guiar por la ciencia, cuya voz es unánime: las vacunas son seguras, las vacunas funcionan y las vacunas son el medio más eficaz para salir con seguridad de la pandemia (sobre todo, relativamente protegidos de los inconvenientes de la CoVid persistente).

Lo mismo ha hecho la líder de la socialdemocracia, Pamela Rendi-Wagner, doctora ella misma en medicina.

Entre estate quieta y ponte bien, el Gobierno, a demanda de la oposición, ha aprobado dos medidas para incentivar la vacunación (a buenas horas, mangas verdes).

Por un lado, una lotería cuyos premios son en bonos de compra de quinientos euros. Todos los que se hayan pinchado una vez podrán participar. Una de cada diez inyecciones gana.

La intención, aparte de combatir el abstencionismo vacunal, es aumentar también la actividad económica.

Otra medida, fuertemente atacada por la extrema derecha, es la de dar premios a aquellos municipios que logren tasas más altas de vacunación.


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