Viena y los escoceses: una historia de amor

5. Highland games: detalle
Los escoceses: esos hombres con faldita (bueno, Kilt). A.V.D.

¿Por qué en el callejero de Viena hay tantas referencias a Escocia y los Escoceses? ¿Cómo llegaron los señores con falda a hacerse tan inflyentes en la ciudad al lado del Danubio? Investigando, esto es lo que he averiguado.

24 de Marzo.- El post de hoy es uno de esos con los que uno se encuentra por casualidad. Di que iba yo en coche, de vuelta de una feria gastronómica que se ha celebrado hoy en la bonita (sobre todo en verano) localidad de Tulln, en Baja Austria, cuando, cruzando el distrito 7, al parar en un cruce, he reparado en el nombre de la calle: Schottenfeldgasse (Una cosa como “Calle del campo de los escoceses”). Algo ha hecho click dentro de mí –dicho así, parece la letra de una canción de Rocío Jurado, pero no- y me he dado cuenta de que, en el callejero de Viena, hay un montón de referencias a los escoceses.

Breve repaso: Schottentor –puerta de los escoceses, la parada del tranvía y metro de la Universidad-, Schottenring –la parte de la Ringstrasse que baja hasta el Donaukanal-, la misma Schottenfeldgasse o la Schottenkirche que hay en el Freyung, en el distrito uno. Y ahí me he dicho, “óndia, pues tiene que haber una explicación”.

Lo primero que he hecho al llegar a casa ha sido irme a la página web de la ciudad de Viena, y allí a una sección que explica el origen de los nombres de las calles. Y esto, entre otras cosas, es lo que he encontrado.

Schottenfeldgasse, que se llamó hasta 1862 Mittergase (la proverbial “calle de enmedio”por la que tiran todos los desesperados) y aún antes Münchnerbotengasse -¿Calle de los mensajeros/embajadores muniqueses?- se llama así por los monjes benedictinos que fueron llamados en 1155 a Viena en el marco de la llamada Misión Escocés-Irlandesa (en alemán es más bonito, que se dice “Iro-Schottische Mission”). En diferentes fases, los monjes procedentes de las Islas Británicas fueron re-evangelizando amplias zonas de Europa y le imprimieron al catolicismo continental un sello decisivo. Por ejemplo, a ellos les debemos la confesión auricular (o sea, secreta, al oido del sacerdote, como si dijéramos). Los cristianos anteriores le contaban a toda la asamblea de su parroquia sus pecados (lo hacían, supongo, para demostrar que estaban arrepentidos de haber obrado mal, pero sin duda también para que la vergüenza pública hiciera más eficaz la penitencia).

En fin: nuestros buenos escoceses –en realidad, como queda dicho, irlandeses- construyeron un convento, una iglesia y un hospital. En 1418, por las razones que fueran, la propiedad de todas estas cosas pasó a la rama alemana de los monjes benedictinos pero, como ya se sabe que el hombre es un animal vago por naturaleza, a la gente le dio pereza cambiar el nombre y se conservó el nombre de “escocés”.

Schottenfeld es una parte del distrito siete que, cuando llegaron los monjes irlandeses, era en realidad un suburbio de Viena (como el propio distrito de Margaretten en el que yo vivo). Las primeras noticias se remontan hasta el siglo XIII, y dicen que las casas que componían la entonces aldea de Schottenfeld eran propiedad de un tal Dietrich llamado “El rico” (probablemente porque en aquellos tiempos de hambre, Dietrich se podía dar el lujo asiático de comer todos los días). Dietrich, como todos los señores feudales de su época, acrecentaba sus riquezas por el procedimiento de arrendar sus tierras en aparcería a otros, a los que luego les cobraba su correspondiente diezmo. A partir de 1619, los descendientes de Dietrich le arrendaron las tierras de Schottenfeld a los monjes del Convento de los Escoceses –Schottenstift-. La cosa les fue bien a los monjes benedictinos hasta principios del siglo dieciocho. En la década de 1720, los religiosos dependientes del convento de los escoceses empezaron a sufrir apreturas económicas y tuvieron que empezar a parcelar el terreno, que entretanto había pasado a su propiedad, y venderlo. En la zona se establecieron principalmente todas las pequeñas industrias que no encontraban sitio en lo que hoy es el distrito primero, que estaba constreñido por las murallas que delimitaban antiguamente el territorio de Viena. Los primeros en poblar el suburbio de Schottenfeld fueron los empresarios que explotaban vaquerías y los que se dedicaban a transportar mercancías de un lado para otro. En 1777, Schottenfeld dejó de ser una aldea y pasó a ser declarada una pequeña ciudad de veintemil almas. Durante el amago de invasión francesa, Schottenfeld dio al ejército austriaco 1500 hombres y, durante la epidemia de cólera de 1831, se construyó en Schottenfeld –hoy el distrito siete- el primer hospital infantil de Viena.

Schottenfeld fue absorbido por Viena en 1850, momento en el que pasó a ser oficialmente una parte de la ciudad.

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Comentarios

2 respuestas a «Viena y los escoceses: una historia de amor»

  1. Avatar de Ana

    Si eran escoceses + irlandeses puede que fueran Ulster Scotts, gente de Irlanda del Norte, pero de origen escocés. Escocia está relativamente cerca de Irlanda del Norte por mar y siempre ha habido trasiego (qué bonita palabra, ¿no?) de habitantes entre una y otra. Investiga, investiga, que te he hado “food for thought”, como dicen en inglés. 😀

  2. Avatar de Maria Jose del Rio
    Maria Jose del Rio

    Hola,
    Me ha interesado su artículo. ¿Sabría decirme algo sobre la imagen de una Virgen románica que se veneraba en esa iglesia. Investigo sobre ciertas procesiones realizadas en la Viena de mediados del siglo XVII pero no encuentro información en castellano o inglés.
    Saludos.

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